Mi rutina había cambiado un poco. Seguía haciendo básicamente lo mismo solo que con la diferencia de que ahora yo no era la única que miraba, Allyson estas veces me devolvía las miradas pero ella buscaba esquivarla luego de un rato.
Me pregunté porqué estaría haciendo aquello ¿Curiosidad? ¿Se había dado cuenta de mi mirada acosadora? ¿Por qué sigues mirándome, Allyson?
Ya me había acostumbrado a compartir miradas fugaces con la castaña, por muy poca cosa que fueran a mi me encantaban esos pequeños momentos en dónde nuestras miradas se conectaban y lo mejor de todo era que ella ya no buscaba tanto con la mirada a Jace, o al menos eso trataba y eso jodidamente me encantaba. Y no es que pensara que yo tuviera una oportunidad con la castaña pero por lo menos ella dejaría de sufrir por alguien que no la amaba.
Yo estaba conforme con solo mirarla, te lo juro, solo necesitaba verla unos pocos minutos y estaría bien. Ya luego de nuestro receso para el almuerzo no la volvía a ver porque no compartíamos ninguna clase y yo no me molestaba en buscarla por los pasillos o en sus redes sociales. No podía ser tan masoquista.
Porque sabía que si buscaba saber más de ella, si intentaba siquiera hablarle y conocerla a fondo no habría vuelta atrás, cada pequeña cosa de ella me gustaba y solo la conocía superficialmente ¿Te imaginas que pasaría si la viera y hablara con ella todos los días? Me enamoraría demasiado rápido y lo haría con intensidad porque yo no hacía nada a la ligera.
Y entonces pasó. Otra desgracia. El instituto agregó un nuevo programa dónde añadirían actividades extracurriculares, cosa que antes no teníamos y teníamos que elegir obligatoriamente uno porque contaría como materia y el problema es que yo no era buena en ninguna mierda.
¿Arte? Ni de chiste porque hasta un niño de preescolar dibujaba mejor que yo
¿Teatro? Tampoco
¿Psicología? Tengo tan poca paciencia que lo más probable es que le termine recomendando a alguien que se suicide
Maldición ¿Yo era buena en algo?
Bueno, respirar se me daba muy bien...
—¡Canto!— chilló América —Sin duda aquí es donde me inscribo yo— la rubia procedió a rellenar la lista con su nombre, apellido, cédula, año, esas cosas. Y no me sorprendía, a nadie de hecho pues América cantaba 24/7 y su voz era ciertamente muy linda aunque a veces me hartaba. Cantaba todo el jodido tiempo, canta cuando va caminando (aunque nunca demasiado alto), canta cuando está feliz o cuando está triste, canta al pie de la letra cada canción que escucha, tararea cuando come, una vez incluso estaba cantando en voz baja durante un examen, según ella porque con música se concentra mejor.
—Creo que yo estaré en psicología— comentó Demián —aprenderé sobre la mente de las chicas y así descubriré el secreto para gustarles—
—Eso es un caso perdido— comento Riley burlándose aunque su expresión como siempre se mantuvo en blanco —Pensaba entrar en psicología pero como ya Demián dijo que se va a meter ahí mejor elijo otra—
—Pero todavía hay cuños, puedes entrar también— le animó el castaño
—Te tolero suficiente ya en las clases y en el comedor, no gracias— está de más decir que el chico quedó de lo más ofendido —Me voy a inscribir en...— ella pasó la vista por las opciones y de repente sus ojos se abrieron y juro que vi estrellas en ellos, sus labios se estiraron en una sonrisa antinatural y algo incrédula —¡¿Escritura creativa?!— se emocionó —NACÍ PARA ENTRAR EN ESTO— dramatizó y fue a inscribirse escribiendo con una rapidez tal que Flash se quedaría pendejo