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Harry contuvo las respiración y miró a su alrededor, las telas flotantes se detenían frente a la mujer y, tan pronto como Madame Malkin se hizo a un lado con su "gran humanidad", Harry pudo poner más atención al niño que estaba parado en plataforma contigua a la suya.

—Oh claro, siempre es un gran honor complacer el buen gusto de los Malfoy— aduló la mujer regordeta escuchando las peticiones del niño rubio quien miró despectivamente a Harry—. Si me disculpa, esas telas no se cortan solas— canturreó bromeando la mujer antes de dirigirse a una puerta de la que Harry no había prestado mucha atención en ver qué había dentro.

—¿Hogwarts?— preguntó Harry, intentando tener una conversación amistosa.

—Evidentemente— contestó el otro niño tajante, los segundos pasaron sin que nadie abriera la boca, Harrry cambió su peso de pierna varias veces incómodo—. No deberías deshonrar el nombre de tu familia usando ropas de sangre-sucias— bufó el niño de piel blanca como la porcelana y ojos grises como la luna.

¿Sangre-sucias?, se preguntó Harry, los ojos del niño lo miraron como analizando qué haría alguien -probablemente alguien mayor- en ese momento. Harry movió su peso de pierna en pierna para tranquilizarse. 

Podía sentir los ojos del niño juzgándolo lenta y minuciosamente, como queriendo descifrar todos y cada uno de sus secretos, los cuales, por cierto no tenía, y Harry sintiendo la boca seca, intentó distraerse viendo de un lado a otro.

Mientras tanto, Draco miró al niño al otro lado de él, sus ojos verdes y sus rizos café rojizo le recordaban a alguien, pero no sabía a quién, parpadeó un par de veces, pensando en las palabras de su madre; si camina como sangre pura, se ve como sangre pura y mira como sangre pura, es un buen aliado.

—Soy Draco, Draco Malfoy— alzó el mentón, debía aprovechar esa oportunidad para hacer aliados, debía aprovechar que él no estaba ahí.

—Soy Harry, Harry Potter— contestó el niño, Draco casi deja salir una carcajada, pero debía comportarse, es un Malfoy después de todo—. Un placer conocerte, Draco— Harry sonrió extendiendo su mano hacia el otro niño; sin embargo, justo cuando iba a responder a su gesto, se vio interrumpido por la misma mujer regordeta que había alagado al rubio, seguida por alguien más.

—Lamento la interrupción, puedes subir querido— canturreó la mujer dulcemente, Harry bajó la mano para darle espacio al niño que acompañaba a Madame Malkin, sus profundos ojos azules parecieron atravesar y escanear a Harry, causándole un escalofrío.

—No quisiera ser una molestia, Madame— añadió el niño, con una sonrisa encantadora, la mujer negó con la cabeza y, con un movimiento suave de su varita, hizo que la distancia entre Draco y Harry creciera, apareciendo un banco blanco entre ambos.

—Ahí está querido, ¿ves? Siempre hay un banco extra para la noble casa Malfoy en mi boutique— finalizó la mujer dejando a los tres niños parados en fila, con sus medidas siendo tomadas por cintas y reglas flotantes.

Harry miró al recién llegado con asombro, las estrellas que bailaban alrededor del chico eran del mismo color que las de él, ambas sombras juntándose y danzando juntas, como si su lugar fuera una junto a la otra; mientras tanto, Draco apretó la mandíbula, matando con la mirada al recién llegado, sus ojos centelleaban de recelo. Los ojos plateados se toparon con los azules, haciendo que el rubio frunciera el ceño, el sabía que él quería hacerse aliado de Potter.

—Lamento la demora, madre me ha pedido que le pidiera a Madame Malkin un par de bufandas extra— habló el niño de ojos azules, Harry observó atentamente al chico, sus ojos curiosos no pasaron por alto ningún detalle, sus rizos del color de la noche caían con gracia por su cuello y rostro, bien definidos y peinados, enmarcaban un rostro aristocrático y bello, Harry no pudo evitar pensar que, a comparación de él, Harry era nadie, sin gracia y belleza, Harry jamás podría competir contra alguien que, a sus ojos, nació para triunfar.

O S C U R O [Tomarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora