06: Roto

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Se había instalado en el despacho de Bond. Revisando y sacando cajones al azar de lo que sea que viese a su paso necesitaba saber la verdadera identidad de su verdugo.

-¿Aún revisando las cosas de tu matón favorito?- Escucho aquella voz nuevamente en su cabeza, se le había hecho costumbre escucharla desde que tomo por hábito consumir aquel polvo mágico que le hacía volar-

-Necesito un inicio. Algo que lo detalle, que me dé la explicación congruente de quién es nuestro enemigo- Comenzó por juguetear con sus manos hasta ver un cajón debajo del escritorio- Algo que nos diga todo-

Tras tomar el cajón vacío el contenido de este encima del escritorio lo primero en ver fue un arma que tomo en su mano izquierda mientras con la derecha observaba las diferentes fotografías. Veía a Bond posar con un traje de militar como con algunos 25 años menos arriba, tenía que admitir que siempre había sido un hombre apuesto. Le sorprendió ver qué perteneció al ejército pero no era capaz de identificar a cuál de todos era, nunca había visto un uniforme como ese en ningún otro sitio.

-¿De dónde crees que sea? No parece europeo ese uniforme, por lo menos no uno que yo haya visto antes- Comento madame en un leve suspiro- ¿Qué puede significar esto? El siempre ha pertenecido al mundo de la política, siempre estando en un área de confort como para que fuese a la guerra ¿Y a qué guerra fue?-

-Nunca has pensado en que su identidad puede ser falsa- Comento con suavidad la voz de su cabeza- Eso tendría mucha lógica. Anda sigue buscando para ver qué encuentras -

-Eres todo un genio- Respondió con satisfacción- Me resulta maravilloso que me este volviendo loca y la voz que escuche en mi cabeza sea tan inteligente- Río por lo bajo, se sentía rara al hablar sola, pero ella sabía bien que estaba bien acompañada en aquel momento-

Tras acomodarse en el aciento del escritorio siguió buscando entre las imágenes hasta encontrar una carta, algo desgastada y polvorienta. La tomo en su mano apreciando la hermosa caligrafía que había en la misma. Aún sin soltar el arma empezó por leer para sí misma el contenido de esta.

Oh querido Zachary, debo admitir que todo el tiempo que he pasado sin ti me ha resultado eterno. Me parece increíble que vayas a cumplir ya 6 meses en el ejército. Tu madre dice que no me preocupe que todo saldrá bien pero ¿Cómo no me preocupo por el padre de mi hijo? Si eres todo lo que tengo, tu y este bebé son mi vida entera.

Con todo el amor del mundo tu querida Jazmín.

-Diablos nunca imaginé que Bond fuese un hombre con tanto mundo- Comento en un tono áspero la  insaciable voz en la cabeza de Madame- Tenía una madre y una mujer que al parecer le amaba y aparte de todo está estaba embarazada-

-¿Crees que sea de el que habla? Bond no se llama Zachary- Se engaño así misma-

-Por favor Madame no seas una niña caprichosa, sabes que es de el que están hablando. Al menos que él tenga una extraña adicción de conservar las cartas que le escriben a sus amigos-

Madame sintió como algo dentro de ella se retorció rompiendo un poco su cordura ¿Cómo es que otra mujer antes que ella había engendrado un hijo del diablo? Ella era la única maldita que sería capaz de soportar la semilla maldita de aquel hombre no otra mujer de caligrafía perfecta. Bond había sido de ella mucho antes de nacer, mucho antes de ni siquiera su propia madre haber pensado en tener hijos.

Celos. Remordimiento. Temor.

-Madame ¿Te encuentras bien? Me has dejado hablando solo por unos minutos- Reclamo la voz en un tono molesto- ¿Te ha tocado ese polvo que te metiste?-

-No, nada de eso. Solo pensaba un poco- Mintió con facilidad- Aquí hay otra carta- Comento con desagrado al reconocer la caligrafía-

Gracias por pensar tanto en nosotros querido Zachary, han pasado unos meses difíciles ya que el invierno a llegado y el frío arropa toda la ciudad el bebé te extraña al igual que yo y eso que aún no ha escuchado tu voz. No encuentro el suficiente calor para calentarme.
De tan solo recordar tus manos ásperas recorrer mi piel, tus labios carnosos, el azul de tus ojos encendidos en llamaradas bestiales, tu cuerpo encima del mío reclamando lo que te pertenece.
No sé si te sientas igual que yo, pero solo puedo decirte que te amo.

Con todo el amor del mundo Jazmín.

Madame suspiro enojada pues si, con efectividad había descubierto que aquella desconocida para ella hablaba de su amado Bond, esa perra honorífica. Le había arrebatado la ilusión a Madame de pensar que solo era ella la cual provocaba la locura de Bond o mejor dicho, que era la primera en hacerlo.

Se había calentado al pensar de Bond con otra mujer haciéndole a su semejanza en el sexo como lo hacía con ella y eso le provocó mucho. Bond con otra perra haciéndose lo como solo se lo hacía a ella. Los celos le invadían pero también el morbo de apreciar una escena tan colosal cómo está. Llevo el arma al interior de su húmeda y caliente vagina que por tantos meses nadie había tocado. Simulaba penetraciones con esa arma, se hundía en sus carnes de forma deseosa como cualquier hombre lo haría, tenía las piernas bien abiertas y apoyadas del escritorio. Tocaba con su mano libre sus pechos sintiendo como alcanzaba el orgasmo. Escucho la puerta abrirse de forma repentina, saco el arma del interior quitó su seguro y disparó. Al momento de escuchar el disparo salir y el jadeo de la persona que había herido o asesinado inevitablemente se vino, haciendo el squirt de forma fuerte y abundante.

La ama de llaves yacía sin vida en el suelo del portal de la puerta con un perfecto agujero en el medio de sus cejas. La sangre brotaba con pausa, le habían batido el cerebro. Bond que había entrado tras de ella tan solo observó la escena.

-Perra, estás jodidamente loca- Pronunció con cinismo antes de acercarse a Madame y comenzar a penetrarla con bestialismo sin antes quitarle el arma de manos-

La penetraba con necesidad y demanda provocando el crujir de la pesada silla contra el piso. Sentía las uñas de la Madame enterrarse en su espalda haciendo profundos arañazos. Esta le apretaba el miembro con sus paredes vaginales haciéndole perder poco a poco la cordura. Había pasado tanto tiempo desde que empotrada aquella mujer que se le hacía insólita la idea de no venirse en poco tiempo. El deseo le ahogaba con sigilo mientras con cada estocada se hundía cada vez más profundo en ella, en la mujer que el había hecho adecuada para él.

Cuando Bond hizo el ademán de sacar el miembro del interior algo se lo impidió y fueron las escurridizas piernas de aquella mujer que con fuerzas se habían aferrado a sus caderas, seguro dejaría alguna marca por la fuerza ejercida que está le hacía.

-No te atrevas hijo de puta- Comento esta entre jadeos- Cada gota de tu maldito semen es mía-

Madame TragedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora