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Abrió los ojos maldiciendo sus hábitos tan arraigados a su alma, respiró profundamente, ignorando el dolor en su pecho lo mejor que pudo y volvió a cerrar sus ojos, con su mano derecha tocó una de sus gastadas y enormes playeras, cortesía de su primo, probablemente de unas tres o cuatro tallas más grandes que él y que lo hacían ver aún más pequeño, maltratado y desnutrido de lo que era.

Escuchó un ronquido, su tío seguramente se encontraba en el tercer o cuarto sueño y roncaba como los mil demonios, aún no entendía cómo su tía tenía un oído inhumano para escuchar conversaciones ajenas o espiar a sus vecinos, volvió a suspirar, recordando el dolor en su pecho, seguramente tenía más de un moretón y una que otra costilla mal curada.

Como todas las noches, a esa hora despertaba, era media noche y Harry Potter; sobrino de Vernon y Petunia Dursley y primo de Dudley Dursley, (un nombre demasiado estúpido para su gusto); no pudo evitar dejar salir una lágrima silenciosa por su ojo izquierdo, y, sin las fuerzas o energía requeridas para limpiarla, dejó caer la gota de agua salada por su mejilla, hasta sentir cómo esta caía en el piso de la alacena de debajo de las escaleras del número cuatro de Privet Drive, Inglaterra.

Un siseo llamó su atención, abrió los ojos de nueva cuenta, esperó un poco para acostumbrarse a la poca luz que llegaba a entrar por debajo de la puerta y la rendija que su tío usualmente usaba para gritarle cuando era lo suficientemente rápido como para llegar a la alacena -su "dormitorio"- y esconderse de los golpes de su familiar.

Con dolor punzando su espalda y pecho se levantó lentamente de su improvisada cama, un pequeño y viejo colchón, probablemente de la cuna de su primo cubierto por algunas mantas rotas y sucias. Y vio la figura que estuvo junto a él.

-Tendré que compartir guarida con una cría humana, espero que seas lo suficientemente cálido- siseó nuevamente la figura, y Harry abrió aún más los ojos, un círculo negro, apenas una sombra se movió lentamente buscando calor en su cuerpo de apenas cuatro años de edad, contuvo un grito, no podía haber nadie ahí ¿un fantasma? Se preguntó recordando el cuento con el que Dudley le asustaba algunas veces junto con sus amigos y matones, la historia de un monstruo que vivía bajo las escaleras y que cortaba los dedos de los niños sin padres.

-No me hagas daño- susurró apenas con un hilo de voz, sintió cómo sus ojos se cristalizaban y sus piernas temblaban, no supo en qué momento se había hecho encima, pero pareció no importarle, porque el monstruo iría por él.

-Una cría humana llorona- siseó "el monstruo come dedos", y Harry se paralizó al sentir algo enroscarse, cerró los ojos con fuerza, aceptando su destino, y ahí iba a quedar, el monstruo se comería sus dedos, sus tíos bajarían en la mañana para abrir la alacena sólo para encontrar a Harry sin dedos y su cama hecha un desastre, lo obligarían a lavar sus cosas sin dedos y luego recibiría una paliza de parte de su tío Vernon-. No tengas miedo cría, no he venido a enterrarte mis colmillos.

Harry abrió los ojos lentamente, al menos el monstruo había tenido piedad con él y no se llevaría sus dedos; pero cuando vio una pequeña lengua saliendo y entrando de una delgada cabeza unida a un delgado cuerpo en forma de espiral enredado en su pierna contuvo el aliento ¿qué dijo tía Petunia que eran esas cosas? Había visto un par cuando hacía sus tareas de jardinería en el patio trasero.

-Serpiente- susurró Harry recordando el nombre del animal frente a él, el monstruo al parecer había dejado una serpiente para que atacara a Harry, sus pensamientos de piedad del monstruo se desvanecieron, aunque agradecía un poco al monstruo, al menos ahora tendría una amiga con la que compartir su alacena, olvidando que aún recibiría el regaño de su tío por haberse hecho en la cama-. ¿También estás sola?

-Una cría inteligente- escuchó la voz del monstruo, examinó la alacena por un momento, el monstruo no estaba ahí, y estaba seguro de que si alguna vez hubo un fantasma en la casa de los Dursley, había huido al conocer a lo que le quedaba de familia, y no lo culpaba-. Pero no demasiado, me temo, los de tu clase siempre creyendo estar solos, nunca estás solo, pequeña cría humana.

-Estoy hablando con una serpiente- jadeó Harry, su cabeza daba vueltas.

-Si quieres verlo de esa manera, si- contestó la serpiente sacando su lengua por última vez acercándola a la mejilla del niño humano, limpiando el rastro que había dejado su solitaria lágrima, de la cual la serpiente había aparecido-. Eso te hace una cría humana rara, aunque tal vez no seas una cría humana por completo- siseó al oído del niño.

Harry tragó saliva antes de desmayarse, dejando a una serpiente escondida entre su ropa, una cama meada y un montón de cosas mal en aquella rara conversación.



O S C U R O [Tomarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora