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Aitana aprovechó que ninguno de sus tres amigos había decidido venir el primer día de clase del año para quedarse con Nerea en el comedor contando anécdotas navideñas.

Tenía la cabeza apoyada en su mano escuchando atentamente a su amiga que estaba frente a ella. Por debajo de la mesa, su pierna no paraba de dar golpecitos ante lo que iba a decir.

—T-Te tengo un regalo de Navidad— anunció nada más terminó de hablar.

Nerea parpadeó atónita.

—Jo, Aiti, que yo no te tengo ninguno...

—No es físico... y es más para mí que otra cosa, pero creo que te va a gustar.

Nerea se cruzó de brazos y ladeó la cabeza, expectante por lo que iba a escuchar.

—He cortado con Sam— anunció a casi la velocidad de la luz.

Como Nerea no decía nada, elevó la vista hacia ella. Tenía la mirada sin emoción y la miraba fija.

—Nere...

Ella se limió a levantarse de la mesa y rodearla hasta quedar al lado de Aitana. Ahí cogió su móvil y pulsó el buscador del micrófono.

Ok Google, reproduce Europe's living a celebration.

Empezó a bailarla como si no hubiera un mañana y abrazó a Aitana por la espalda, apoyando la cabeza en su hombro.

—¿Cuándo ocurrió esta maravilla? Para marcar la fecha en mi diario y celebrar el día.

Aitana rio.

—El día uno cuando quedé con él— informó—. La resaca de la borrachera me hizo reflexionar mucho.

Nerea siguió moviéndose al ritmo de la música sin despegarse del hombro de Aitana. Hasta que el sonido de la notificación del móvil la distrajo.

No pudo evitar mirar a ver de quién era. Se separó al instante al ver que en el móvil de la morena apareció un mensaje con el nombre de "Gordi".

—¿Aitana?

Ella tardó un poco de tiempo en girarse para mirar a la rubia parada frente a ella con una cara entre culpable y arrepentida.

—Se me olvidó decirte que volví con él el día tres.

Nerea chascó su lengua, poniendo los brazos en su cintura con expresión severa.

—Joder, Aitana, ¿por qué me mientes?

La morena, que había agachado la cabeza, no respondió. Nerea la cogió de la barbilla para que la mirara a los ojos.

—Aitana.

La respuesta que obtuvo fue un encogimiento de hombros.

Frunció lo labios y resopló, desviando la mirada hacia el techo.

—Pero no te enfades— suplicó con aquella voz de niña pequeña que le salía al ponerse triste.

—¿Qué no quieres que me enfade? La única que sale perjudicada de esa relación eres tú y no eres capaz de dar el paso.

—Tú es que lo ves todo tan fácil— se quejó.

—Nunca he estado con nadie, pero creo que decir "te dejo, imbécil de mierda" no es muy complicado.

—Eso lo dices porque no estás metida ahí dentro. Tú no sabes la de cosas feas que me dijo durante los dos días esos.

—Bloquéa-

—Da igual— la interrumpió—. Conoce a tanta gente que siempre encuentra la manera de hablar conmigo.

—Sabes que si cortas con él y te toca un pelo le voy a hacer pagar por ello, ¿no?

Mujer Contra Mujer | ifridgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora