{13}Límites

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Giró el anillo entre sus dedos índice y pulgar, se lo acercó un poco para perfilar con su mirada dorada aquel símbolo demaciano que parecía destilar una fuerza señorial en una sortija común. Cerró su puño envolviendo la joya entera y leyó la carta tranquilamente. Quizás era ya la décima vez que leía las palabras reflejadas en aquel papel, lo único que en aquel momento tenía de ella. Guardaba a buen recaudo cada una de las cartas que le había enviado, y en cada una de ellas la preocupación desmedida se cernía por él, mas él no podía hacer absolutamente nada. Enviar una carta a Jonia sería volver a cometer el mismo error que ya había cometido yendo a Demacia, y exponerse aún más no era la solución, aunque lo ansiaba. Ansiaba decirle lo mucho que la recordaba con una sola letra suya, pues ya se sabía la caligrafía de Lux de memoria.

Terminó de leer y se irguió un poco para pasar a colocarse la capucha de su capa y mirar por el ventanal que iluminaba, en aquella fría noche, la habitación de Marcus. Noxus estaba pasando por el desenlace de un otoño, brotando un frío inverno. Este año, el invierno sería frío y austero. Encendió una vela y se fijó en los ojos verdosos de un pariente que aunque físicamente estaba con él se encontraba demasiado lejano. Se acercó a él, se quitó el guante y se puso el anillo robado en el dedo anular. Sonrió al ver que le quedaba justo y volvió a colocarse su prenda.

—Ha sido muy fácil quitárselo. —Aseveró casi de manera burlona. Su voz susurrante se rasgaba más de lo normal dejando ciertas sílabas como hilos de voz al viento. —le quedaba muy grande. —estiró su mano y la alzó un poco para verse el bulto de la sortija bajo su guante. Y recordó la pequeña mano de la chica.

Deshaciéndose de sus pensamientos trató de ayudar al hombre que no respondía a estímulo alguno a incorporarse, tomó un vaso de agua y le hizo beber poco a poco. Cada dos horas le daban agua, pues él no la pedía. Tomó una pequeña toalla cuando consideró que había sido suficiente ingesta y limpió un poco los sobrantes del líquido que habían caído por la boca de aquel hombre. Se paró a mirarle de nuevo, sumergiéndose en unos ojos tan parecidos antaño a los de Katarina, ahora, desprovistos de vida. Apartó el pelo de Marcus dejando algo más libre la cara de éste y se fijó que hacía poco que se lo habían cortado. Había estado bien cuidado durante todo el tiempo que él no estuvo en la mansión Du Couteau y eso le agradaba.

—Mañana al amanecer me iré durante un tiempo. —le informó aun a sabiendas de que no tendría respuesta, mas sonrió de nuevo para aquel hombre quien no lo miraba en absoluto. Volvió a fijarse en su abultado dedo debido a la forma del anillo y sus pupilas se estrecharon durante milésimas de segundo de forma casi felina. Se contuvo su dolor y su culpabilidad y se fijó en las subidas y bajadas del pecho del hombre tumbado. —Si ella estuviera aquí, de vuelta en Noxus...—comenzó, pero se detuvo. —Lo intenté. —se irguió de nuevo. —Pero lo intenté sin hacerte caso. Siempre consideré tus consejos, pero hubo uno que descarté a mi parecer. "Cuando se trata de alguien a quien quieres es cuando tus convicciones flaquean, y es ahí cuando debes de hacerlas de hierro."—Talon suspiró, ocultando prácticamente su suspiro, pues aunque no lo mirase nadie sentía impotencia y en cierto sentido... algo de vergüenza. —Mis lealtades son insignificantes. —aseveró. —Pero las voy a hacer de hierro.

—Talon. —Una mujer abrió la puerta de la habitación con brusquedad. Aquella dama tenía una altura considerable, como todas las mujeres de la familia Du Couteau. Portaba cabellos castaños rojizos, y sus ojos turquesa brillaban con rencor hacia la única figura con vitalidad de la estancia. —Necesito que vengas conmigo. Ahora. —ordenó. Éste asintió y se levantó tras echarle una última mirada a aquel a quien tanto admiraba. Melissandre, lideraba el camino. Por los andares de ésta Talon comenzó a esperarse que aquella reunión de urgencia no deparase en nada bueno. Y es que la mujer apretaba sus puños y sus labios a la par mientras andaba con paso regio y veloz. Melissandre era la prima de Katarina, hija del hermano menor de Marcus el cual llevaba bastante tiempo sin pertenecer al mundo de los vivos. Ella se había quedado a cargo de todo tras la partida de Katarina hacia Jonia, y los temas políticos no se le daban mal. Se notaba que sangre Du Couteau inundaba sus venas, pues el liderazgo era una característica muy notoria en ellos.

Lux Aeterna{#2} Darius x Lux |Corazón sin honor|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora