No había pasado más de cinco minutos de que Sebastián estuviese dentro de la casa de Jimena, y ya había tomado dos vasos de agua y la vez derramado el primero por lo nervioso que estaba.
Alan y David aún estaban a la espera de un interrogatorio, Jimena estaba igualmente esperando solo que ella estaba con el rímel corrido en las mejillas. Estaban esperando que el joven se tranquilizará.
—¿Qué fue lo que sucedió? —quiso saber Alan.
El joven dejó el vaso en la mesa que tenía enfrente antes de responder.
—El hombre se lanzó de la pasarela —dijo con la voz entrecortada por los nervios.
Sebastián sabía que había visto lo contrario, pero no quiso decirlo.
—Así nada más —David lo dijo en tono dudoso.
—Sí, creo que ese era su plan.
El joven agachó la mirada. Tenía unas ganas inmensas de contarles la verdad.
—Tal vez, tú lo tiraste —espetó Jimena que hasta al momento se había quedado callada.
—¿Qué? —dijo confundido y negó con la cabeza—. No es así, pero en realidad eso no fue lo que pasó.
En ese instante el joven estaba dispuesto a decirlo todo en absoluto, sin embargo, observó que sus tres compañeros estaban más confundidos.
—Entonces ¿Qué paso en verdad? —quiso saber David.
—Lo estaba siguiendo y otro hombre se acercó del otro extremo lo agarró y lo empujó, luego vino hacia mí y me sujeto, creí. —Todo lo había dicho demasiado rápido, pero se detuvo por miedo y por los nervios que sentía—. Creí que me empujaría también, pero no fue así; me dijo que dejará todo esto.
—Eso fue lo que dijo —comentó su amigo.
—No exactamente, pero lo dio a entender. Me amenazó. ¿Acaso no me crees? —espetó esto último—. Te ayudé y ahora crees que estoy mintiendo. ¡Mi vida estuvo en riesgo!
—No es el único que no te cree —intervino Jimena—. Me mandaron dos sobres cuando estabas cuidándome y solo lograste ver una, que es muy poco probable que haya sido otra persona la que lo enviará porque ya no existe, es decir, lo mataste.
El joven empezó a tensarse formando sus manos en puño, poniéndose de pie de inmediato para terminar la discusión, pero no fue así Jimena siguió hablando.
—Tú eres parte de eso.
—¡No! —gritó aterrado.
—Crees que no hay prueba de eso. Ni siquiera te diste cuenta que me habían dejado la primera carta —espetó—. Y él hombre de la segunda lo empujaste ¿Por qué? Simplemente porque él había dejado una carta en donde rebelaba la realidad.
—Pero eso no fue así. Otro hombre fue el que lo mató ¿Creen que estaría con la consciencia limpia hablando sobre lo sucedido?
—Has estado muy nervioso.
—Tenía miedo —gritó exasperado.
Sebastián vio a David que no había dicho nada, ni siquiera lo había apoyado, simplemente tenía la mirada fija en él.
—Esto es una broma ¿Verdad? —bramó.
—Quieres lavarte las manos —dijo aun molesta Jimena.
—Saben —se detuvo a dar un suspiro—. Están locos, no sé por qué me ofrecí a ayudarles. Piensen lo que sea, pero no seguirá la discusión. Y Davis me decepcionas se supone que éramos amigos, pero prefieres seguirles la corriente, no te reconozco.
Y no esperó una respuesta y salió de la casa haciendo que el viento frío golpeará su rostro. Antes de alejarse escuchó una breve discusión dentro de la casa, pero decidió ignorarlo por completo.
El cielo estaba tan oscuro como las calles, pero a Sebastián no le importaba. Lo único que quería en esos momentos era llegar a casa sano y salvo, y más que nada deseaba olvidar el loco día que había vivido.
El joven se iría pensando que el trío de jóvenes era verdaderamente sádico, tanto que había pagado dos hombres para asustarlo.
Sebastián tendría que averiguarlo más adelante, puesto que le habían dado cierta curiosidad con respecto a lo que había sucedido.

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Verdades Ocultas
Bí ẩn / Giật gânLa culpa es una experiencia disfórica que acompaña a Alan, un joven estudiante que fue culpado por una pareja por la muerte de su hija. Sin embargo, eso lo lleva a enlazar muchos actos extraños hechos por jóvenes en toda la ciudad, muertes extrañas...