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Una hora mas tarde cuando los niños fueron hacia el sur de la ciudad, ya era de noche. El cielo estaba completamente oscuro y lucia como el marco perfecto para na iluminación intensa de las cúpulas de las antiguas iglesias que abundan en este sector.

V y Jungkook siguieron por calles angostas y torcidas hasta llegar a una casa de estilo antiguo, con balcones de hierro forjado y ventanas tapados por tablas de madera, que le daban un aspecto de abandono. La pintura de la paredes se desprendía por los efectos del sol y la lluvia, y colgaba como serpentinas.

La entrada de la casa estaba protegida por una gran puerta de madera. Con guirnarlas de flores talladas en ellas. V empujó la puerta de madera y la puerta cedió. Los niños pasaron a un patio con piso de piedra y una fuente en el centro. Por dentro, la casa era de dos pisos construida alrededor del patio.

Las luces y los sonidos que salían por las ventanas interiores indicaban una gran actividad que nunca se adivinaría desde afuera.

V miró a Jungkook y le hizo una señal de silencio poniendo un dedo sobre sus labios, mientras subían por una gradas angostas de madera.

Jungkook, muy sorprendido, no dejaba de observar el entorno  —¿dónde estamos? — susurró sin poder contener su curiosidad.

— en un lugar muy impresionante. a veces lo llaman "cuartel general", como el de los militares, ¿sabes?, pero este no es un cuartel. Aquí trabajaban los jefes, mejor dicho, la jefa — contesto el castañito hablando en un tono bajo.

Cuando subieron hasta el segundo piso, se encontraron con una puerta de hierro que tenía una rejilla en la parte superior. El castañito golpeó de una manera especial. La rejilla se abrió dejando ver un par de ojos los cuales les miraron con desconfianza desde el interior.

— vengo a ver una cocina de segunda mano — dijo el castañito en tono seguro.

— ¿de que año? — respondió una voz
masculina.

— del noventa y seis — comentó rápidamente el niño

La puerta se abrió. Un hombre con barba de varios días, que vestía un abrigo de cuero negro, los hizo entrar. Una metralleta pequeña descansaba sobre una silla junto a una mesita. Un hombre viejo salió por otra puerta y se acercó hacia ellos, era pequeño y vestía traje y corbata. Su cabeza brillaba debajo de un mechón de pelo peinado estrategicamente alrededor para disminuir la calvicie.

— ¿quién es este? — increpó el viejo al castañito sin saludar, señalando a Jungkook con un gesto de la barbilla — a la tía Heeson no va a gustarle que traigas desconocidos, V

— buenas noches, profesor — sonrió tímidamente el niño — el calzón tierno nos dijo el otro dia que la tia Heeson necesitaba a alguien así, como él — Jungkook le miró extrañado

— ah, bueno, entonces pasen a verla. Pasen, pasen – el profesor sonrió mostrando unos dientes amarillentos y caminó delante de ellos hasta llegar al fondo del corredor frente a una puerta de metal que se encontraba cerrada. El viejo presionó un timbre y desde dentro una voz de mujer contesto la llamada con desagrado. El viejo pidió permiso para entrar. La puerta se entreabrió con un click mecánico, el profesor ordenó a los niños que esperaran y entro solo en la habitación.

Era una oficina grande, con varias computadoras distribuidas sobre escritorios pegados contra las paredes y una mesa rectangular en el centro, rodeada de silla tapizadas de terciopelo rojo. A la cabecera de la mesa estaba sentada una mujer de mediana edad, tenia cabellos largos y lacios pintados de un rubio platino.

— ¿que pasa? pensé que se había marchado, profesor —dijo la mujer con la voz ronca de fumadora consumidora.

— ya me iba, querida Heeson, pero me encontré con uno de esos niños de la calle, V; ha traído a un muchacho que no parece ser de los nuestros, por lo menos a primera vista, porque anda bien vestido. Dice que usted necesita de un niño así...

La mujer se quedó pensativa. ¡tenia tantas cosas que organizar en sus diferentes negocios! cerro los ojos mientras pensaba. Sus pestañas, cubiertas de una gruesa pasta, de maquillaje, vacilaron como las patas de una araña. De repente los recordó.

— si, claro. Necesito a un niño para un trabajo que se nos va a presentar — se acomodó en el sofá mientras le daba una colada a su cigarro — pero no uno de los de la calle, sino otro, de preferencia un niño de fuera de la ciudad. Es verdad, pedí que buscaran a alguien así el otro día: un chico ingenuo

— bueno, entonces están afuera, ya los voy a hacer pasar —dijo el viejo y salió para llamar a los niños.

V y Jungkook entraron y se quedaron de pie junto a la mesa, al extremo opuesto de donde estaba la mujer.

— hola, amorcito — se dirigió a V —¡ay, pero si has traído al novio!, ¿no? vengan, acérquense. ¡que bueno que han venido...!

El castañito se sonrojo. Le molestaba la hipocresía de la mujer, pero comenzó a explicar, de la mejor manera, que Jungkook estaba interesado en trabajar como vendedor en la calle, que no tenia familia y que quizá podía quedarse en su grupo. Mientras tanto, Jungkook observó a la mujer con detenimiento. Con que ella era la famosa tía Heeson. Al niño le disgusto la mujer por completo y, por primera vez en el día, sintió el deseo de estar de vuelta en su casa, aunque su madre ya no estuviera allí.

La actitud de la mujer le recordó a los gatos cuando juegan con una ratón al que tienen atrapado.

La tía Heeson continuo con el tono meloso y dijo que no había ningún problema en aceptar que Jungkook entrara a su "organización". Lo tomó del rostro con una mano fría y escuálida, lo alabó diciéndole que era muy guapo y que, por supuesto, podía trabajar de vendedor en las calles con el grupo del castañito, pero que ella tendría otro trabajo mejor que ofrecerle en corto tiempo.

 Lo tomó del rostro con una mano fría y escuálida, lo alabó diciéndole que era muy guapo y que, por supuesto, podía trabajar de vendedor en las calles con el grupo del castañito, pero que ella tendría otro trabajo mejor que ofrecerle en corto tiempo

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Editado: 31/08/20

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Lágrimas de Ángeles «KOOKTAE»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora