30 Days of OTP |Frededdy|

Día 29. Tu fetiche ~Daddy Kink~

—¡Freddy!— El grito de su madre desde la planta baja le alertó. El menor, quien se hallaba en prendas menores y con una manito dentro de sus bragas, se colocó la ropa tan rápido como pudo y bajó a paso apresurado las escaleras.

—¿Qué ocurre, mamá?— Murmuró el menor con dulce sonrisa, mientras se aproximaba a su madre.

—Tú profesor de Inglés está por llegar y tú padre, tú hermano y yo tenemos que salir a hacer la compra. Te quedarás aquí con él, por favor, promete, PROMETE que te comportarás— El pequeño rio ante aquella absurda súplica. Sabía que a veces podía ser un poco desastroso y juguetón, pero no era para exagerar.

—Vale, lo prometo mamá. Ahora váyanse, o papá se enojará.— Su madre asintió y, tras despedirse de su pequeño con un beso, salió de casa, dejándole completamente solo.

Por ahora.

Freddy corrió escaleras arriba nuevamente para cambiarse de atuendo. No es que su pijama fuese lo peor del mundo, pero nunca se atrevería a presentarse así a su maestro favorito y amor platónico.
Porque sí, Freddy amaba en secreto a su profesor de Inglés, desde que tenía sólo 12 añitos. Y aunque la diferencia de edades no era muy extensa, había una gran brecha que los separaba: su profe tenía novia.

Odiosa, revoltosa, manipuladora, mentirosa, engreída e interesada, pero su novia a fin de cuentas.

Freddy sólo podía hacerse de la vista gorda cuando Fred traía a su novia Joy a su hogar. Pero no podía evitar mirar a esa perra con odio cada vez que le robaba un beso o le tomaba de la mano durante las lecciones. La detestaba. Pero ya tenía un plan para deshacerse de esa horrible mujer de una vez por todas. Aprovechando la falta de presencia de esa oxigenada, Freddy engatusaría a su profesor para demostrarle que él es mejor en la cama y en el amor que esa bastarda. En la guerra y en el amor todo se vale.

—Hoy le enseñaré lo que valgo, my dear teacher... ¿O debería decir Daddy?— Rió ante su propio pensamiento y se colocó los shorts, el adorable buzo de gatito y las medias. Tenía sus trucos bajo la manga. Su hermano mayor, Golden, siendo también un pasivo, guardaba muchos juguetes en su cuarto. Afortunadamente él le dejaba usarlos -claro, luego de limpiarlos y esterilizarlos correctamente-, sino su plan no funcionaría. Y ya que Freddy conocía lo suficientemente bien a su profesor, sabía que le encantaban los juguetes sexuales. Todo gracias a que un día en un descuido suyo, Fred le atrapó viendo un vídeo porno donde dos chicos jugaban con juguetes mientras hacían un cosplay.

Y si os lo preguntáis, no. Freddy nunca siente vergüenza o miedo cuando alguien le descubre viendo porno.

Recordar su rostro era tan divertido, y aún más lo era recordar la enorme erección que se cargó durante el resto de la clase. Freddy tenía tantas ganas de ayudarle, hasta que -de nuevo- la estirada de su novia les interrumpió.

Pero no importaba, ya que Freddy hoy se desharía de ella. Ajustando bien sus shorts, rebuscó entre las gavetas hasta encontrar el juguete anal con la colita de gato que su hermano le había obsequiado.
Gracias a la pequeña modificación que Freddy le había hecho a los shorts, no tendría que quitárselos para insertar el juguete. Así que, asegurándose de lubricar bien aquel juguetito, lo insertó con calma en su entrada, gimiendo de vez en cuando por la sensación fría y húmeda del lubricante.

—M-Mghm~— Gimió una vez estuvo todo dentro. Respiró profundo un par de veces, pues aún no se acostumbraba a la sensación de intrusión en su zona baja. Sin embargo, gracias al lubricante, no dolía tanto. —B-Bien... A-Aaah... A-Ahora...— Al dar un paso, gimió alto y agudo. El juguete rozaba sus estrechas paredes anales, enviando una corriente eléctrica desde su columna vertebral y hasta la espalda baja. Si continuaba así, se volvería un mar de gemidos a cada minúsculo movimiento que hiciese.