Extra (?)

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Ella no lo sabía.

No lo sabía, pero aquel baúl donde había guardado todas sus emociones durante tantos años empezaba a agitarse.

Empezaba a agitarse por la única persona que lo había logrado abrir, aunque fuera durante un periodo breve.

Se ponía a pensarlo y era todo muy raro. Se juntó con ella por conveniencia y encontró a la mejor personita del mundo.

Había encontrado a una chica maravillosa que siempre la había ayudado y no la había tratado como un trozo de carne. Que de verdad se había preocupado por ella sin conocerla y que no la juzgó. Gracias al azar se encontró con la persona que mejor la había tratado nunca.

Y es que después de tantos años caminando por un paraje desolado, cada vez que la veía sentía caminar por un gran prado lleno de cerezos en flor.

Y cada vez que sus manos entraban en contacto o curvaba sus comisuras mostrando esa sonrisa que en secreto la volvía loca los cerezos se agitaban, envolviéndola en una marea rosa de pétalos tan delicados como su piel, que se enredaban en su pelo como esas caricias que nunca quería dejar de recibir.

Pero la marea rosa duraba poco. Siempre, más temprano que tarde, volvía al paraje desolado. Sin embargo ya no le importaba, porque se imaginaba a sí misma girando mientras los pétalos la envolvían.

Y seguía sin saber el motivo de sus sonrisas tontas y de su alegría. Mas el baúl polvoriento estaba a punto de abrirse.

Un pequeño movimiento y lo sabría todo.

La otra chica también pensaba. Intentaba retroceder hasta el día en el que se prendió la primera chispa y nunca lograba encontrarlo.

Recordaba desde siempre estar perdida en ella. Recordaba ver un campo de brillantes girasoles a lo lejos.

Siempre se había quedado observándolos en secreto, con miedo a entrar y ser cegada por el color tan vivo.

Un día tuvo el valor de acercarse, muy temerosa, y paseó durante varios días en el límite entre el campo y el desierto.

Después de aquellos días, el cielo se nubló y, de pronto, se vio metida en medio de las flores que casi le llegaban al cuello. Ahí fue cuando descubrió que su amarillo no era tan vivo como se veía desde lejos y que tanto su tallo como sus pétalos estaban muy dañados.

El día que se desató la tormenta descubrió la razón. Así, dejando de lado sus miedos, permaneció en el campo de girasoles hasta que apaciguó. Pero una vez allí ya no pudo huir porque necesitaba cuidar esos girasoles.

Con el paso del tiempo el color y el aspecto, aunque no del todo, había vuelto a la normalidad. Y, pese a estar segura que serían imaginaciones suyas, sentía que al estar ahí las flores se giraban para verla a ella.

Desde que se vio inmersa en el campo de girasoles y los apreció de cerca sabía que no había vuelta atrás.

Se imaginaba probando la miel de sus labios para luego despeinar su flequillo, mientras esos ojos camaleónicos se achinaban y soltaba una carcajada que le sonaba como la mejor melodía del mundo.

Estaba perdida en cada punto de su geografía. En su pequeña nariz, en su peca de la barbilla.

Sabía que esas flores jamás mirarían a un sol como ella, mas estaba tan perdida que ya no le importaba.

Y seguía teniendo miedo.

Tenía miedo de secarse al igual que el paisaje desértico que rodeaba aquellas flores amarillas.

Tenía miedo de que algún día, cuando ya se recuperasen del todo, les crecieran espinas tan largas que la atravesaran sin compasión.

Pero despues veía su sonrisilla de ratona y se convencía de que nunca la heriría.

Y el miedo se transformaba en una punzada que aparecía por las noches si pensaba demasiado en el campo de girasoles.

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¡Hola! Perdón por no publicar un capítulo después de no pasarme en un tiempo por aquí, pero es que todavía tengo que ordenar y estructurar bien las ideas de la novela, así que espero que me perdonéis.

Quería publicar algo para poder agradecer que la novela tiene ya 2'46k de leídas (o sea en qué momento yo no entiendo nada) y solo puedo dar las gracias a todas las que leéis esto.

Este "capítulo" me vino a la cabeza anoche cuando intentaba quedarme dormida y, cómo quería poner algo por los 2k y no una página diciendo gracias, pues dije "vamos a escribirlo a ver qué tal". Creo que me ha quedado bastante bonito.
Básicamente es cómo se sienten Aitana y Nerea en este punto de la novela.

Muchas gracias por leerme y espero volver pronto con un nuevo capítulo.

Felix Felicis y paz.

Mujer Contra Mujer | ifridgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora