Día 21. Con Rasguños y Arañazos.

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El pequeño gatito de castaña cabellera maullaba de dolor mientras era curado por su mayor, quien aparentemente hacía caso omiso a sus propias heridas para atender al pequeño. Freddy se había involucrado accidentalmente en una pelea cuando ese pulgoso descarado de Owynn le empujó contra Deuz, uno de los sabuesos más temidos del refugio de híbridos. Como consecuencia, Fred, un gato negro en extremo agresivo, terminó arañando y raguñando todo su rostro por haberse metido con su minino. 

Freddy solo tenía 16 años, pero seguía siendo tan débil, inocente y frágil que cualquiera podría confundirlo con un niño. Además su estatura de un metro sesenta y cinco no le favorecía en nada. 

Mientras tanto Fred, de 19 años, era un híbrido de gato negro. Con ojos rojos como la sangre, una fuerza y resistencia impensables y un instinto gatuno agudo, era el segundo felino más temido del lugar, luego de Gold. 

—A-Auchi...— Balbuceó Freddy mientras sentía como Fred pasaba el algodón mojado de alcohol sobre el rasguño. Sus esponjositos labios tiritaban y sus bellos ojitos celestes yacían acuosos por las lágrimas. Fred miró de reojo al más joven y dejó todo para, con el dorso de su mano, secar sus lágrimas. 

—¿Te duele mucho?— Habló con voz suave, a lo que el menor asintió avergonzado. Sin tomar en cuenta su edad, era uno de los felinos más débiles del lugar. —Estás temblando. Te traeré algo de leche tibia para que entres en calor, ¿Vale? Espera aquí. 

Cuando Fred salió del cuarto del pequeño, Freddy se encogió en su lugar mientras acariciaba una de sus orejitas. Fred volvió casi al instante con el vaso de leche tibia en una mano y un plato de galletas en la otra. —Ya he vuelto.

El castaño sonrió y miró al mayor. —Fred...— Lo llamó y al tener su atención, murmuró —¿Podrías... darme de tú leche?...— Aquel sonrojo le hacía verse jodidamente adorable, a pesar de lo que estaba pidiendo. —M-Me gusta más... c-cuando es tú leche...

—Freddy...— Fred se resignó a no argumentar nada en su contra, así que dejando de lado lo que llevaba en las manos, se aproximó al ojiazul. Acariciando su mejilla, murmuró —¿Estás seguro de lo que me estás pidiendo? Sabes cómo terminarán las cosas...

—M-Muy seguro...— Afirmó el mencionado, desviando la mirada al suelo y ronroneando ante el suave tacto. —T-Te quiero a ti, Fred...

El pelinegro asintió y cerró la puerta bajo llave. —Muy bien... Prometo no ser tan rudo como la última vez— Uniendo sus frentes, acarició las orejitas del menor, escuchando el suave ronroneo que salía de su garganta. Rió levemente y besó su frente, pasando a sus párpados, seguido su mejilla y hasta parar en sus labios. Aquellos mullidos labios rojizos que siempre lo tentaban a poseerlos. 

Apresando su cintura y acariciándola Fred tomó en brazos al menor, quien instintivamente dio un pequeño brinquito para no caer. Rodeando con sus piernas la cadera de Fred, sus colas juguetearon entre ellas mientras las orejas de Fred se levantaban inquietas. Los felinos ojos rubí del mayor conectaron mirada con los de Freddy. Fred depositó al pequeño con cuidado sobre la cama y jugueteó con sus orejitas, mientras lo recostaba con suavidad. 

—Eres tan hermoso, gatito— Murmuró con voz suave el mayor, mientras lentamente lo despojaba de sus ropas. Freddy parecía perdido en su mirar. así que no se opondría. Mientras desabrochaba sus jeans y bajaba la bragueta, observaba atentamente la reacción del gatito. Su colita se movía de un lado al otro inquieta, sus orejitas habían decaído por la vergüenza de ser observado por un ajeno, y su bracito cubría su rostro sonrojado. Sonrió y lo despojó de las prendas inferiores. —No puedo esperar mucho más. 

Se deshizo de su propia ropa y tras vertir algo de lubricante en su pene, acarició la entrada del menor. Ya se encontraba dilatada así que no tendría tanto problema para entrar y a Freddy no le dolería tanto.

30 Days of OTP |Frededdy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora