"Quedemos a la misma hora en el mismo lugar esta misma noche." Esas palabras emitidas por aquel gran hombre resonaban en su cabeza una y otra vez, y cada vez que lo hacían sonreía discretamente. Estaba feliz, y quería ir, pero tenía miedo, miedo a que se tratase de un truco, de un juego, de una mala broma, de... otra esperanza quebrada. Era la hora de cenar y no había decidido si ir o no ir. Incluso las intenciones de su corazón eran difusas, si bien se sentía alegre por tener otra oportunidad para hablar con él, y después de tan alentadora oferta de poder saber absolutamente todo, aun así, su corazón esta vez no le gritaba que se tirase de cabeza, si no que fuera cuidadosa, cautelosa, porque ya había sufrido bastante, y lo que es más importante, había hecho sufrir bastante a la gente que la rodeaba.
Se fue a su cuarto tras despedirse de todos los presentes y comenzó a cepillar su lacio pelo rubio, el cual se ondeaba a medida que caía sobre sus hombros. Podría salir de aquella morada sin ninguna traba. Desde pequeña siempre fue una experta en hacer pellas, y únicamente la pillaban si ella quería delatarse. Recordó sus tiempos de escuela y sonrió. El tiempo pasaba y el momento de su decisión se acercaba peligrosamente a ella. Si no lo intentaba, si no iba, sabía que se arrepentiría toda la vida. Si al final se decantaba por ir y Darius la dejaba plantada, de nuevo era un punto final, pero si no iba, jamás sabría qué pudo haber sucedido.
Se fue hasta su armario y se puso un vestido blanco y fino, recto, sin mangas, rozaba su tez ligeramente. Su madre se lo había comprado hacía unos años y era su favorito; cómodo, agradable al tacto, ligero y con la medida justa, pues llegaba hasta sus rodillas. Tomó también un pequeño tul que solía poner con aquella prenda, solo por si comenzaba refrescar, no abrigaba mucho debido a la agujereada tela, pero bloquearía un poco el viento. Se calzó con unas sandalias cerradas que ataban en sus tobillos y se fue. Desechó toda esperanza de encontrase con él, si iba temiéndose lo peor, y al final sucedía no se rompería más. No cogió la bolsita con naranjas para Ssargo, porque no quería enseñar tal criatura a aquel hombre. Antes estaba dispuesta, no ahora, pues no confiaba en él, y no quería que Ssargo fuese perjudicado por nada del mundo. Usó su magia para salir de la casa tras disponer unos cuantos cojines bajo las mantas de su cama, pareciendo formar una figura durmiente y se dirigió a la zona para ver a Darius.
Su humor comenzó a cambiar en cuanto se iba acercando al punto de encuentro, aún si él estuviera allí, se sentía algo enfadada por haber tenido que esperar el último día, por haberla empujado aquella vez, o por la cantidad de veces que dejaba caer las cosas aposta. Su cabeza fue recordando cada una de esas situaciones haciendo que su caminata se parara a medio camino. Pensó; sí, lo amaba, no tenía duda de ello, pero ¿qué se encontraría al llegar allí?, ¿quería una relación con él?, ¿comenzar de nuevo?, ¿satisfacer su curiosidad? Suspiró tratando de aliviar su confusión y siguió adelante. Pase lo que pase el tiempo dirá. El tiempo le mostrará si haber ido al encuentro había sido un error o no.
A medida que se acercaba pudo notar una figura en la lejanía, por la altura y por la impaciencia que mostraba sus pequeños movimientos con sus manos no le hizo albergar menor duda. Allí estaba. Frenó en seco, y de nuevo tuvo miedo, cerró sus puños, porque la esperanza desaparecida se prendió peligrosamente. Cenizas de esperanza, arden con el amor como alas de fénix. El viento de Jonia pareció asolarla con más calidez, zarandeó su melena y su vestido, como si quisiera empujarla a que diera el paso. Y lo hizo. Valentía era algo que no le faltaba, ni a ella, ni a ningún Crownguard. Pero a sí misma se dijo de nuevo; cautela Lux, cautela. Pues las intenciones de aquel hombre aún podrían estar cubiertas.
En cuanto Darius notó las piedras crujir tras unos pequeños pasos que se aproximaban alzó su vista del suelo. Y allí estaba, se acercaba a él, insegura, molesta también, recelosa, con dijes de tristeza. Quizás no era lo adecuado, pero no pudo reprimir su impulsividad fortuita. Caminó a paso ligero con grandes y firmes zancadas. Ella se detuvo al verle acercarse y pegó las manos a su pecho, cruzándolas como si quisiera imponer una barrera inexistente. Él llego hasta la pequeña chica y la abrazó. La hizo apoyar su pequeña cabeza en su pecho mientras ella seguía sorprendida e inmóvil. Había sido confiado con Lux cuando le dijo de venir, pero en verdad estaba aterrado. Si aquella mujer no hubiera ido sabía que todo, absolutamente todo, estaba acabado mas aquellos pequeños pasos, junto el aleteo de la falda blanca de su vestido fue como la mejor de las bendiciones. Lux había ido, Lux estaba allí, Lux estaba con él.
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Lux Aeterna{#2} Darius x Lux |Corazón sin honor|
Fiksi PenggemarTras la firma de la paz entre Noxus y Demacia, todo parece en calma. Nuevas reuniones y festejos darán comienzo en Jonia. Próspera nación, ansiada por ambas partes. Los recuerdos con la joven demaciana parecen demasiado lejanos para Darius. Fáciles...