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El vapor de las alcantarillas subía en espirales, uniéndose a la niebla espesa que cubrían esa parte de la ciudad. Desde el segundo piso de una casa en la zona residencial, Jungkook observaba por la ventana, el niño tenía la mirada fija en el firmamento. A pesar de la creciente niebla, el cielo aún permanecía despejado y se veía la luna, la cual le recordó aquella noche cuando V le contó sus deseos de poder volar.

Habían pasado varios días  desde que el niño  se marchara en aquella camioneta y Jungkook seguía sin noticias de él. Tampoco había vuelto a ver a los otros niños porque lo mantenían prisionero en aquella casa.

Inmediatamente después de buscarlo en el autobús, el calzón tierno lo había llevado directamente donde la tía Heeson. La escena que se desarrollo en la oficina fue tan desagradable, que Jungkook la seguia recordando con el mismo miedo que sintió en aquella ocasión.

La tía Heeson lo había recibido con una sonrisa hipócrita y su tono de voz meloso, que muy pronto se convirtió en gritos destemplados e insultos después de escuchar que Jungkook no aceptaba colaborar con ella.

Sin aceptar razón alguna, la mujer le amenazó con un tono que no dejaba ninguna duda de que cumpliría lo que decía. Simplemente —así había dicho aquella mujer: “simplemente V o como llamen a ese condenado niño" — no volvería jamás si él se negaba a obedecer sus órdenes. Además, Jungkook "accidentalmente" perdería un brazo o una pierna, y aunque huyera lo encontraría porque tenía gente trabajando para ella en todas partes.

Jungkook se vio obligado a asegurar que estaba de acuerdo en realizar el trabajo que le pidieron. Y así lo hizo, se vistió con el uniforme de un colegio y se presentó a esa casa como el hijo de la empleada, se escondió en el armario, apagó la alarma y se quedó quieto, como congelado, sin saber que hacer hasta que lo sacaron de allí con empujó y lo introdujeron en un automóvil, junto a un hombre que llevaban amarrado con los ojos vendados y que habian secuestrado. Recordaba como el hombre trataba de obtener su libertad ofreciéndoles dinero y como lo había hecho callar metiéndome un pañuelo en la boca. Ahora, tanto al hombre secuestrado como a él los tenían atrapados en aquella casa, esperando. En el caso del hombre a que su familia pagará el rescate y en cuanto a él —según le dijo el calzón tierno— hasta que hiciera otro trabajo. Le ofreció que si lo hacía bien volvería a ver a V, aunque se rehusó a decirle dónde estaba el castañito.

El calzón tierno era el encargado de cuidarlo y vivían en esa casa con otras personas. Jungkook estaba seguro de que se trataba de tres hombre y dos mujeres, por las voces que podía escuchar desde la habitación. Una de ella parecía a la del profesor. Pero no estaba seguro de qué se trataba del viejo. Lo que que si resultaba evidente era que la tía Heeson no se encontraba allí, porque jamar podría olvidar el timbre de su voz.

La habitación donde se hallaba pertenecía obviamente a un niño. Las paredes estaba pintadas de azul y rojo, el cubrecamas, la cortinas y la alfombra era de los mismos colores; en los estantes muchos muñecos que sonreían desde algún mundo sin preocupaciones y varios animales de peluche miraban fijamente con sus ojos de plástico. Una vez más se preguntó Jungkook dónde estaría el niño dueño de la habitacion y que sentiría si supiera que él estaba allí. Se le ocurrió que le molestaría mucho. No podía ser de otra manera. Por lo menos porque no podía usar sus cosas puesto que nadie había retirado la ropa multicolor de los colgadores ni los zapatos que se hallaban en fila dentro del armario. Eran todos casi nuevos. Jungkook pensó en los del castañito. ¡Como le habría gustado llevarle esos zapatos!

También tenía una televisión con canales internacionales y una cama de colchón suave y mullido, pero Jungkook dormía en el suelo cubierto con una cobija. Estaba seguro de que donde se encontraba el castañito, no tendría los mismos lujos y quería ser solidario con él.

Lágrimas de Ángeles «KOOKTAE»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora