Pasaron los meses y Jungkook siguió vendiendo dulces con los niños de la calle. A pesar de que su ropa se volvió vieja y sus zapatos gastados, le seguían llamando con su apodo "señorito", el elegante.La vida se volvió una rutina a la que Jungkook se incorporó sin sentirlo. El calzón tierno se reunía con ellos una vez al mes, les entregaba la mercancía y conversaba haciendo bromas y reprochandolos. Él era quien los controlaba y se aseguraba, día a día, de que los niños cumplieran con sus obligaciones. Al final de la tarde rendían cuentas al hombre, quien les permitía quedarse con una pequeña ganancia. Las reglas eran muy claras: si durante un día no vendían la mínima porción establecidas, eran catigados: y el castigo aumentaba al mismo ritmo de la falta de ventas. El castigo era físico y doloroso, a manera de golpes.
Jungkook no había sido castigado aún, gracias a que el castañito lo había adoptado como su hermanito pequeño, aunque tuvieran la misma edad. Él no solo se encargaba de buscar comida para los dos en los lugares donde les daban las sobras, sino que le había enseñado todo lo necesario para sobrevivir en la calle. Parte de esto era saber vender.
—tienes que mostrar los dulces, pero nunca meter la mano dentro de un carro, porque la gente se asusta. Especialmente las viejas, que creen que le vas a robar los aretes y te cierran el vidrio de golpe. Por ejemplo, a mi me pasó una vez fue algo horrible... — y le narró con lujo de detalles y mímica como una vez había sido arrastrado media cuadra con la mano atascada entre el vidrio y el marco de la ventana.
Un día les ordenaron vender dentro de los buses, a V no le gustaba y se quejó de ello con Jungkook, mientras caminaban a la parada de buses.—imagínate que a mi. ¡a mi! — repitió alzando la voz — me robaron en el bus. A mi, que soy inteligente y me doy cuenta de todo, alguien me robo cuatro chocolates juntitos mientras le daba el cambio a otra persona. El calzón tierno no me creyó y me dejó las piernas moradas —suspiró, recordando
— bueno, ahora somo dos y yo puedo ver que no te roben — sugirió Jungkook, a quien le gustaba tener la oportunidad de sentirse responsable del castañito.
Pero él se dio la vuelta y le dijo furioso:— oye, tú. ¿Crees que yo no puedo cuidarme solito?
—¡entonces cuídate solito, como dices, y yo me subo a otro bus! — gritó Jungkook dolido
El castañito se sorprendió mucho. Era la primera vez que el señorito le gritaba. Y ahora se disponia a marcharse sin el castañito en ese bus que apenas se había detenido. ¡Él es muy tonto!. V no le había explicado cómo se hacía y desde la cera pudo escuchar las grosería que el chófer le dijo al niño.
V trató de subirse de un salto, pero ya era tarde. El ayudante del chófer empujó a Jungkook, que chocó contra él. Y los dos cayeron sobre la pista. Los dulces de la caja del castañito rodaron alrededor.
Jungkook se levantó primero frotándose la cadera. — ¿qué pasó?, pensé que nos iban a dejar subir — se quejó aún más molesto con él.
V recogió los dulces y los puso otra vez en la caja mientras los contaba — están completos — suspiró aliviado
— ¿qué pasó?, ¿por qué el tipo ese se puso tan ogro? — Jungkook volvió a preguntar, aunque sospechaba que lo sucedido había sido su culpa
—porque pensó que te ibas a meter sin pagar. Algunos chóferes son buenos onda y te dejan subir así nomas — respondió — otros, ni al caso: te exigen el pasaje porque te lo exigen. Además, tienes que explicar que vas a cantar. Eso les gusta. Por ejemplo, esta canción... — y la dulce voz del castañito sonó:
"niños de la calle,
niño hermoso
tú no tienes a nadie,
nadie a tu lado.Con tus alas rotas
no puedes volar
ángel de la calle
nadie te va a amar"
ESTÁS LEYENDO
Lágrimas de Ángeles «KOOKTAE»
Ficción Generalalguna vez te has preguntado ¿cómo viven los niños de la calle? ¿que si se pueden enamorar? ¿que peligros corren afuera? ADAPTACIÓN Creditos a Edna Iturralde Agosto 2019