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Dedicado a Elena por devolverme la inspiración con un sticker de un gatito.
Por cierto, hay una aclaración sobre una cosita del capítulo en la nota del final.

La más pequeña llevaba mirando unos minutos hacia las estanterías que tenía encima de la cama, ya que estaba buscando algo que juraría haber visto algún día estudiando en casa de Nerea. De pronto, se levantó y acercó al borde de la cama y alzó la mano intentando alcanzar el objeto.

—Maldito metro sesenta...— murmuró antes de subirse a la cama y ponerse de rodillas para alcanzarlo.

—Aitana, mi vida— Nerea se puso de pie detrás suya—, a ver si te vas a matar.

—Que no hombre— aseguró la morena justo un segundo antes de tambalearse—. Bueno, tú estira los brazos por si acaso.

Nerea le hizo caso, porque conocía a Aitana. Aunque no tuvo que tener los brazos estirados por mucho tiempo, pues Aitana cogió pronto lo que quería: un globo terráqueo.

Lo dejó en la cama antes de bajarse y agarrarlo.

—Qué pena no haberme caído, que yo quería que me cogieras en brazos— le dijo la castaña dándole un toque en la nariz antes de sentarse en una de las sillas.

Nerea se quedó ahí parada con los brazos estirados sin reaccionar. Tuvo que llamarla Aitana para que se sentara frente a ella.

—¿Qué piensas hacer con esto?— preguntó señalando a la esfera rosa.

—Pues una cosa bien chula.

—La última vez que hiciste algo sorpresa casi nos matamos— recordó.

—Si te encantó la tarde patinando, Nere, que mientes fatal.

Nerea rodó los ojos con una sonrisa que ni se molestó en disimular.

—Mira, el otro día estuve viendo Los Hombres de Paco...

—Ay, a mí me encantaban la pareja de Pepa y Silvia.

—¿Pepa y Silvia? Yo me moría por Sara y Lucas, sobre todo por Lucas.

Normal... pensó triste Nerea.

—Bueno, el caso— continuó explicando Aitana—. Que era el capítulo en el que Lucas le regala a Sara una bola del mundo y le dice que cuando tenga los dieciocho se irán al sitio que saliera al azar. Entonces, pensé que podríamos hacer lo mismo— buscó tímidamente la otra mirada en busca de aprobación.

—¿Irnos con dieciocho al culo del mundo?

—No hace falta que sea con dieciocho, pero sí que hagamos un viaje juntas— explicó—. Y elegimos un lugar cada una, ¿vale?— preguntó con voz de niña pequeña.

—Claro.

Aitana aplaudió emocionada, contagiando la sonrisa a su amiga.

—¡Me pido primera!— exclamó antes de agarrar la esfera rosa y cerrando los ojos—. Oye, — despegó un segundo los párpados para mirarla de reojo—, que sepas que a mí no me importaría irme al culo del mundo si es contigo.

Con el corazón en la garganta la vio cerrar los ojos de nuevo y acercar el dedo índice hacia el globo, a la espera de que la rubia lo hiciese girar.

Le dio y esperó pacientemente con la cabeza apoyada en su mano a que Aitana se decidiese a parar la bola. Finalmente, lo hizo cuando estaba en una de sus últimas vueltas.

Abrió los ojos lentamente. Nerea no quiso acercarse, para que fuese una completa sorpresa.

—Londres— susurró.

Mujer Contra Mujer | ifridgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora