13

277 20 1
                                    

V caminaba arrastrando los pies, con la mirada fija en los dedos, que parecían por la puntas cortadas de sus viejos zapatos negros de charol. La entrevista con la tía Heeson le había dejado preocupado. Por un lado, le gustaba la idea de ganar dinero extra, pero por otro, el tener que engañar a Jungkook le dolía. Podía resultar peligroso para el niño, por las cosas que le habían dicho, estaba seguro de que iban a utilizar a Jungkook para cometer un robo o un secuestro de alguien importante. Bueno, ¿quién era él para que decidir que era peligroso y que no? total, correr entre los autos vendiendo chocolates, también lo era. Alzó los hombros y se puso a silbar para callar su conciencia y su corazón.

Él tenía una sola persona a quien debía cuidar en la vida: V, es decir, el mismo. Pero no podía dejar de darle vueltas al asunto. Jungkook creería al cualquier cosa que él le dijera y estaba seguro de que se pondría furioso al saberse engañado, pero... V se detuvo razonando. Podrían compartir el dinero entre ¡qué buena idea!, si él se enojaba, el castañito compartiría su ganancia con él. No toda, ni siquiera la mitad, pero le daría una buena parte y ya, arregladando el asunto.

Contento con esta decisión, alígero el paso para llegar rápido a su refugio. Una vez solucionado en su mente el problema de Jungkook, se puso a pensar en ese otro trabajo que la tía Heeson también le había ofrecido, donde él aparecería en una película y le darían ropa y zapatos nuevos. V no podía imaginarse tanta buena suerte.
Siempre había tenido miedo de terminar como los amigos del calzón tierno, esos chicos tristes y se había jurado jamás hacerlo. Ahora se le presentaba la oportunidad de un trabajo que más tarde podría llevarlo a cumplir su sueño de ser modelo.

Cuándo regreso al refugio, los otros niños no habían llegado aún. En medio de todas las emociones, se había olvidado recoger las sobras del día en el restaurante de turno. Estaba malhumorado, seguro que Jungkook se le olvidaría traerlas, como era él quien siempre le recordaba... de pronto, lo vio venir. El niño sostenía en las manos una bolsa de plástico con aire de satisfacción, mientras sonreía orgulloso.

— mira, V, lo que traigo aquí — y le enseñó unas piezas de pollo mezcladas con papas fritas —. Es comida de verdad, V. Y esta calentita, escoge la que quieras, que hay para los dos — explicó abriendo la bolsa

— ¿cómo que "de verdad"? — preguntó intigrado el castañito

Jungkook le explicó que no eran sobras, sino que había comprado esas piezas con su dinero.

— bueno, señorito, ya que tanto insistes... — V tomó una pieza de pollo. Había preferido que el niño no se portara tan amablemente, en especial ese día. Se subió al bus donde dormía y se sentó en el asiento delantero a comer. Jungkook se subió también al bus y se sentó delante de él.

— mmmmm, me gusta el pollo. Cuando vivía con mi familia, comíamos pollo una vez por semana — dijo Jungkook, lamiendose los dedos. Era la primera vez, en mucho tiempo que mencionaba a su familia

— ah, ¿si? — le dio una mordida más a la pieza — pues yo también comía pollo cuando vivía con mi hermana. Todos los días. Y carne bien gruesa, salchichas y lomo de cerdo y hasta pavo con relleno, como esos que anuncian en la calle.

Jungkook se sorprendió. No sabía que había hecho para despertar tanto malhumor en V, que solía estar de buen genio. Pero él se sentía contento y, aunque sabía que V le estaba mintiendo, el tono de fanfarroneria del castañito le producía gracia.

— oye, hablando de familia, señorito. Tengo algo que enseñarte —. propuso el castañito, que de alguna manera quería demostrar su agradecimiento.

Se limpió las manos en el pantalón, se puso de pie y camino hacia el fondo del bus. Busco debajo de un asiento y regreso con un bolso viejo y roto de cuero. Lo abrió y extrajo un papel que desdoblo con mucho cuidado.

Lágrimas de Ángeles «KOOKTAE»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora