Ep.2: 承諾

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Corregido.

Bajaron a la vez, sus pasos iban con una coordinación casi perfecta, pero todos temían que la frágil madera se rompiese por el peso ejercido. No veían absolutamente nada. No había luz, mucho menos ventanas. Nada.

Quizás tampoco había nada que ver.

—No me gusta este lugar...— Murmuró San, y esta vez se notaba que estaba asustado.

Un fuerte olor impactó contra sus narices, de manera literal. Putrefacción, el olor de la carne cuando se ponía mala pero multiplicado por un millón. MinGi subió el cuello de su camiseta para que de esa manera no jodiese su olfato y el resto, aún sin pensarlo, lo imitaron.

San fue el menos inteligente al agarrar su teléfono y prender la linterna apuntando a la gran habitación.

Ante la vista, Jongho no pudo hacer otra cosa que empalidecer y llevarse las manos temblorosas al rostro para evitar aquella macabra visión mientras que se mordía con fuerza el labio inferior para evitar soltar un grito de puro terror. A San la bilis se le subió a la garganta y no pudo contener los impulsos de vomitar ruidosamente en un lado de la escalera.

¿Y MinGi? MinGi, temblando, solo mantenía su mirada en el fondo, donde el sonidos de la cadena seguía insistente, cada vez más débil.

En la habitación, cadáveres habitaban tirados en el suelo como si fueran cualquier cosa.

—¡MinGi, joder! ¡Vámonos!— Gritó JongHo agarrando y tirando de la camisa de San quien limpiaba su boca después de haber echado el almuerzo. Ambos estaban a punto de subir despavoridos por las escaleras cuando la susurrante voz grave de MinGi se hizo presente.

— H-Hay un...— Las palabras no querían salir de su garganta, a penas se lo podía entender con claridad. Solamente alzó su índice, señalando el movimiento del fondo con este, los chicos no podían ver pues el punto de luz había sido apartado a causa de un instinto.— Ahí...

JongHo, usando toda su fuerza de voluntad y evitando a toda costa los cuerpos moribundos, dirigió su mirada hacia donde el mayor señalaba. Detectó el movimiento y el sonido de las cadenas.

—¡¿Y si es el maldito loco que ha hecho esto?!

—¿Por qué el loco se habría encadenado a sí mismo?— Preguntó San con la voz débil, aún sintiéndose mareado en exceso, pero sacando fuerzas de ninguna parte para no caer.

—Yo que sé, es un loco, quizás intenta atraernos... ¿MinGi?

MinGi se estaba internando en aquel laberinto de cadáveres. Sentía que era llamado.

Caminó ignorando las voces de sus compañeros, quienes lo llamaban con insistencia para que volviera y no se arriesgase. Los metros se le hicieron hectáreas, y todo se volvió como una película a cámara lenta.

Ignoró toda aquella carnicería a su al rededor y se concentró en llegar hasta el final, en un momento dado, no supo exactamente cuándo pero sacó su móvil y con dedos temblorosos, prendió la linterna para que la iluminación aumentase.

No podía si quiera respirar.

Apuntó el brillo directamente hacia el ser que había sido el causante del sonido metálico mientras que finalmente terminaba de acercarse a él, logrando con ello que este cerrase los ojos por no haber estado acostumbrado a la luz en tanto tiempo. MinGi aprovechó para inspeccionarlo.

Curiosamente, no había tanto miedo corriendo por su cuerpo como minutos antes.

Se podía apreciar que tenía un cuerpo pequeño aún estando de rodillas, en otra ocasión, aquel chico que portaba un cabello rojizo un tanto largo, le habría llamado la atención con aquella nariz respingona, rasgos perfectos y envoltorio de porcelana, sin embargo, la extrema delgadez y la piel tan increíblemente pálida le hacían recordar al esqueleto que usaban para enseñar en clase de biología.

𝐒𝐄𝐃 || MinJoong [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora