Día 28. Furry

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—Freddy joder, cállate...— Murmuró el lobo mayor mientras acorralaba el cuerpo de su joven e inexperto hermano. El pequeño de castaños cabellos lloriqueaba de vez en cuando mientras forcejeaba con el mayor para liberarse de su violento agarre. —¡Te he dicho que te calles!

—¡D-Déjame ir!— Lloriqueó una vez más el pequeño lobito de tiernos ojos. Sus lágrimas delataban su precaria condición y el otra vez innombrable hecho de su debilidad innata. Detestaba ser el más inofensivo de sus tres hermanos. 

Gold era el heredero legítimo al trono de Valaquia, por lo mismo debía ser el más fuerte de todos. Y claro que lo era, con una resistencia y fuerza casi titánicas, se coronaba como el implacable guerrero del reino. 

Su hermanastro Fred, segundo heredero, llevaba en las venas sangre guerrera. Su nacimiento fue marcado por una destructiva guerra que arrasó con múltiples reinos y destrozó a su pueblo. Por tanto, el lobo pelinegro creció en un ambiente hostil y frío. No cabía duda que él era más cabeza dura que su padre.

Su tercer hermano Golden, nacido dotado de una inteligencia y elegancia superiores, había desarrollado desde pequeño habilidades en esgrima siempre subestimadas. Su agilidad, inteligencia y delicadeza innatas lo volvieron el mejor espadachín del reino de Valaquia. 

Dejando a Freddy, el menos de los cuatro. Pues... no había mucho que decir. Lo único digno de resaltar es que el menor era genuinamente el más hermoso de los cuatro príncipes. Además el único doncel conocido en todo el reino. Su presencia no pasaba desapercibida en ninguna fiesta, por grande que fuese. Y sus curiosos ojos dorados como el sol de invierno eran envidiados incluso por su propio progenitor. 

Pero con la belleza, viene la debilidad.  

—¡Te he dicho que te calles, bastardo malnacido!— Cuando el puño del mayor de los dos estuvo a centímetros de impactar el precioso rostro de su hermano, Fred fue brutalmente empujado al otro extremo del gran cuarto. 

Su padre, ardiendo en furia, tomó a su preciado tesoro y lo alzó en brazos, alborotando su castaña cabellera mientras escuchaba sus lloriqueos —¡Frederick Von Drac Tercero, ¿Qué te he dicho sobre tratar a tu hermano menor?!— Alzó su demandante voz el padre de los cuatro jóvenes y actual rey de Valaquia. Su aura era asesina, sus colmillos a plena vista delataban su sed casi incontenible de sangre. 

Su instinto le demandaba proteger a su familia. Incluso si implicaba pelear a muerte con su propia sangre. 

—¡Pero padre...!— El mayor fue enviado a callar con una mirada acuchillante por parte de su progenitor. El de azabaches cabellos gruñió en respuesta, cambiando drásticamente su actitud. De ofensiva a defensiva. —Ese bastardo no merece ser llamado mi hermano menor...

—¡Cuida tu hocico, Frederick! O yo mismo me encargaré de entregarte a los leones del Oeste... Y no quisieras regresar allá, ¿O sí?— Su cuerpo se estremeció ante el recuerdo de las tierras lejanas de Moldavia, actual reino aliado de Valaquia. Su pelaje se erizó y sus pupilas se contrajeron, esperando una señal de peligro. —Si las nodrizas vuelven a informarme que has intentado atacar a tu pequeño hermano ¡Sin importarme que seas mi hijo, te entregaré a ellos sin dudar! ¡¿Ha quedado claro?!

Fred empuñó sus manos y sus garras se incrustaron en su piel como navajas. Su padre siempre le había odiado por las razones incorrectas. 

Fred en realidad quería ayudar a su hermanito a ser más fuerte. Más ágil. Más feroz. Porque no quería verle sufrir otra vez. El azabache siempre había amado en secreto al joven lobito, porque siempre era tan atento, tan dócil, tan gentil con él. 

A pesar de no merecerlo, tenía el honor de ver todos los días a un ángel. No podía negar que su pequeño hermanastro era el más hermoso de todos los antropomorfos del reino. Su cuerpo parecía languido, pero en realidad la carne era resistente. Fuerte. Había sido bendecido con la belleza de su madre y la fortaleza de su padre. 

30 Days of OTP |Frededdy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora