{18}Corazón

468 24 10
                                    


—¿Cuál es vuestro nombre de nuevo?— Preguntó mientras se abrazaba el torso, pues la oscura cueva se iba enfriando a medida que daba pasos hacia el interior. En qué momento pensaría que aquello era buena idea. Sabía de sus habilidades, y quizás por ello había pecado de confiada. Mas que le hablaran sobre su hermano fue el detonante de su conducta a la hora de seguir a aquel mago.

—Nunca os lo he dicho, mi señora. —Parecía que las cuerdas vocales de aquel ser habían sido pulidas, tomando un tono claro, y si bien notaba que era masculino, parecía casi angelical. Algo que no compaginaba con su figura siniestra, prácticamente cubierto de pies a cabeza con una capa, lo único desprovisto de tela eran sus manos, las cuales tenían un color grisáceo verduzco. Detuvo su caminar y se fijó en ella con unos ojos voltaicos y claros. —Asaaf, es mi nombre.

—Bien, Asaaf, me estoy pelando de frío, y se me está acabando la paciencia. —Espetó Katarina. — La maldita innombrable, podría aparecerse ante mí y hablar de una maldita vez. —El mago sonrió de manera macabra.

—Aquí dentro la podéis nombrar cuanto queráis, pues estamos a salvo de todo poder. —Aquel hombre la había conducido a las afueras del Placidium, en un lugar desprovisto de toda población, dentro de un templo, que si bien parecía cuidado, estaba extrañamente vacío, como si fuera... una ilusión. Y en los adentros de aquel templo unas extrañas baldosas pintadas con símbolos que nunca en su vida había visto, se activaron al ser pisadas, teleportándola a la cueva donde se encontraba en ese instante. Asaaf le había dicho que tenía información sobre Talon, y que su suprema matrona debía hablar con ella, prescindiendo de nombres, pues todo se esclarecería llegado el momento.

—No sé con quién coño he venido...

—Conmigo. — Ojos dorados como la mayor de las fortunas, líneas negras decoraban sus párpados inferiores, trazándose en vertical hasta las mejillas, y una sonrisa confiada, tan confiada que la reconoció al instante.

—LeBlanc. —Y a pesar de no querer hacer notarlo, la incertidumbre surgió de su tono, algo que muy probablemente ella había notado. Katarina se cruzó de brazos y juzgó con aquellos ojos fieros.

—No sois hermanos de sangre, pero la misma mirada desprendéis ambos. — Denotó la maga. —Asaaf, invócala, ya vamos justos de tiempo, no sé qué te ha llevado tanto para traerla aquí. —Éste agachó la cabeza algo acongojado, y se distanció un poco para llevar a cabo unos dibujos en el suelo arenoso de la helada cueva.

—¿Dónde demonios estamos? —LeBlanc sonrió de manera ladina.

—Zik'den'vever d'ssiggrin. —Contestó la maga mientras estudiaba a la pícara noxiana. —Supongo que eso no te dice nada. —Carcajeó un poco y siguió. —Demonios, es justamente eso. —Katarina frunció el ceño. —Estamos en un lugar donde ni los demonios, ni sus asquerosas artes pueden entrar. Zik'den'vever d'ssiggrin, así se denomina en Vastayano, y significa, Plano del Pensamiento o si lo prefieres, el Refugio del Pensamiento. — La más joven parecía no entender, así que descruzó sus brazos y examinó la trémula cueva, una simple, arenosa, gris y fría. Se fijó en Asaaf quien parecía concentrado en lo suyo, y volvió a mirar a LeBlanc.

—¿Qué asuntos os traéis y por qué he de estar yo relacionada con ellos? —Y su respuesta pareció proceder de otra voz, una femenina, seductora, helada, tanto como la caverna donde estaban, arrastraba un poco los tonos finales, de manera melosa, tanto que Katarina sintió un escalofrío.

—Mis hijas, ellas te darán... toda respuesta. —La chica fijó sus ojos verdes cual felino en defensa de lo más desconocido, en la mujer que hablaba. Los ojos rojos denotaban lo antinatural en ella, mas cuando su cuerpo entero asomó, supo que aquella criatura no debería de existir en Runaterra. De su espalda asomaban extremidades a modo de brazos, aunque no lo fueran. Negros, afilados, le recordaban... sí, a una araña. Cuando su boca se abría para emitir sonido dejaba entrever colmillos más afilados de lo normal, dando un recuerdo remoto a unas fauces. Había zonas que parecía tener piel, pero la mayor parte de cuerpo estaba recubierto por una especie de sobre tez negruzca y dura. —Fíjate matrona. —Pareció dirigirse a la maga. —Me he preparado para estar presentable... para tu humana invitada... y aun así, la dejo boquiabierta... mi belleza... no tiene parangón. —Se acercó a Katarina, y ésta se fijó en las falanges de aquel ser. Afiladas, casi tanto como las extremidades que sobresalían de su espalda. — Lo auténtico de mí está en el interior. —Le dijo haciendo brillar aún más sus ojos rojos. Se pasó la lengua por el colmillo afilado.

Lux Aeterna{#2} Darius x Lux |Corazón sin honor|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora