Día 11. Mientras lo masturba.

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—Freeeeeeeeed~~— Gritoneaba el menor mientras pataleaba cual niño pequeño. 

Sabado por la mañana. Fred y Freddy estaban en casa solos, como de costumbre, sin nada qué hacer. El menor estaba muy aburrido de esperar a que su pareja terminara con su trabajo para poder "jugar". La paciencia se le agotaba. Y también las energías. 

—¡Freeeedoo!— Volvió a gritar mientras hacía una típica rabieta suya. Con algo de fuerzas, se levantó de la cama y, aún con pereza, se dirigió al estudio del mayor. 

Al entrar ahí estaba Fred, durmiendo igual que un bebé. Freddy no pudo evitar sentirse frustrado consigo mismo por estar gritando como lunático por media hora, creyendo inocentemente que Fred estaría despierto. 

—Ugh... Fred...— Susurró pero, cuando estaba a punto de salir del cuarto, escuchó un gemido ahogado que lo hizo detenerse toscamente en su lugar —¿Qué dem...

Se acercó lentamente al azabache, procurando no despertarlo, solo para darse cuenta que Fred no estaba dormido. Se estaba masturbando.

—¿Fred?— Lo llamó y el mayor levantó la cabeza de golpe, provocándose a sí mismo una fuerte jaqueca. 

—¡Agh!  Freddy... ¿Cuanto hace que estás aquí?— Susurró el mayor mientras frotaba su cien, intentando ahuyentar el dolor y el mareo luego de su segundo orgasmo.

—Lo suficiente para enterarme que mi hombre se masturbaba a escondidas— Una sonrisa se instaló en su rostro mientras se acercaba a pasos lentos al mayor. Retiró lentamente los vaqueros de Fred junto a sus bóxers Calvin Klein y miró el despierto y lubricado miembro del mayor —Oh, querido. Me tienes a mi para satisfacerte. ¿Qué necesidad había de masturbarte?

—Ninguna. Pero anoche te rompí en dos. ¿Crees poder soportar mi pene en tu pequeño orificio luego de la paliza de ayer?— Tomó posesivamente la cintura de Freddy y lo atrajo a él, retirando la playera del ojiazul y besando su torso. Lo colocó sobre su regazo y rió al notar que las mejillas abultadas de Freddy estaban sonrosadas. Adorablemente tentador.

—Fred~...— No pudo evitar dejar escapar un suspiro de placer al sentir los besos húmedos en su vientre. Retiró del todo la holgada playera, dejando al descubierto su cuerpo, que ahora solo era cubierto por sus bóxers blancos. Los ojos del mayor se paseaban inquietos por el cuerpo del menor, deleitándose con las rojizas marcas en su abdomen y pecho. Como disfrutaba ver las marcas de encuentros anteriores y saber que solo él podría probar el dulce sabor de la lechosa piel del pelimarrón.

—Vuelve a pronunciar una sola palabra y te dejaré en silla de ruedas por tres semanas...— Susurró el mayor mientras acariciaba los glúteos del más pequeño con dulzura, intentando despejar su mente de lo que se venía. Retiró con algo de dificultad la ropa que les quedaba y, lanzándola a quién sabe donde, ambos se miraron a los ojos con notorio deseo. Mientras lo hacían y sin que Freddy se diera cuenta, Fred alineó su miembro en la entrada del más joven y esperó a que este estuviera lo suficientemente relajado para introducirse de manera bruta dentro del ojiazul. 

—¡A-Aaaah!— Gritó Freddy al sentir sus paredes envolver el glande deliciosamente. El dolor no era nada comparado con lo que sentía en aquel momento. Miró con sus ojitos algo llorosos los negros orbes de Fred y sin poder evitarlo se inclinó y unió sus labios esponjosos con los del contrario en un beso tierno. 

Si, a pesar de la caliente situación del momento, no podía faltar el momento tierno. 

Freddy comenzó a mover sus caderas una vez que se sintió cómodo con su posición, sin romper el beso gemía el nombre de su amante rogando por más. Y es que, ¿Quién era Fred para negarle el placer a su osito? Fred comenzó con embestidas lentas y no tan profundas para no lastimar a Freddy, sabía que el menor estaba más sensible de lo normal y no quería herirlo. Pero al momento en que miró el cuerpo del pequeño cediendo totalmente a su bestia interna, no pudo evitar sentirse como un corderito a punto de ser devorado por un feroz lobo. 

30 Days of OTP |Frededdy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora