Día 9. El Misionero

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|| Narra Freddy ||

Me encontraba aburridísimo en casa. Era Domingo por la mañana y Fred había tenido que salir por una emergencia de la empresa. Al parecer Gold y él tenían una reunión importantísima de último minuto y, como era costumbre de Gold, tuvo que avisarle a Fred justo cuando estábamos a punto de hacer el amor.

—¡Qué aburrido~~~~!— Grité a la nada mientras miraba el techo. Fred no regresaría hasta después de medio día así que tenía otro poco de tiempo para dormir antes de que llegara. Cuando le dejan con las ganas, es mucho más rudo de lo normal. Quiero tener suficientes fuerzas para cuando llegue y poder complacerlo. 

Aún acostado boca arriba, me cubro con una manta fina que tengo al alcance y cierro lentamente mis ojos, dejándome llevar.

[...]

Un estruendo me hace abrir los ojos de golpe. Al intentar incorporarme en la cama, me golpeo la cabeza con algo y regreso a mi posición original con un dolor impresionante en mi frente. 

—Ay, qué daño— Susurré pero, al fijar la vista en quién había provocado el golpe en mi frente, me quedé sin aliento. Fred se encontraba sobre mi con sus ojos negros de la excitación, su camisa desabotonada y su cabello desordenado —¿F-Fred?— Dirigí la vista a mi reloj de mesa y mis ojos se abrieron como platos. ¡¿3:45 pm?! 

—¿Has dormido bien, pequeño bello durmiente?— Susurra mientras acaricia mi cabello y me retira la liga para el cabello. Con su mano rozó mi mejilla y una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo. Me temía que mi trasero no saldría ileso de esto.

—L-Lamento haberme quedado dormido t-tanto tiempo, F-Fred...— Susurré mientras agachaba la mirada. Seguro estaría cabreado. 

|| Narra Fred || 

Enarqué una ceja y miré las mejillas de mi pequeño osito teñirse de un tierno rosa. Qué adorable.

—¿Sabes lo que ocurre cuando alguien me deja con ganas de un buen polvo?— Susurré en su oído para luego morder suavemente su lóbulo, sonriendo para mis adentros al escuchar un gemido sonoro escaparse de sus labios. 

—F-Fred~...— Escuché que gimió y sentí una punzada en mi polla. 

—Te romperé en dos, pequeño— Susurré y lo sujeté de los hombros para luego tirarlo en la cama. Nuestras miradas se encontraron y sonreí al ver sus ojitos con un brillo de deseo en ellos.

Con cuidado retiré su camisa y sus pantaloncillos, mientras yo retiraba mi camisa, dejando ver mis abdominales. Freddy me miraba cómo si me quisiera comer. Y eso me excitaba de sobremanera. 

—¿Te gusta lo que ves?— Susurré divertido y Freddy se sonrojó igual que un tomatito. Adorable.

Retiré mis pantalones y bóxers y le mostré tres dedos a Freddy. Él entendió mi indirecta y los lamió con lujuria, provocando que mi miembro despertara cada vez más. 

Introduje un dedo y Freddy se quejó. El segundo y Freddy gimió. El tercero y Freddy rogaba por que lo montara.

—¿Listo para esto, bebé?

—Joder, s-sólo m-métemela hasta el fondo— Gruñó y solté una sonora carcajada. 

—Cómo ordenes.

Me posicioné entre sus piernas con su mirada sobre mi, examinándome. Hice que abriera sus piernas, dejándome ver su rosada entrada. Alineé mi miembro y, sin piedad o cuidado alguno, entré de una sola embestida. Freddy gimió tan fuerte que seguro nuestros vecinos lo habrán escuchado. 

—Así me gusta, Freddy. Tan estrecho y caliente— Susurré y posicioné sus dos piernas a mis costados. Freddy parecía disfrutarlo ya que, sin siquiera moverme, ya gemía cómo una gata en celo.

—A-Aaah~ M-Más! M-Más Fred! M-Muévete!! A-Aaaah~!— Gritaba Freddy, a lo que yo obedecía, con estocadas profundas y certeras, daba justo en su próstata, su punto dulce que le hacía derretirse a mis pies. 

El ritmo de las embestidas aumentaba gradualmente y Freddy no podía parar de gemir. 

—Aaah... C-Cariño, estás tan estrecho— Susurré mientras continuaba con lo mío, entrando y saliendo de manera salvaje. 

—¡F-Fred! ¡M-Me vengo! ¡Aaaaah!

—V-Vamos a venirnos juntos, mi amor— Susurré y luego de unas cuantas estocadas más, ambos nos corrimos. Freddy en nuestros abdómenes y yo dentro suyo, sintiendo sus paredes contraerse, apretando aún más mi polla. 

Me dejé caer sobre él, apoyando mi peso en mis brazos para no aplastarlo. Nos miramos a los ojos y sonreímos. 

—La mejor ronda de sexo mañanero de la historia— Susurró Freddy y yo reí, uniendo sus labios con los míos en un apasionado beso sin dobles intenciones. Solo demostrándonos cuanto nos amábamos.

Definitivamente, la mejor ronda de sexo mañanero del mundo. Y no será la última.















30 Days of OTP |Frededdy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora