3|| Ꮪ í l v є r Ꮯ r σ ѕ ѕ

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***

Vaella abrió los ojos, estaba recostada en una cama que no reconocía, el aroma de las sabanas no coincidía con las de su recamara; fue entonces cuando viró lentamente el rostro, dándole la vista de un rostro demasiado familiar «¡Por los dioses!» pensó mientras se cubría con la sabana.

El cuerpo al lado suyo se movió, y dejó a la vista su torso desnudo, las líneas de su abdomen que parecían una escultura renacentista, se cubrió el rostro con las manos reprimiendo las lágrimas que estaba a punto de soltar, era una completa estúpida, un asco de persona.

— Ella— se limpió las lágrimas para perderse nuevamente en ese par de cristales que tenía por ojos, esos que la habían llevado a uno de los círculos del infierno, aquellos hermosos ojos que ahora la veían con una dulzura, haciendo que su corazón se encendiera.

—¿Qué hicimos? — murmuró a punto de las lágrimas, las manos de su acompañante fueron hasta su rostro, acariciando sus mejillas, la suavidad de sus dedos casi la arrastran al mar del pecado nuevamente.

—Pretendamos que nunca pasó si es que te molesta— haló una de las sábanas para cubrirse mientras se levantaba de la cama; había caído tan bajo, más aún de lo que alguien pudiese imaginar, estaba ya en la habitación de un hotel con él.

—¡Rhaegar somos hermanos! ¡Hermanos! — le gritó y fue cuando cayó en cuenta que era una pecadora, el ser más despreciable que había pisado la tierra, estaba infringiendo la ley que tanto defendía en los tribunales ¡Oh que hipócrita!

—Te amo— Vaella negó rápidamente, no quería escuchar esas cosas, no cuando sentía que cada palabra era un pecado más a su lista y en cuanto más hablara, aquella pesada carga que sostenía sobre sus hombros se haría imposible de soportar.

—No digas eso— se sentó en el sillón. —Esto es...horrible— Rhaegar se levantó de la cama, llevaba ropa interior, y por más que intento separar los ojos del cuerpo de su hermano, no pudo, algo dentro de ella parecía encresparse cuando lo veía, el infierno tal vez.

—Sé que me amas, como yo te amo— beso sus manos. —Me lo demostraste anoche— Anoche, después de aquel beso, sí; recordaba perfectamente aquel beso, cálido y lleno de avidez, como la lava de un volcán cubriendo sus labios. Instintivamente paso sus dedos sobre su boca, como queriendo encontrar los vestigios de ese beso lleno de imprudencia.

—Bebimos demasiado— imperó haciendo que Rhaegar volviera a la cama para sentarse, señaló la única botella de vino que estaba a escasos metros de ella.

El alcohol no había sido el culpable, sino una enfermedad que ella misma había alimentado en la soledad de su recamara por tantos años.

—Bésame— Vaella no daba crédito a lo que su hermano le pedía, es más el simple hecho de recordar su consanguineidad le daban unas tremendas ganas de lanzarse por el balcón.

—¿Que dices? — pregunto atónita mientras el hombre frente a ella torcía una de esas sonrisas seductoras que le valían miles de admiradoras.

—Sí, bésame y así sabré que todo fue mentira— entonó sensualmente. —O tal vez no lo fue— agregó tan seguro de sí mismo que Vaella creyó ver un destello de malicia en sus hermosos ojos.

—Estás loco, no haré eso— respondió molesta por la insinuación, entonces el mayor se acercó a ella, podía sentir la calidez de sus labios a pesar de no tenerlos unidos a los de ella, Rhaegar podía volverla loca con una sola mirada.

—¡No! — le gritó cerca del rostro, pero era demasiado tarde, ya tenía su boca prisionera en un beso pasional que parecía deshacerla cuál cera ante el calor.

𝐈 𝐆 𝐍 𝐈 𝐓 𝐄 || 𝐉𝐚𝐢𝐦𝐞 𝐋𝐚𝐧𝐧𝐢𝐬𝐭𝐞𝐫 [ᴍᴏᴅᴇʀɴ ᴀᴜ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora