50: Capítulo Final

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                                                                50

                                                             Dante

¡Maldición!, la voz de Adam fue tan inesperada que de hecho me hizo saltar. Me quede viéndolo como si fuera un fantasma o algo así. Y no era el único. Emma recobró su compostura antes que todos nosotros.

―Tiito ―dijo Emma, empezando a tambalear hacia donde él, con sus brazos abiertos.

Adam la recogió sonriéndole. ―Hoola, Emma. ¿Cómo está mi sobrina favorita? El resto de la familia está haciendo imitaciones realmente buenas de peces dorados en este momento.

Cerré mi boca de golpe.

―¡Sabandija descarada! ―exclamó papá.

―¡Papá! ―le interrumpí―. Hay orejitas pequeñas escuchando.

Papá miró como disculpándose, pero solo por un momento. Mientras Adam ponía a Emma sobre sus pies, papá caminó hacia él.

―¿Cómo te sientes, hijo?

―Adolorido ―replicó Adam.

Adam y papá se miraron el uno al otro.

―Adam, quiero que sepas que si necesitas alguien con quien hablar, alguien para escucharte sin juzgarte, alguien que siempre te cuide la espalda. Estoy aquí, ¿De acuerdo?

―Sí, papá ―Adam sonrió.

Y luego, de la nada, papá abrazó a Adam. Solo tomó uno o dos segundos para que Adam lo abrazara de vuelta. Un silencio extraño descendió sobre la cocina. Mientras miraba, mis ojos empezaron a lagrimear. ¡Oh, demonios! Una tos rápida y un giro de mi cabeza, me dieron la escusa para esconder mi vergüenza. Papá soltó a Adam y todos entramos en un silencio incómodo, inseguros de qué hacer.

―Ahora yo ―dijo Emma, tendiendo sus brazos hacia Adam y haciéndonos reír a todos. ¡Podría haberla besado! Mi hermano la sostuvo de nuevo.

―Cariño estás justo a tiempo para la cena ―dijo la tía Jackie.

―¿Qué es? ―preguntó Adam.

―Salchichas, puré de papas y guisantes ―dijo papá.

―No estoy seguro que mi garganta pueda con las salchichas, pero comeré un poco de puré ―dijo Adam.

Saqué unos cubiertos y la tía Jackie recogió unos platos del armario. Papá le agregó más mantequilla y leche a las papas, y las trituró como si fueran el enemigo. Dieciséis salchichas horneadas ocupaban una cacerola descansando en la cocina, fuera del camino. Adam se quedó en la cocina, alternando entre dar vueltas alrededor de Emma y levantándola sobre su cabeza.

―Yo no haría eso si fuera tú ―le previne―. Acaba de tomar jugo.

―Estará bien ―rechazó Adam―. Deja el escánd...”

Emma vomitó toda la camisa de Adam.

Por tercera vez en menos de cinco minutos, se produjo un atónito silencio. Yo fui quien lo rompió, gritando de la risa seguido por la tía Jackie.

―Oh, cariño ―dijo papá antes de iniciar él también.

Emma se echó a llorar. La tomé de las manos sin resistencia de Adam, que aún estaba mirando el desastre en su camiseta.

―Te lo advertí ―le dije, antes de volverme a mi hija―. Está bien Emma. No tiene sentido llorar sobre el jugo de grosella negra derramado.

Adam me miró. ―No eres gracioso ―luego hizo algo que no había visto en mucho, mucho tiempo. Empezó a reírse también. Mi hermano loco por la limpieza tenía vomitada su camiseta y podía reírse de eso. Sacudió su cabeza. ―Me lo merezco, ―dijo―ya vuelvo ―Salió de la cocina.

―No gotees sobre las alfombras ―le gritó papá después, poniendo la comida en el horno para mantenerla caliente.

Diez minutos después, una vez que Adam había tomado una ducha y cambiado su ropa, todos nos sentamos a comer.

―Está bien ―dije cogiendo mi cuchillo y apuntándolo hacia Adam. ―¿Quién eres y qué hiciste con mi hermano?

―¿Qué? ―Adam frunció el ceño.

―Duraste menos de diez minutos en la ducha ―le dije―. Tú no eres Adam.

Pausa.

―Púdrete y muere, Dante ―respondió Adam, mostrando un ingenio chispeante y replicado.

―Maldita sea Adam, detén los juramentos sangrientos ―dijo papá.

―¡Tyler, Tyler, de verdad! ―suspiró mi tía.

Y todos empezamos a reír de nuevo. Emma empezó a balbucear algo a Adam, y tía Jackie y papá se sonrieron el uno al otro como compartiendo un recuerdo sobre su mamá y como siempre regañaba a papá por su colorido uso del lenguaje. Yo en silencio y con cuidado bajé mi cuchillo y tenedor y solo los miraba a todos.

En este momento preciso, estaba feliz. Y en ese momento, era un sentimiento compartido por todos en la mesa. Antes de que Emma llegara todos ocupábamos la misma casa y eso era todo. Pero ya no más. No había respuesta para todas las preguntas, ni revelaciones cegadoras, realmente nada se había resuelto. Pero éramos una familia y estábamos juntos.

Y por ahora eso era todo lo que importaba.

        FIN

 

 

Una novela de Malorie Blackman

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Ay, esta historia es hermosa. No importa cuanta veces la lea :'( me hizo llorar, me hizo reir, suspirar, pensar, ¡de todo! Simplemente hermosa.

Espero que te haya gustado tanto o más que a mi :') La novela se lo merece. Esta Malorie es tremeda escribiendo xd

Déjale un voto al último capítulo por ser tan perfecto (a pesar de que a mí me gustaría maaaaás *-*), también por amor a Emma, por admiración a Adam, y por el maravilloso Dante :') ¡Te amamos, Dante!

¡Gracias por leer!

Boys Don't CryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora