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Me senté en el mismo lugar de siempre, con las mismas personas de siempre, haciendo mi rutina de siempre: mirarla.

Era algo que no podía evitar. Mis ojos siempre la buscaban, no me preocupaba mucho por ello ¿Sabes?

Ella se sentaba en su lugar de siempre, con las mismas personas de siempre, haciendo su rutina de siempre: mirarlo.

Era algo gracioso todo esto, aquel chico no se daba cuenta de que había alguien ahí mismo amándolo y ella no se daba cuenta de que había alguien aquí mismo amándola aunque por lo menos yo sí me daba cuenta cuando alguien me amaba sólo que yo no amaba de vuelta por estar pendiente de alguien que no me amaría jamás.

Así era el karma, tan hijo de puta como siempre. Supongo que aquella frase que leí alguna vez era tan real como mis huesos:

Amarás a quién no te ama por no haber amado a quién te amó

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