Colina arriba

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— Fred, ¿podemos hablar?

El muchacho se quedó sorprendido por la irrupción del hombre lobo en el cuarto que compartía con su hermano gemelo. Sin embargo, si lo pensaba detenidamente, le parecía del todo comprensible que Lupin se acercara a él para hablarle... La preocupación del adulto estaba clara para el joven: quería saber qué pasaba entre él y Azalea.

Fred se negaba a pensar que el padrino de su amiga se hubiera enterado de cualquier manera del beso que habían compartido las Navidades pasadas, estaba seguro de que ella le habría puesto sobre aviso ante tal situación. No pudo evitar preguntarse si era tan evidente la manera especial en que el pelirrojo la miraba cada vez que creía que nadie estaba al tanto... ¿Tan evidente era para el resto el nudo en el estómago que sentía cuando estaba cerca de ella? No podía serlo... George ya le habría dicho algo a esas alturas. O Ron. O Bill. O Charlie...

Charlie sí que le había dicho algo que le había parecido insignificante y estúpido cuando lo hizo. Pero parecía que no era ni tan insignificante ni tan estúpido como el gemelo había creído en primera instancia. Y allí estaban las consecuencias de sus actos llamando a su puerta.

— Ahora mismo salgo, Lupin.

— Bien, te espero en la cocina, muchacho.

— Empiezan pronto los problemas con el suegro, ¿no? - preguntó su réplica divirtiéndose con la cara de susto que se le había quedado al aludido.

— No digas tonterías, George...

— Oh, vamos, Fred. ¡No puedes negar lo evidente! Hasta Lupin se ha dado cuenta. Y ya sabes lo que dice mamá.

— También dice que dejemos de encerrarnos en la habitación y que jamás lograremos nada con nuestra actitud en la escuela - respondió Fred, ácido y directo, a su querido hermano - ¿Estás de acuerdo con eso?

— No hace falta que te pongas así. Debajo de tu cama.

— ¿Qué?

— La zapatilla que buscas, debajo de tu cama.

Fred recogió el objeto que llevaba buscando desde que el hombre lobo cerrara la puerta a sus espaldas tras haber requerido su atención y se la coloco para después intentar hacer lo mismo con su pelo lacio... Sin ningún éxito.

— Si fueras a robarme a mi pequeña ahijada, te dejaría encantado, Freddie. Eres el candidato perfecto.

George se estaba divirtiendo como hacía tiempo que no lo hacía a costa de la desgraciada situación en la que se había visto envuelto su hermano, pero lo cierto es que podría ser peor. Al fin y al cabo Lupin era un tío guay. Siempre se había reído con sus travesuras y nunca juzgaba a nadie. Su hermano no tenía por qué estar tan nervioso.

— ¿Qué crees que querrá? - preguntó Fred a su hermano, interrumpiendo su hilo de pensamientos.

George no pudo evitar soltar una carcajada. ¿De verdad lo estaba preguntando? Enarco una ceja y miró fijamente al chico igual a él que tenía enfrente...

— ¿Tan evidente es?

— Ya sabes que para mi sí, desde el primer momento, te conozco tanto como a mí mismo idiota.

— Digo en general, George... ¿Qué hago para que sea tan evidente?

— Mamá aún no se ha dado cuenta, así que no es tan evidente. Pero nosotros somos muchos y Azalea es la única responsabilidad de Remus, y además no ha dejado de observarte desde que llegaron. Estoy seguro de que ella le habrá hablado de tí y ha estado atento. Pero no te preocupes, Lupin es enrollado, irá bien...

Azalea Potter y la cámara secretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora