Escuchaba el llanto intenso de su hijo, un llanto que la alejo de un profundo sueño. Corrió por la habitación hasta salir de ella. Corrió por el pasillo hasta llegar al portal de una puerta semi abierta de color azul cielo. Ese color era una señal, algo que todavía no terminaba de entender, el azul de los ojos de su hijo, el azul del cielo que le cubría, el azul de los ojos del padre de su hijo y el azul de los ojos del diablo.
Observó por la pequeña abertura en como su hijo era alimentado por una mujer de cabellos rubios y tes pálida ¿Esa mujer era su reemplazo? El personaje que Bond había comenzado a usar para que sea la figura materna que su bebé necesitaba. Su pecho se comprimió con fuerza y las lágrimas se escaparon de forma mezquina de sus ojos. Era su hijo, su bebé, su sangre, su carne, su todo.
Estaba en un infierno, uno que ella misma había provocado.
Entro con sigilo aquella habitación, sus ojos nunca antes lo había visto y ese era el cuarto de su bebé. Amplio y bien decorado de blanco y azul, con juguetes, gaveteros y lindos dibujos en las paredes. No podía contenerse y sentía que el mundo se le caía ante sus pies, ante su debilidad ¿Por qué no arrebataba a su hijo de los brazos de aquella mujer si ella no era su mamá? ¿Por qué otra persona le alimentaba y no era ella misma? ¿Por qué su hijo tenía un cuarto tan bonito y ella nunca lo había visto? ¿De qué le servía la vida sino la podía compartir con el?.
Y es que estaba tan sumida por el yugo de Bond que no podía tomar una decisión por si misma sin sentir los ojos de aquella bestia enjaulada en su nuca.
-Dame a mí bebé- Ordenó en tono bajo, pero llevando el reto en sus ojos- No puedes alimentar a un niño que no es tuyo y más si su madre está viva- Comento de forma mordaz, odiaba la situación y se odiaba a si misma- Dame a Jackson-
Jackson. JACKson. JackSON. JACKSON.
-¿Quién te dió el permiso de entrar a esta habitación y reclamar lo que no es tuyo?- La pregunta sarcástica del diablo lleno aquellas paredes crispando los nervios de Madame- ¿Tu niño? ¿De cuando a dónde madame? Ese bebé ya no es tuyo, no llora en los brazos de esa mujer y se siente feliz de que su ceno lo alimente- Se acerca a la rubia y toma al bebé entre sus brazos el cual ríe y alza sus pequeños brazos intentando alcanzar el rostro de su supuesto padre- Ama estar conmigo, adora todo de mi- Coloca el bebé en los brazos de la Madame-
Y esa era la primera vez que lo cargaba, que sentía el peso del cuerpo de su niño y podía apreciar el pedazo de perfección que era su bebé, su hijo. El niño la observó con sus grandes ojos, buscando en la cara de esa mujer algo que fuera el inicio de su parentesco, pero al sentir la suave caricia de ella lloró; lloró con fuerzas y desconsolado, no la reconocía, no sabía quién era esa mujer que lo tenía en brazos. Madame lloró, lloró en silencio junto al llanto de su bebé, aquel niño que llevo con ella durante 9 meses en su vientre no la conocía.
-El pequeño Jackson nos quiere a todos, menos a la intrusa que acaba de entrar a su habitación ¿Qué dices de eso Madame? Aun crees ¿Crees que el es tu bebé?- Una carcajada llena de cinismo se le escapó- ¿Por qué estás tan callada y lloras pequeña Madame?-
Isabelle salió disparada de aquella habitación y se encerró en el baño común que estaba en el pasillo ¿Era eso posible, que su bebé la rechazará? Suspiro intentando ahogar sus sollozos pero era imposible, le dolía mucho, dolía tanto que deseo morir. Si su bebé no le quería ya nada valía la pena, nada tenía sentido.
Vio el brillo tentador de aquellas tijeras encima del lavamanos ¿Esa era su señal? Con todo el dolor que asfixiaba sus pulmones tomo aquellas tijeras y con líneas verticales hizo dos profundos cortés en sus muñecas.
La sangre brotaba tan caliente y espesa, tan ajena a ella y con un olor tan fuerte a óxido que sonrió de forma amarga ¿Era aquel su final? ¿Tan rápido si apenas había iniciado? No lo sabía pero era libertad de una dulce tragedia. Su hijo estaría bien, a Bond no le importaba ni en lo más mínimo ella y no había nadie más, ni siquiera un familiar que la pudiera llorar.
Su cuerpo se convertía en una pluma ligera que caía al compás del viento en el fondo de un pozo que en verdad no tenía final. No sentía nada y un leve pito se empezaba a escuchar en el interior de sus oídos y en ese momento era tan feliz que fue capaz de olvidar todo lo que le atormentaba.
Calor. Frío. Agonía. Laberinto.
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Madame Tragedy
Teen FictionBuenas. Este es el tercer y último libro de la trilogía Madame Orgasmos. Aquí pretendo darle significado a todos los cabos que deje suelto en los demás capitulos. Espero que la espera haya valido la pena, estaré subiendo capitulos diarios o semanale...