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Jimena se tranquiló unos minutos más tarde de que Sebastián se fue de su casa.

—Solo me queda un día —musitó.

—Pero podemos solucionarlo —la animó Alan.

—Encontraron algo —dijo irónica.

—Tal vez, algo parecido —intervino David.

—Una casa en donde no vive nadie, eso es realmente un gran avance ¿Verdad?

Alan negó con la cabeza al ver que Jimena aun no podía observar su avance. Sin embargo, para ellos era uno demasiado después de muchos días sin nada de respuestas.

—Debemos ir a buscar más, es decir, si alguien más llega tenemos que ver a donde van. Ya sabes, tal vez sea una secta o algo parecido —comentó David.

—Aunque no estamos del todo seguros de que lo sea —complementó Alan.

—Pero no me dejarán sola ¿Verdad?

—No, claro que no. —Y negó con la cabeza Alan—. Irás con nosotros a buscar respuestas.

—Creo que esto es lo más escalofriante que he hecho en mi vida —dijo Jimena con una sonrisa.

David y Alan se vieron a los ojos, pero no dijeron nada más. No estaban muy seguros de que fuera divertido; escalofriante tal vez, pero nunca sería divertido.

Los dos jóvenes se quedarían en casa de Jimena. No había nadie más en ella, puesto que la madre de la joven se encontraba en un vuelo de regreso, sin embargo, llegaría hasta la mañana siguiente.

Solo se quedarían para asegurarse de que no le pasara nada a Jimena por la noche. Debían estar prevenidos.

Al amanecer Alan y David estaban ya preparados para buscar a los sospechosos. En eso estaban de acuerdo los dos; no podía ser solo una persona. Después de todo lo sucedido y si en algún momento Sebastián les había dicho la verdad, pensaban, era más que uno.

Aunque según la última carta de Jimena, Sebastián era parte del grupo, estaba dentro del grupo de remitentes, pero Alan aun no recordaba un suceso similar.

—¿Lista? —cuestionó David al ver que Jimena se asomaba a la sala de estar.

—Eso creo —musitó con una leve sonrisa.

Y sin esperar otra respuesta se pusieron en marcha, rumbo al auto de David. Sin embargo, el joven antes de entrar recibió un mensaje de un destinatario desconocido.

Aléjate.

La única palabra que leyó. Subió al auto sin decir nada y arrancó de inmediato. Trató de ignorar por completo el mensaje.

Se dirigieron a la casa desolada con la velocidad al límite. Duraron una hora en llegar a su destino, David no quiso hablar sobre el mensaje recibido, así que se había quedado callado todo el camino y no había dado su opinión al salir del auto.

Mientras tanto Alan y Jimena estaban discutiendo sobre si la joven debía quedarse en el auto o seguir ayudándolos entrando a la casa. Sin embargo, sin escuchar a la sugerencia de Alan, ella siguió su camino.

Al entrar a la casa, pudieron observar que efectivamente nadie vivía en ese lugar. La casa estaba llena de polvo y telarañas y las mantas que cubrirán los pocos sillones que habían estaban hecha girones al igual que llenas de basura.

Aunque sus pensamientos eran que debían salir de allí, su instinto era diferente; siguieron caminando hasta llegar al segundo nivel. De todas las puertas que tenían a la vista solo una de ellas estaba semiabierta, así que no dudaron en encaminarse a la habitación.

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⏰ Última actualización: Jul 02, 2019 ⏰

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