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—Aquí vamos de nuevo— anunció Emily a penas se sentó, siendo la primera del grupo en llegar —¿Podrías por lo menos mirarme cuando te hablo?—

—Cuando tengas algo interesante que decir hablaré contigo

—Já, muero de risa con tu chistecito

—No digas la palabra muerte y tu en la misma oración que pienso que te va a pasar y me ilusiono

—Uy sí, puras mierdas salen de esa boca pero te apuesto a que si por lo menos te dignaras a hablarle (cosa que no haces porque eres sociopata en potencia) estarías escupiendo puro miel y arcoiris

—Cosa que afortunadamente no va a pasar porque no le hablo

Emily soltó un gruñido frustrado

—Ahg, ¿Cuándo mierda le vas a hablar?

—Nunca

—¿Por qué?

—Porque sé que si le hablo va a ser muy difícil esconder toda la avalancha de emociones que siento y al final me cansaré y explotaré y eso no será bueno ni para ella ni para mí. Será peor para mí porque ella me destruirá diciéndome algo que ya sé

—Que está enamorada de alguien más— termina Emily por mí

—Exacto, ya lo sé y mi cerebro lo sabe y lo procesa pero supongo que a mi inútil e inservible corazón no le ha llegado el memo

Emily le echa un vistazo y ahora mi amor platónico de toda una vida tiene cuatros pares de ojos observándole

—¿Por qué te gusta? Digo sí, es bonita pero tampoco es que sea algo extraordinario y no es que tenga muchas cosas en común contigo

¿Que por qué me gustaba Allyson? La pregunta correcta en realidad sería ¿Por qué mierda no me gustaría?

En sus ojos tenía toda una gama de colores, tal vez una galaxia dentro, sus ojos transmitían millones de cosas dependiendo de como se sentía y cuando lo miraba a él, simplemente... Es como si a través de sus ojos se pudiera ver la aurora boreal; las pecas esparcidas estratégicamente por su nariz y mejillas eran mi perdición; su cabello del color del chocolate me fascinaba; con un simple gesto me hipnotizaba por completo, como por ejemplo tenía esta manía de parpadear y luego sonreía y a sus ojos se le formaban pequeñas arruguitas; con solo sonreír iluminaba la habitación completa, en cualquier lugar que estuviera solo tenía que sonreír y todo estaría mejor, el hambre se acabaría, los niños dejarían de llorar ¡Tony Stark reviviría! Creo que era muy obvio que amaba su sonrisa.

¿Como no iba a gustarme esa condenada si parecía haber sido hecha con las cosas necesarias para enamorarme? ¿Como puedes enamorarme? ¡Sé Allyson Bloom!

Pero jamás, nunca, por nada del mundo le iba soltar todo aquello a Emily.

—No es tu problema

—Ay, vamos Cris ¿Por qué te gusta? Dime, vamos, solo una pequeña cosita— rodé mis ojos excesivamente. Tenía que buscar algo con que callarla para que no me siguiera molestando porque si había una palabra para definir a Emily Adams, era malditamente insistente

—Simplemente me gusta y ya, no puedes saber con exactitud por qué te gusta una persona. Hay millones de personas en el mundo, así que ¿Como puedes saber por qué te gusta una en específico entre tantas?

Emily se me quedó mirando uno segundos sin parpadear luego volvió su vista a Allyson

—Es por su culo— decidió

—No es por...

—¡Si tiene un culo perfecto! Es por su culo, ya lo dije

—Aja, sí, lo que digas

Luego de ahí no hubo más charla pues llegaron los miembros faltantes de nuestro grupo y Emily sabía que tenía que quedarse callada sino quería una muerte instantánea.

Allyson era algo así como mi más oscuro secreto, Emily solo lo sabía porque se había dado cuenta solita -y porque en un momento de falta de mente estaba escribiendo su nombre en mi libreta con diferentes tipos de letra y muchos corazones- sino jamás sabría que tenía un fuerte enamoramiento por Allyson y es que nadie jamás podría ver mi lado azúcar, tenía una reputación que cuidar.

Reputación que se quebró un poco cuando por un comentario estúpido de Demián se me salió por la nariz el jugo natural que estaba tomando a causa de la risa excesiva, eso no fue la gran cosa, la gran cosa era que de entre las personas que presenciaron aquello ella estaba incluida.

Mi cara se había vuelto seguro de todos los tonos de rojo que había en el mundo. Vergüenza total. Y más vergüenza cuando noté que le causo gracia pues estaba sonriendo aunque no duró mucho porque él entró en la cafetería y ella se volvió una polilla atraída hacía la luz y tal parece que la luz obviamente no era yo.

Era él y siempre sería él.

EasierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora