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Las varitas iban y venían de sus manos, tan pronto como tiraba o rompía las cosas con una ya sacudía otra, el inventario del viejo Ollivander ya estaba medio vacío y un par de niños estaban afuera, sus padres completamente furiosos, tocaban y daban leves golpes a las ventanas y puerta. Pero Ollivander no iba a dejar pasar a nadie sin antes haberle dado una varita al señor Potter, llamarlo favoritismo sería demasiado, pero un buen hacedor de varitas siempre apreciaba a un cliente difícil.

No fue.hasta.que una varita con sangre de thestral y delicada madera de avellano dio un par de chispas a su portador que Ollivander se permitió sacar un suspiro.

–Al fin– susurró Severus cansado de estar parado, sin embargo, fue callado por el dueño de la tienda antes de poder cantar victoria.

–Señor Prince, su gusta, puede retirarse, el joven Potter necesita adecuarse debidamente a las condiciones raras de su varita– instó al hombre a irse implícitamente, mientras Severus, agradecido por poder retirarse de ese ambiente polvoroso salió con prisa bien disimulada de la tienda, seguramente en busca de algún ingrediente para sus pociones.

–¿Q-Qué condiciones raras tiene mi varita, señor?– tartamudeó Harry, Ollivander guiñó un ojo tomando otra varita de debajo del mostrador, una linda varita flexible café de núcleo de pluma de fénix.

–Ninguna, señor Potter, es solo que un mago como el señor Severus Snape no puede ver una entrega de varita ilegal en Ollivanders– rió el hombre quitando algo de la varita con uno de sus dedos, y Harry pudo ver unas cuantas chispas amarillas salir de ésta, como si un peso fuera sacado de ese trozo de madera.

–¿Qué era eso?– preguntó Harry mirando a las luces y chispas desaparecer en el aire.

–Eso, señor Potter, es el rastreador para menores que el ministerio mágico y esos viejos del Concejo* de Winzengamot obligan a los hacedores de varitas implementar durante la creación de varitas para menores de edad– explicó el vendedor tendiéndole la varita–. Pero ellos no deben saber que esta varita existe, o más correctamente, que le pertenece a usted.

–Pero, aún no la he tocado– dijo Harry, sin embargo, no fue necesario; porque el canoso Ollivander la tendió y tan rápido como sus dedos la rozaron, una sensación cálida inundó su cuerpo y las chispas bailaron como locas a su alrededor y no solo en la punta de la varita.

–Úsela con cuidado, señor Potter– murmuró el de ojos saltones–. La varita elige al mago, señor Potter y ésta en especial de núcleo de fénix, lo ha elegido.

–¿Por qué a mí?– preguntó guardando la varita con cuidado.

–El por qué, señor Potter- se alejó con cuidado, volviendo detrás de su escritorio- no siempre es claro, pero, lo que sí es claro– añadió dando un par de golpes en la madera–. Es que usted está destinado a grandes cosas.

Harry tragó saliva guardando la varita de pluma de fénix entre sus ropas , mientras dejaba a la vista la otra de pluma de thestral; parpadeó confundido cuando Ollivander cerró las persianas de la tienda, asustado, Harry dio un paso atrás y abrazó su varita, sin darse cuenta de que el collar de serpiente había desaparecido, y el reflejo en un espejo cerca del mostrador de Ollivander miraba la escena de forma neutral, al contrario de su rostro contraído de miedo.

–Lo sé, debe saberlo– murmuraba frenéticamente asustando aún más a Harry con su ir y venir de estantes, cubriendo cualquier cosa que encontraba y pudiera reflejarlos–. Debe saberlo, debe saberlo.

Ollivander tragó saliva, se había retractado de sus pensamientos anteriores, todavía podía evitar una catástrofe, se convenció tratando de ser lo más seguro y firme en su decisión, justo porque, pensaba, ese chico frente a él no tiene la culpa de nada. Pero, antes de poder hacer algo, sintió una punzada en la pierna derecha, bajó la mirada con los ojos bien abiertos, una serpiente de color negro y azul cambiaba de color mientras mordía su pierna. ¿Cómo no la había notado?Detrás del chico, el espejo de su madre reflejaba a esa terrible y bella criatura, sus ojos sin rastro de humanidad mataban con un vistazo y sus cabellos poco a poco se volvían serpientes diminutas, esperando ser liberadas.

O S C U R O [Tomarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora