Aitana miraba fijamente el libro de Mates que tenía frente a ella. No se había concentrado en toda la tarde y tenía miedo de que Nerea la regañase, pues en las tres tardes que había ido a su casa había hecho unos avances. Ligeros, pero avances igualmente. No obstante, todo lo que le había pasado estaba en su cabeza dando y dando vueltas.
-Ya estoy aquí- anunció Nerea sonriente con un paquete de galletas-. No las encontraba, perdón-. Se sentó y dejó el paquete en el hueco entre los dos libros. No notó que Nerea no reaccionó-. Son mis galletas favoritas- dijo llevándose una a la boca.
Devoró la galleta. Descubrió la expresión de Aitana cuando fue a coger otra.
-Aitana- la llamó, pero nada-. Aitana, ¿estás bien?
Esas palabras bastaron para romperla.
Aitana sacudió su cabeza ligeramente, pero no pudo ocultarlo más y dos lágrimas salieron de sus ojos, cayendo y mojando el libro.
-Aitana- Nerea la cogió de los hombros para ponerse frente a ella-. Aitana, ¿qué te pasa?
¿Qué no le pasaba?
Aitana no pudo contenerse más. Estalló en lágrimas que salían de sus ojos como cataratas a la misma vez que los sollozos le arañaban la garganta.
Nerea se quedó unos segundos paralizada. Sin pensar, corrió a ella y la estrechó entre sus brazos. Aitana se aferró a ella como si fuera lo único que le quedaba.
Nerea le pasaba la mano por el pelo diciéndole Sh en un intento de apaciguarla, aunque ella estaba dolida por verla así. Notaba su cuello mojado por las lágrimas de Aitana.
Esperó a que se calmase un poco. Entonces, la separó de ella. La imagen de Aitana era completamente distinta a la que todo el mundo concocía: sus ojos estaban rojos e hinchados de llorar, a juego con su nariz y los cejas; sus mejillas estaban húmedas y la imagen que daba era de completa desolación. Poco había ahí de la Aitana sonriente y perfecta.
Nerea le rompió completamente el corazón verla así. Pero tenía que ser fuerte por Aitana.
Le retiró las manos a Aitana, que se estaba secando las lágrimas rebeldes que aún salían, y las secó con sus pulgares, acariciándole la cara. Agarró sus dos manos y empezó a acariciarlas también. Se echó para delante para quedar más cerca de ella.
-Aitana, yo estoy para lo que sea. ¿Quieres contarme lo que te pasa?- usó el tono de voz más suave y delicado que pudo.
Aitana quería. Claro que quería contárselo. Necesitaba contarle a alguien todo lo que se le pasaba pir la mente. Pero no era una cuestión de querer. No podía contárselo. No podía.
Aitana se sorbió la nariz y negó suavemente. Cabizbaja, observaba los suaves dedos de Nerea hacerle círculos en el revés de su mano.
-Bueno. No pasa nada. Pero, por favor- movió su cabeza hasta que Aitana la vio-, que sepas que siempre vas a poder acudir a mí.
Aitana levantó un poquito la cabeza al escuchar eso. Nerea era tan buena. Y sabía que había pasado por mucho también y no se lo merecía. No entendía cómo alguien podía hacerle daño.
Nerea la abrazó otra vez. Nunca estaba de más un abrazo y menos cuando estabas como Aitana. No sabía que le pasaba, pero juró que nunca jamás volvería a estar así. Al menos en su presencia.
Aitana se acomodó en el cuello de Nerea mientras sus brazos la reconfortaban. Ahí se sentía en una nube. Nerea era el ojo del huracán: un lugar tranquilo en medio del caos.
-Nerea- Aitana hablaba como un bebé. Le daba mucha vergüenza hacer esto, pero lo necesitaba-, ¿me puedes cantar?
Esto tomó por sorpresa a Nerea. Sus corazón empezó a ir rápido y le daba vergüenza que lo notase, pero era lo único que podía animar a Aitana.
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Mujer Contra Mujer | ifridge
FanfictionNerea vive en las sombras. Aitana no puede pasar desapercibida. La música es su pasión. Las unirá una canción.