Capítulo uno: "15 segundos"

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Estaba lloviendo pero no me importaba. Hace tiempo dejé de ser yo. Mis piernas flaqueaban y mis manos están temblando. En mis nudillos hay sangre y en mis manos, también, pero no sé si es mía o...de otra persona.

Me siento en el asfalto. Ya estaba al frente de mi casa. Escucho el sonido de la autopista. El sonido de las familias dentro de sus casas cenando. Con su perfecta vida. Tratando de olvidar los problemas de sus rutinarias vidas.

Antes yo estaba en esa misma posición. A esta hora, cenando con mi familia y hablando de cualquier tema sin importancia.

Pero ahora, es diferente.

Ahora, todo cambió.

Y mi vida no será la misma.

A N T E S

Viernes, 29 de octubre

6:58 a.m

—Ya casi Ben, solo un paso más —veía todo distorsionado. Pensar que estaba a un metro de la puerta de mi casa, yo lo sentía como si estuviese en un camino sin final. Doy otro paso más tambaleándome, haciendo el mayor esfuerzo para no caerme. Seguro en unas horas pensaré que lo que hice es muy patético, pero esto de verdad que es un reto muy difícil.

Siento que no tengo puesto mi pantalón; me detengo del patético intento de caminar y verifico si los tengo por varios segundos. Mala idea, muy mala idea. En segundos,  mi rostro está contra el padimento y un ardor recorre mi mejilla.

Me quedé varios segundos (o horas, yo que sé) mirando la hierba y más atrás una capa blanca y fresca de neblina cubría las casas. La fresca brisa acariciaba mi cuerpo borracho y patético en el suelo.

La paz poco a poco se adueñaba de mi cuerpo, y la idea de entrar a casa se iba yendo como las esperanzas de que mi madre no me castigue.

Entre las nieblas vislumbro una silueta. Despego mi rostro del suelo e intento ver quién era. Frunzo el ceño intentando enfocar bien la imagen. "¿Marianne?" Sonrío  y una gran alegría inunda mi pecho. Cada vez que la veo es así.

Entonces, de un momento se me ocurre la brillante idea de citarle el poema que le dediqué en la primaria.

—Oh, Marianne, mi dulce Marianne, ¿Qué harías si te invito a bail....aar?  — Hago un tipo de poema que no me sale nada bien. Me intento levantar inútilmente —Mar..ianne—cuando al fin me levanto, me dirijo hacia donde la vi con una gran sonrisa, viendo doble, sin pantalones y citándole algo parecido a un poema. Eso sin agregarle que estaba borracho.

Pero no estaba.

—¿Marianne? —veo hacia todos los lados —. ¿Dónde estás? —MARIANNE —grito sin importar que los vecinos se despertaran. "No seas tonto, seguro se escondió" —. ¿Te has escondido? —"Cualquiera se asustaría si un borracho le empieza a cantar en la mañana, no lo sé, digo yo"—¡MARIANNE!

15 SEGUNDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora