Veinte de Julio

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El verano había sido para Azalea un remanso de paz y tranquilidad desde que hubiera terminado su primer curso en Hogwarts. Había descansado en casa la primera semana de vacaciones, y se había ido con Remus a Grecia durante la segunda. Sin duda alguna, ambos habían recuperado el tiempo perdido sin verse.

Lupin había acribillado a preguntas a Azalea sobre sus nuevas amistades, sin hacer hincapié en ninguna en concreto, pues no había hecho falta. Estaba claro a qué compañeros de casa consideraba amigos y a los que no. Y también que había desarrollado una amistad muy especial con dos chicos muy distintos: Draco Malfoy y Fred Weasley.

A pesar de la juventud de la muchacha, Lupin no se alarmó por este hecho. Había vivido con sus amigos muy de cerca cómo los chicos y chicas de la edad de Azalea se podían llegar a gustar a tan cortas edades, y eso no tenía nada de malo... El padre de la pelirroja había estado enamorado de su madre desde el primer curso escolar sin ir más lejos.

Lo que sí que preocupaba a Remus era la diferencia de edad con Fred Weasley, pues era consciente de que James a la edad del gemelo ya se había dado más de un beso con alguna chica, por no hablar de Sirius... Y la verdad es que no le quedaba claro a quién le recordaba más el Weasley.

No obstante, no podía ser demasiado directo con Azalea o la muchacha se cerraría en banda y no querría volver a hablar de él, así que decidió que lo mejor era dejarlo estar e intentar sonsacar información a la otra parte en cuanto tuviera la más mínima ocasión. Al fin y al cabo, era su trabajo mantener a salvo a Azalea en la medida de lo posible, y estaba seguro de que James estaría de acuerdo en amedrentar a posibles pretendientes que quisieran "aprovecharse" de su hija a tan corta edad.

— Cielo, no olvides que esta noche vas con los Weasley, tienes que pasar allí un par de noches.

— ¿No celebraremos juntos mi cumpleaños? - preguntó Azalea terminando de comer su trozo reglamentario de melón. Era la fruta de verano favorita de la muchacha.

— No me lo perdería por nada del mundo, pero llegaré para cenar. ¿Estarás bien?

— Claro, lunático - contestó complacida la muchacha - Me lo pasaré bien con los Weasley.

— Me alegra escucharlo. Desearía no tener que dejarte allí, Azalea, pero...

— Vale ya, Remus. Hemos hablado de eso muchas veces. No quiero que te disculpes conmigo. Es un problema de los dos, no sólo tuyo, y como tal ambos lo solucionamos lo mejor que podemos...

El hombre lobo sonrió. Azalea ya era madura para su edad antes de ir a Hogwarts, pero el haber estado separados la había hecho crecer incluso más personalmente de lo que ya lo había hecho por las circunstancias que le había tocado vivir.

Se le hizo duro dejarla en casa de los Weasley, pero no tuvo más remedio, sabía que era lo mejor para ella. Además, el recibimiento por parte de la familia Weasley a su ahijada, le hacía quedarse más tranquilo. Tanto los gemelos como Ginny estuvieron encantados de acogerla enseguida, y Molly no podía dejar de señalar lo que había crecido la muchacha y lo guapa que estaba habiendo cogido un poco de color.

— ... y tu también Remus. Pero el moreno resalta su color de ojos. Dios mío, me recuerda tanto a ella... - susurró la mujer soltando un suspiro.

A Remus a veces se le olvidaba que Azalea y él no eran los únicos que echaban de menos a Lily y a James. No en vano, Molly había formado parte de la Orden del Fénix tanto como ellos, y habían mantenido una relación muy estrecha junto con los Longbottom.

— A veces sigo sin creérmelo, Molly.

— Me pasa lo mismo... No puedo dejar de preguntarme, ¿por qué alguien tan bueno tiene que sufrir tanto? Aún recuerdo cuando Lily llevaba en su barriga a esa pequeña criatura. Es una pena que tenga que criarse sin sus padres...

Azalea Potter y la cámara secretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora