~PRÓLOGO~{Sombras nacientes}

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Notas: Feliz año nuevo a todos/as, espero que este sea un año mucho mejor que el anterior y que haya empezado con buen pie y ¿Por qué no?, buenos regalitos también <3.

He completado el dibujo de Mera, sé que es un poco tarde para ponerlo ya, pero aún así aunque tarde he cumplido jajaja. Como siempre digo es como yo me la imagino, pero cada uno es libre de pensarla como quiera. Un abrazo a todos y espero que el comienzo de esta nueva parte de la historia os guste.

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Se adentraba en zona Vastaya, los cristales Miàn Shā así lo hacían notar. Ciertas tribus vastayanas trenzaban las cuerdas dejando un pequeño péndulo de cristal al final de las mismas. Los solían colgar de árboles que ellos mismos elegían, por ser puntos de referencia para aquellos espíritus que desorientados no encontraban el camino. Muchas veces el árbol era elegido por varios vastaya, y tales péndulos chocaban los unos contra los otros, emitiendo un ligero sonido agudo de repiqueteo.

Era espantoso.

Eso y las malditas flores de luna que se abrían con la caída de la noche. Su olor era asqueroso.

Asqueada LeBlanc caminaba con convicción, dejando sus marcas en aquella pura e intacta tierra. Odiaba Jonia. Por las criaturas infectas que albergaba, por el velo entre lo muerto y lo vivo que con tanta facilidad se rasgaba, por el gentilicio humano que tanto creía en la iluminación y en el equilibrio.No había más equilibrio que la magia. Si por ella fuera, a aquellos espíritus que osasen traspasar el velo los encarcelaría. Sí, Jonia sería una cárcel para ellos, ella se encargaría de convertir tal impoluta tierra en una prisión para los entes, que ambiciosamente ansiaban la vida. Ella se la concedería, una vida para toda la eternidad. Encerrados.

Sonrió al pensar en tales maquiavélicos planes mas por ahora, necesitaba ir paso por paso.

Poco a poco lograría su objetivo. Algo por lo que llevaba mucho tiempo luchando desde las umbrías, restaurar el Imperio del Rey Unánime, Rey en lo oscuro y Tormento de los Mortales. Sin embargo, cambiaría su reinado ligeramente, pues a su lado gobernaría con un él una Reina, y frente la oscuridad ella sería La Reina Blanca. Ya quedaba poco, muy poco para lograr su objetivo. Había esperado siglos, para que alguien como Swain se hiciera con el mando de Noxus, había esperado siglos para poder conseguir que esa tierra cayera en sus garras, para hacer secuaces y liderar sus mentes. Y ahora, ahora sólo quedaba hablar con la última pieza de su puzle.

—Zed. — Dijo a la figura que estaba de espaldas a ella al final del camino, y que si bien la había advertido, la había ignorado por completo.

Éste giró ligeramente su cabeza para sentirla mientras aún le daba la espalda. Según se cercioró de que aquella que había interrumpido sus pensamientos no era una amenaza volvió a ignorarla hasta que ella adelantándose unos pasos llegó a posicionarse detrás de él.

— ¿Dónde está la maga de la que hablaste?— La distorsionada voz de aquel enmascarado hombre resonó en el silencio de la noche.

Se le estaba acabando la paciencia, pues Zed, al igual que LeBlanc no tenía tal virtud. Y no sólo aquella mujer se había presentado tarde, sino que también se había presentado sin lo que habían acordado.

Se dio la vuelta fijando sus rojizos ojos de manera altiva en los confiados ojos dorados de la maga.

—Ha habido cambio de planes. — Le dijo ella tan solo.

Él alzó la cabeza con desaprobación. Odiaba perder el tiempo, y si la opción de pactar con aquella mujer había sido un fracaso, no dudaría en ir por su cuenta. No temía a aquella bruja y menos en Jonia, donde los magos eran más inestables que en cualquier otro lugar. Ella sería poderosa, pero estaba en su terreno.

Un pequeño niño se asomó tras la pierna del hombre allí parado. Fijó sus oscuros ojos en la mujer y agachó la cabeza para volver a esconderse tras Zed quien no le prestó ni un ápice de caso.

La mujer se dio cuenta de esto y con una mueca de simpatía preguntó.

— ¿Es ese el mago primigenio?— Se adelantó un poco más para verle mejor, pero el asesino se lo impidió bloqueándole el paso con su cuerpo.

— ¿Qué cambios han sido esos? — Más y más paciencia se iba consumiendo.

LeBlanc chascó la lengua y giró sus ojos con pesadumbre.

— Es evidente que no tengo a la maga conmigo. Pero tengo un plan. Se quedará en Jonia atrapada, sólo necesito algo más de tiempo.

— Creí pactar con una maga de consideración. Tu categoría debería de bastar para poder tomar aquello que quieres, Bruja Blanca.

— ¿Me incitas a que mate aquello que se interponga en mi camino, Zed?

El hombre entornó los ojos como respuesta afirmativa. Era evidente que la estaba despreciando, sin tapujos la llamaba débil. La mujer dibujó una sórdida sonrisa en su rostro y se llevó una mano a la cintura con confianza.

—Hablas con aquello que es mucho más longevo que tu tortuosa existencia, chico.

De entre las aperturas metálicas de la máscara del hombre salió un poco de vaho. Exhaló sin ruido alguno, quizás con burla, o quizás con ofuscación.

—Las sombras son el inicio de todo, el final de todo serán también. — Pausó para dar un paso hacia ella y tomando al niño que tenía tras su pierna por el borde de su camiseta lo empujó hacia ella con brusquedad. — Aquí está la prueba. — Miró a la mujer ladeando la cabeza con soberbia. — Yo tengo lo que tú quieres, mas tú te presentas sin nada.

Ella apretó la mandíbula. Nada tenía que decir a tal cosa pues era bien cierto que ella no tenía a Luxanna en su poder y él en ese momento tenía algo que ambos querían.

—Como ya he dicho tengo en mente...

— ¿He de buscar por mi cuenta al mago de la luz?—Interrumpió él con severidad.

—Sabes de sobra que en Jonia no hay ninguno. Esa chica no se irá contigo irrumpiendo en Demacia y matando a gente. No seas testarudo, las cosas se están desarrollando bien, sólo hace falta un poco más de tiempo.

— ¿Bien para quién?

—Para ambos.

— ¿Cuánto tiempo?

—Un par de meses, quizás tres.

—Pides demasiado.

—Tengo demasiado que ofrecer.

Él se rio con maldad mientras clavaba sus ojos en ella. Aquella mujer hablaba demasiado. Quizás aquello la llevara a estar donde estaba en Noxus. No funcionaría con él.

—Si quieres continuar tú solo, adelante, Zed. —Cambió de tono la maga. —Quizás tú puedas conseguir a la chica o quizás sea yo quien lo haga primero. Esa criatura tampoco es el único mago de las sombras en Jonia, podré identificar más. Y cuando nuestros caminos se crucen, si es que lo hacen, podré matarte, al menos me quedaría a gusto.

—Sal a buscar magos primigenios, Bruja. Pues ya me he encargado de que éste sea el último que quede en Jonia.

LeBlanc lo miró con sorpresa y el hombre volvió a reír. Se estaba tragando su soberbia cucharada a cucharada. No se cortó en exterminar magos durante el periodo que ella requirió para conseguir a la maga de luz. Tenía todos los cabos bien atados, pues al contrario que ella, él no había pecado de orgullo.

—Sin embargo. —Continuó él. —No me gusta la idea de malgastar recursos. Tres meses es lo máximo que te doy para conseguir a la maga. Pero si no cumples, no me privaré de hacerlo por mi cuenta y matarte por el camino. —Ella lo miró conteniéndose la ira. —Siéntete afortunada. Normalmente dejo que mis alumnos se encarguen de los débiles. 

Lux Aeterna{#2} Darius x Lux |Corazón sin honor|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora