XXV. Intento de Homicidio

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El amanecer se anunciaba en medio de aquel tan silencioso bosque. Dentro de él, la pareja se perdía en la reluciente agua procedente de la cascada. Hacía bastante frío, pero aquello no había sido impedimento para sumergirse en las inexistentes olas del lago. Sus cuerpos se habían fundido en uno y el calor producto de ambos los abrasaba.

—Carlos —Julia fue la que interrumpió aquella pequeña batalla de agua —. ¿Has escuchado eso?

Carlos se detuvo al escucharla y se acomodó los mechones mojados de su rostro.

—¿A qué te refieres, Juls?

Julia permaneció unos largos segundos inspeccionando un punto fijo entre los arbustos del bosque.

—Siento... Como si alguien nos estuviera observando. —respondió la muchacha para posteriormente encogerse ante un escalofrío.

Carlos frunció el entrecejo y se dedicó a mirar a su alrededor, Julia sólo se acercó y se abrazó a su caliente cuerpo. La muchacha parecía muy consternada y eso le preocupó, le había prometido que la mantendría a salvo.

—Habrá sido algún animal o algo, cariño. Estamos en medio del bosque. —Intentó tranquilizarla, dejando un pequeño beso sobre su cabellera.

—Ya, seguro.

—No tienes que preocuparte...

Pero antes de que pudiera responder, sintió un extraño movimiento en un arbusto a sus espaldas, fue brusco y torpe. Al escucharlo, volteó enseguida y fijó su mirada en él.

—Será mejor que vayamos volviendo, ¿no? —dijo Carlos.

Esta vez todos los sentidos del muchacho se activaron y se pusieron alerta. No tenía la menor idea de qué podría haber provocado el movimiento, pero ya no estaba tan seguro de si era un animal. Sentía como si un par de ojos estuvieran clavados en su nuca y viendo la expresión de Julia, pensó que la mejor idea era volver antes de asustarla más.

No tardaron en emprender paso, ambos se secaron y levantaron todo para volver. El trayecto no era muy largo, pero todos los árboles que invadían el lugar lo hacían parecer mucho más extenso.

—Ya verás que nadie notará que salimos... —le aseguró el castaño.

Sin embargo, a mitad de camino, Julia se detuvo de repente y miró a Carlos con temor.

—Siento que alguien nos está siguiendo desde el lago —confesó murmurando.

—Juls...

—No me digas que estoy loca ni nada, Carlos. ¿No lo sientes?

Carlos dudó si responder o no, en su lugar, decidió ignorar por completo la pregunta y seguir caminando como si nada. Sabía que si profundizaba el tema iba a sentirse realmente paranoico.

—¡Carlos! —protestó ante la ignoración, aún estática en su sitio.

—Volvamos, Juls. No ha sido nada.

Julia se cruzó de brazos en su sitio, harta ante el cambio de actitud tan brusco de su novio.

—No me pienso mover de aquí.

—Julia...

Fue en un segundo, Carlos se había volteado para verla cuando un cuerpo pasó a gran velocidad y lo acorraló contra el árbol más cercano.

—¿Qué...?

Pero antes de que pudiera decir algo, una segunda figura apareció entre los árboles y la empujó con una fuerza extrema contra el tronco de un árbol.

Villa Triunfo | OT2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora