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Dante
La mañana siguiente me hallaba de tercero en la fila fuera de la consulta del médico, esperando a que abrieran. Un cartel en la entrada avisaba que los cochecitos debían dejarse en el área de entrada y que no podían pasar de la recepción, entonces saqué a Emma de su cochecito, sosteniéndola con una mano mientras plegaba el cochecito con la otra. ¿Qué pasaba con todo este odio por los cochecitos a nivel nacional?
Por suerte no tuve que esperar mucho antes de que las puertas se abrieran. Las dos personas al frente de mí hicieron sus citas en el mostrador de la recepción y se dirigieron hacia la sala de espera.
―¿Lo puedo ayudar en algo? ―preguntó la recepcionista cuando llegué y me acerqué.
―Hola, sí. Me gustaría registrar a Emma aquí con un doctor, por favor.
Emma estaba viendo a la recepcionista con ávido interés.
―¿Usted ya está registrado aquí? ―preguntó la recepcionista.
―Sí, lo estoy ―Le di su mi nombre y dirección, observando como ella veía miopemente a la pantalla a su izquierda―. Y, ¿qué edad tiene…su… Emma?
―Cumplirá un año el próximo lunes ―le informé.
La recepcionista frunció el ceño a la pantalla antes de volverse a mí con el ceño fruncido.
―¿Lleva consigo su tarjeta de seguro social, su fecha de nacimiento certificada y su libro rojo.
―¿Uh? Su… no. ¿Qué es el libro rojo?
―El libro sobre su información médica hasta la fecha. ―Ante mi mirada en blanco la recepcionista elaboró su respuesta―. Contiene informes, por ejemplo, sobre todas las vacunas que le han inyectado hasta la fecha, los detalles de su nacimiento, ese tipo de cosas. Y también necesitare una fotografía de identificación y el comprobante domicilio de quién la esté registrando.
―¿Fotografía de identificación?
―El Pasaporte o la licencia de conducir y una factura de servicios que muestre la dirección.
¡Maldita sea! Pensé que estaría dentro y fuera en menos de un minuto. ―No tengo nada de eso ―negué con mi cabeza―. Pensé que solo necesitaría su nombre, dirección, la fecha de nacimiento y eso sería todo.
La mujer detrás del escritorio me sonrió compasiva. ―Me temo que no. Quizás podrías decirla a tú mamá que venga y la registre una vez que tenga todo los documentos apropiados juntos.
―Mi mamá está muerta ―le contesté.
―Oh ―La mujer parecía apenada―. Bueno, ¿y qué hay de tú papá? ¿Sería posible que viniera y registrara a tú hermana?
Oh Dios.
―Emma es mi hija. Mi papá es su abuelo ―dije aún tratando mantener mi tono de voz normal.
―¿Tú hija?
Aquí vamos de nuevo, me dije para mis adentros. ―Sí, mi hija.
―Y tienes… ―la recepcionista se volvió a la pantalla―. Tienes diecisiete.
―Dieciocho, en dos semanas.
―Ah, ya veo. Quizá la madre podría venir con los documentos necesarios y…
―¿Los hombres tienen prohibido encargarse de este tipo de cosas? ―pregunté impaciente.
―No. No. Por supuesto que pueden, solo quiero decir que tal vez la madre tiene acceso a los documentos necesario y podría aparecerse y…
―La madre de Emma ya no se halla cerca ―le expliqué, resentido hasta el infierno por el hecho de que tenía que hacerlo yo―. Cuido de mi hija y todo lo que quiero hacer es registrarla con un doctor.
―Si pudieras volver con todas las cosas que te mencioné, entonces no debería de haber ningún problema ―dijo la recepcionista.
Para ese momento todo lo que deseaba hacer era golpearme repetidamente la cabeza contra la mesa de la recepción.
―Está bien ―dije con mi paciencia colgando de un hilo―. Regresaré pronto.
Di la vuelta y salí, ignorando las curiosas y expectativas miradas de quienes había estado escuchando detrás de mí en la fila.
―Bueno Emma, esto será un B.D.D.N ―le dije mientras rearmaba el cochecito y le colocaba adentro―. Es decir “Buen Dolor De Nalgas” ―le expliqué.
―Roaannnng… pluuuuff… ―convino Emma.
Una vez en casa, busqué por todos los documentos que Melanie había dejado atrás. Debí hacerlo antes. Y ahora que lo pienso, me acuerdo de papá diciéndome que lo hiciera. En efecto había un libro rojo con letras doradas que decían ‘REGISTRO PERSONAL DE SALUD INFANTIL’.
Dentro había un número de páginas así como varias hojas sueltas y dobladas. Una hoja contenía los detalles del parto del bebé. Me enteré que Melanie estuvo en labor de parto durante siete horas y once minutos, sufrió un desgarre de segundo grado y pérdidas de sangre. Dios… sonaba horrible. ¿Quién había estado con Melanie cuando dio a luz? ¿Su mamá? ¿Su tía? ¿O había estado sola? Nadie debería de pasar por algo así solo.
Ella debió decirme, darme la oportunidad de envolverme con la idea y avanzar. Debí estar allí. No solo por el bien de Emma y el de Melanie, sino también por el mío. ¿Por qué Melanie no me contó?
¿Habrá pensado que tocaría fondo y huiría de la situación?
¿Habría intentado de convencerla que tuviera un aborto?
¿Me habría lavado las manos de todo el asunto?
No sabía. Miré abajo, hacia Emma sentada sobre la alfombra jugando con su osito, y sinceramente no lo sabía.
Había un montón de otras cosas en la hoja de la cuales no tenía ni la menor idea. Cosa como “puntuaciones Apgar” y “Presentación: Occipito – Anterior”. ¿Acaso eso era español? Me prometí buscar todas y cada una de las palabras que no entendí. Avanzando más por el libro vi todas las vacunas que Emma tenía. Debía de inyectarse otra entre los doce y quince meses de edad., de lo cual no me había enterado. Había tablas de desarrollo, gráficos de peso y talla, páginas de ayuda y asesoramiento y un par de páginas para comentarios en la parte posterior, los cuales asumí eran hechos por una enfermera o tal vez un inspector de salud o algo por el estilo. No era gran cosa al final de cuentas, pero al menos había ciertas lagunas.
Vacunas, trabajo y un lugar en una guardería pública, viendo escuelas locales, los indicadores de desarrollo, tenía que unir mis acciones y ordenar todos esos, junto con otras cosas más. No me podía permitir aflojar, no si quería mantener a mi hija.
Y la quería.
Pero necesitaba encontrar la forma de que todo eso pasara.
Una novela de Malorie Blackman
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Boys Don't Cry
Teen FictionA Dante, le espera un futuro brillante en la universidad y una carrera como periodista, pero el día que está previsto que estos lleguen, su antigua novia Melanie regresa inesperadamente… con una bebé. Él asume que ella está ayudando a alguna amiga...