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Adam se encontraba con la mirada fija en el techo de su habitación.

Hola...Lo siento estoy en algo muy importante y no puedo contestar en este momento. Deja tu mensaje y te llamaré en cuanto pueda...

Cerró los ojos y comenzó a imaginarse el rostro tierno de Brooke.

Hola...Lo siento estoy en algo muy importante y no puedo contestar en este momento. Deja tu mensaje y te llamaré en cuanto pueda...

El sonido del contestador nuevamente cortó su dulce voz.

La extrañaba demasiado, y por momentos comenzaba a culparse por su muerte. Por qué no se había fijado en lo mal que se sentía, pensaba, quizá la hubiese salvado.

El encuentro con su jefe no era lo que esperaba, le había felicitado por su gran trabajo en esos años y le había dicho lo mucho que le admiraba. Sin embargo, no le dijo absolutamente nada con respecto a la investigación que estaba llevando a cabo, solo le habló sobre cómo se sentía después de quince años.

Quince largos años, pensaba, nadie había sentido el dolor que había sentido con la perdida de Brooke. Ni siquiera Dog que era uno de sus mejores amigos.

Le había contado parte de lo que sentía, pero comenzó a adornar todo con detalles las cuales Adam creía que el sargento quería escuchar. Que estaba bien emocionalmente y que los accidentes extraños que estaban ocurriendo últimamente no le había afectado en absoluto.

Sin embargo, él sabía que era perfectamente lo contrario, últimamente estaba recordando mucho a Brooke; cosa que no había hecho en mucho tiempo, había dejado todo eso atrás y había trabajado mucho más duro en todos los casos que tenía; todo eso con tal de olvidar todo lo sucedido.

Si no te hubieses ido —pensó—. Tal vez no estuviese sumergido en este dilema. Ni siquiera estuviese solo pensando que hacer, tal vez tu me ayudarías.

Se levantó de golpe un poco confuso por lo que estaba haciendo y se regañó internamente por lo idiota que estaba pareciendo al pensar que Brooke cambiaría la situación; aunque sabía que no podía cambiar el rumbo de lo que sucedía.

Brooke, Brooke, Brooke —pensó y dio un suspiró.

Debía cambiar el rumbo de la investigación, sentía que los recuerdos de Brooke le hacían nublar su visión en los resultados. No podía salvar a alguien que tenía previsto quitarse la vida, pensaba, no podía hacer nada.

Y después de pensarlo por mucho tiempo, fue a trabajar un poco más tranquilo.

Al llegar a su oficina se encontró con los ojos de Gina puestas en él, como si lo estuviese estudiando.

—¿Sucede algo? —cuestionó Adam.

—No, nada —respondió de inmediato su compañera—. Solo pensaba en que con la pinta que andas, te habrá afectado lo que dijo el sargento.

Adam se sentó en su escritorio antes de contestarle, y negó con la cabeza.

—No, no fue gran cosa lo que me dijo. ¿Qué creías? Que me iba despedir por algo que no era muy seguro. He hecho un buen trabajo siempre y nunca ha tenido problemas conmigo.

Gina desvió la mirada y siguió trabajando silenciosamente, no quiso responderle.

—¿Qué tan mal me veo? —cuestionó después de pensar en lo que la rubia había comentado.

—Solo decía —contestó sin mirarle.

—¿Te pasa algo? —cuestionó— ¿Por qué no me miras?

Verdades OcultasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora