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–¡La sangre no ha de importar!– el grito de la profesora Trelawney resonó por todo el salón de adivinación en la escuela de magia y hechicería: Hogwarts.

Los alumnos de tercer año saltaron en sus lugares, algunas esferas de vidrio para adivinación cayeron al suelo, por suerte no se habían roto, hacía diez minutos que su profesora había quedado de piedra en medio de la explicación sobre la adivinación con esferas y todos habían empezado a preocuparse y cuestionarse seriamente si ese era otro de los ataque de locura, o extravagancia, como les gustaba denominar a los Ravenclaw, típicos de la mujer.

¡Cómo no hacerlo si la loca profesora había estado mirando la pared encima de sus cabezas sin mover un solo músculo!

Un chico moreno de Hufflepuff intentó auxiliar a su maestra, pero antes de que pudiera acercarse, un relámpago cayó del cielo muy cerca del ventanal del salón de adivinación, un trueno resonó y la profesora entreabrió sus labios antes de gritar.

–¡El fénix caerá!– todos dieron un paso atrás y los que estaban sentados se encogieron, nunca habían visto a la profesora (o algún adivino en general) durante un verdadero trance.

–¡Teman todos!– su voz había cambiado, ahora parecía que varias personas hablaban a coro en su garganta, hombres y mujeres por igual,daban un aura más escalofriante a la situación–. Cuándo la serpiente encuentre al cuervo la sangre correrá, la farsa caerá y la magia de ella se irá. Madre está enojada, dejó que su hijo bajara a ver el mundo por última vez antes de la caída. Magia, sin embargo nos dará una oportunidad, la gorgona es la clave y profecía será desmentida ¡El ciervo y la gorgona serán uno! Sin embargo, si la llave es alejada de la puerta ¡La sangre correrá por los dedos del hijo y Madre se irá! El niño cuya alma fue arrebatada y estrujada perderá el peso que lo mantenía preso.

Todos aguantaron la respiración a cada palabra, un rayo viajaba de nube en nube; si alguna vez tuvieron dudas sobre el tercer ojo de la profesora Trelawney, acababan de recibir una gran bofetada, cuando todo terminó la bruja tosió violentamente antes de mirar a sus estudiantes.

–¿Continuamos con la lección?– preguntó suavemente, y el chico Hufflepuff que intentó ayudarla salió corriendo del aula lo más rápido que pudo; lanzando gritos de ayuda y advertencia.


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Dumbledore subió escalón por escalón la estrecha escalera de la torre de adivinación, resopló, debió haber conjurado un hechizo de levitación o algo así, ¡por Merlín! Que sus más de cien años ahora pesaban como el demonio.

Se detuvo antes de murmurar una maldición, el chico detrás de él parecía a punto de tener un ataque o algo por el estilo, ni siquiera se molestó en recordar el nombre del muchacho, ¿para qué?, se preguntó antes de contestarse, simplemente porque el chico era un sangre sucia sin ningún poder mágico en especial o familia ricachona a la cual engañar, se corrigió, sugerir que ayudaran a hacer un mundo mágico mejor. Pero ¡vamos!, tenía que continuar con su fachada de abuelo bonachón.

–¿Qué decías, muchacho?– preguntó fingiendo ser el viejo senil que todos creían que era.

Y no los culpaba, a veces incluso él se preguntaba si la edad empezaba a hacer de las suyas con su mente.

–¡No sé qué pasó, profesor Dumbledore!– chilló el joven, el hombre tuvo que contener un gruñido, los indecisos y amables Hufflepuff ¿cómo podía existir gente así?–. Un momento estaba parada como piedra y al siguiente auguró algo peor que la muerte de un estudiante.

O S C U R O [Tomarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora