12||Garden of Evil

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La incertidumbre se le anidaba en el pecho, esa presión que sólo la culpabilidad hacia expandirse. Se estaba haciendo daño de tan solo pensar en las posibilidades que se conglomeraban en su mente, de imaginarse cada uno de los escenarios que se formaban frente a sus ojos en la penumbra de su apartamento.

La noche ya había caído desde hace algunas horas, y lo único que resplandecía en medio del salón era la luz de su móvil que se encendía cada vez que enviaba otro mensaje.

Jamás se había sentido tan impotente ante la falta de una persona, porque con Cersei todo era más caótico, más acelerado, como si se de una carrera se tratase. Aquel sentimiento no tenía cabida en él, siempre había mantenido en control sus emociones, siempre sereno, pero estaba a punto de perder la cordura.

¿Por qué la ausencia de una persona pesa tanto? Porqué tenía que ser Vaella.

Estaba perdiendo el juego, estaba perdiendo ante su misma estrategia, porque cada una de las malditas pautas que se había impuesto, ella con su sola mirada las había cambiado de bando.

Las señales de alerta estaban ahí, pero no quería verlas, porque aún eran ajenos, porque Vaella no podía pertenecerle a nadie aun, porque necesitaba deshacerse de su verdugo, deshacerse del amor que la tenía atada con grilletes de besos y caricias.

Y entre más pensaba en que aún eran dos extraños, más se le consumía el alma en pensar que estaba con él, justamente con él.

Las luces del pasillo se encendieron, eso quería decir que había vuelto, sus tacones resoplaron en el piso, pudo ver como hurgaba en su bolso buscando tal vez su móvil.

—¿Hablaste con él? — preguntó y Vaella se sobresaltó al escuchar su voz, tal vez porque no esperaba verlo en el living.

—¡Jaime! Me asustaste— contestó llevándose una mano al pecho. Como lo había deducido tenía el móvil encendido, tal vez revisando el sin fin de mensajes que había enviado.

—¿Hablaste con Rhaegar? — asintió levemente. Vaella estaba sorprendida de verlo con el ceño fruncido, como si estuviese molesto por algo.

—Sí, desde hace unas horas— dejó el bolso en el sofá para acercarse a él.

—Perfecto— contestó, en un movimiento rápido se levantó de su asiento, la pasó de largo. Estaba lo bastante molesto con ella como para seguir la conversación.

—Jaime que te pasa...— lo detuvo tomando su brazo.

Quería gritarle, explotar en cólera y maldecir a Rhaegar más veces de lo que hubiese pensando en su vida. Jaime giró sobre sus talones para encararla.

—He tratado de localizarte desde hace cinco horas, no contestas el teléfono, ni mis mensajes y luego me dices que hablaste con...— apretó los labios para no decir su nombre.

Vaella estaba confundida, y es que seguramente pensaba que no tenía derecho a reclamarle nada; y efectivamente, no lo tenía, pero no podía evitar sentir ese enojo que le carcomía la piel, que le pedía gritar de frustración, de besarla para que cualquier rastro de Rhaegar se borrase de su cuerpo. Pero se contuvo, no iba a cometer el mismo error de siempre, no iba a atarla con cadenas de oro a él, quería verla libre, aunque eso doliese.

—Estaba con Dany, mañana es la subasta y quiere que salga todo perfecto, además tuve que sacar a Viserys de la comisaría— su voz era tan calma, aun cuando su rostro tenía ese aire de molestia.

No tenía derecho, no eran más que el intento de una relación en la cual ambos serán salvados de un lazo enfermizo con sus hermanos. No eran nada, y porque se sentía como un todo cuando estaba con ella.

𝐈 𝐆 𝐍 𝐈 𝐓 𝐄 || 𝐉𝐚𝐢𝐦𝐞 𝐋𝐚𝐧𝐧𝐢𝐬𝐭𝐞𝐫 [ᴍᴏᴅᴇʀɴ ᴀᴜ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora