01: El Bastardo

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  En el filo de una ruidosa tormenta, mientras del cielo caían truenos, rayos y centellas se desprendió de ella el pequeño ser el cual se había convertido en su hijo. El dolor de sus entrañas era insoportable pero por su bebé valía la pena, valía toda su maldita sangre, valía hasta su vida. Jackson sería el nombre de su primogénito. La cosa más hermosa y perfecta que sus ojos habían visto; su cara redondita y sus cachetes rosado y llenos de pecas, una lana color chocolate por cabello y aquellos ojos azules que parecían el cielo y eran el reflejo de su padre, de aquel hombre extranjero que le enseño en meses lo que en años intento  descubrir con Bond.

  Con el dolor de su alma y el desgarre de sus entrañas había traído al mundo, el único motivo de querer cambiar y mejorar su forma de ser. Quería ser una buena madre para su hijo, para lo único que con amor había hecho.

  Bond al llegar nuevamente a su amada Francia y encontrarse una madame recién parida había resultado ser la sorpresa más detestable y desagradable de todas. Había pasado por encima suyo, de su palabra, de su fidelidad, las personas perdonan pero para el, él único que podía perdonar era Dios y el no era exactamente un hombre de andar perdonando ese tipo de cosas; un acto tan banal y a la vez tan propio y exigente de la naturaleza, cómo es que el cuerpo de una mujer se extienda y haga el milagro de la vida, siendo bien el mayor castigo de todos en la humanidad de las hembras, según Bond, este había Sido el castigo ofrecido a las mujeres por la desobediencia de la primera de todas en el mundo: Eva.

  De ella, de ese vientre que ya estaba maldito por haber llenado  con anterioridad con el mismo esperma del diablo ¿Cómo es que con tanta sencillez había formado en el un ser tan hermoso como lo era el pequeño Jackson?

Jackson. JACKson. jackSon. JACKSON.

  Un bastardo más, uno que se agrega a la lista de Charlotte, este era su legado; tener sus generaciones de forma bastarda, convirtiéndolas en personas sin futuro, desdichadas y con un destino marcado. Marcado por el mismo diablo.

  Pensó en hacer tantas cosas cuando sus hombres le dieron la notificación de aquel embarazo. Aquella aberración que era capaz de hacer el útero de Madame. Cuando tomo al pequeño entre sus brazos, y vio con la agonía que Isabelle le observó ya que no sabía cómo esté reaccionaria; no sabía de qué era capaz de hacerle a su hijo, ella en ese momento no sabía que él ya la tenía en sus manos. 

-Entonces mi palabra es ¿Es una porquería? ¿Soy un loco que vive hablando disparates?- Sonrió con cinismo, sintiendo el agrio de su bilis en la garganta- Soy un jodido loco. Me voy por menos de un año y me esperas parida y no tanto que un animal saliera de ti, sino que ni siquiera lleva mi sangre- Suspiro exasperado tomando al bebé en sus brazos. Acomodando lo en su brazo izquierdo para entonces tomar su arma en la mano derecha y apuntar a la cabeza del infante- Creo que debería deshacerme de esta pequeña molestia, que te ha dejado gorda- Quitó el seguro del arma- Sus órganos tiernos le han de gustar a los perros seguro, tiernos y calentitos. No dudo eso- Colocó la boquilla del arma en la frente de este- La paga de tus actos es con sangre ¿Quién lo diría?- Acarició el gatillo pero antes escucho la risa soncarrona del bebé ¿Estaba al punto de morir y reía? Reía con felicidad jugando con el arma- Vaya, no esperaba esto- Guardo el arma observando con determinación al bebé, un pequeño bebé que algún día sería un hombre- Un Bond- Sonrió ante sus pensamientos- Bien, creo que el castigo será otro, declararé al pequeño como mi hijo. Lo cuidarán algunas nanas que contrataré, pero él, ese pequeño, tu no tendrás ni siquiera la oportunidad de amamantarlo y si lo haces, si te relacionas mucho con él. Será el fin de ambos-

  Y es que madame no podía decir nada, ya que le tenían amordazada en aquella camilla de hospital. Por culpa de una alegación de Bond, según el, esta sufría pequeños delirios de locura y no era segura para el bebé. Así que el médico había ordenado que esta fuese retenida en la camilla.

Jackson. Jackson. Jackson. Jackson

  Cada latido de su corazón iba al compás del nombre de su bebé, pronunciado con suavidad y cariño por ella misma. Era su bebé. Su bebé que había salido de sus entrañas, del amor que sintió por un hombre extranjero, al cual no conoció mucho pero amo con cada célula de su cuerpo. Y ahora Jackson se convertía en el hijo de aquel monstruo y temía con euforia en la forma en qué terminaría criado su pequeño.

Pequeña. Débil. Desgraciada.

Hi, este es el primer capítulo, a partir de aquí  serán resueltos los misterios que oculta Bond ¿Qué dicen si hago los capítulos desde el punto de vista de Bond?

Madame TragedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora