TRÍO DE TESTOSTERONA

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"¿Cómo se expresan las pulsiones? Por medio de fantasías, anhelos, palabras, acciones, sueños, transferencias, creaciones, etc."
-Yako Román Adissi

SE HABÍA puesto muy guapa. Ni ella sabía por qué había puesto tanto esfuerzo en verse bien para alguien que la había hecho sufrir. No tenía ningún sentido en su cabeza. Quizás no era exactamente para agradar a Miguel, sino para hacerle ver la gran joya que había perdido por imbécil.

No era muy común que utilizara labial oscuro, pero esa noche, lo tenía puesto. Su cabello castaño estaba recién lavado, por lo que sus ondas estaban perfectas, justo como a Miguel le gustaban. Tenía un traje azul hasta la rodilla, y el perfume más dulce entre todos los aromas suaves que tenía. Laura nunca ponía tanto esfuerzo en su maquillaje, pues su rostro casi perfecto no necesitaba de eso.

Sentada en una mesa del restaurante a la que fue citada, se dio otra gran decepción por parte de Miguel. Eran las ocho de la noche, exactamente una hora tarde del tiempo acordado. Se sentía como una estúpida, y más que eso, enojada. El tiempo para Laura, era oro, y si algo le molestaba era perderlo por culpa de otros.

No le había escrito, pues no quería parecer que necesitaba de ese encuentro. Pero luego de una hora de espera, era necesario un mensaje.

"Ya he esperado demasiado. ¿Todo está bien?" 8:02pm

No quiso parecer enojada, porque quizá algo sucedía. Decidió darle quince minutos más de beneficio, pero nunca llegó. Enojada, pidió el total del cóctel que había ordenado, y se tomó el restante que quedaba de un solo trago. Puso un billete detro del porta cuentas, y se lo entregó al camarero.

- Se puede quedar con el cambio.

- ¿Sucedió algo, señorita? - Preguntó el servidor muy gentil.

- Sí, que los hombres son unos imbéciles. - Respiró muy profundo. - Espero tu no lo seas... - Miró el nametag del camarero. - Guillermo... Nunca le falles a una mujer, por favor.

Se dio la vuelta y salió del restaurante. Durante el camino a su vehículo, se contuvo las ganas de llorar. Se sentía muy estúpida al estar llorando por un hombre que no lo merecía, y por no saber a qué se debía el llanto, solo lloraba más. Era la segunda vez que Miguel le veía la cara. Pero ya ella lo había decidido, no vería a ese hombre nunca más en su vida.

Arrancó el motor, y entre lágrimas de coraje y desilusión, manejó hasta su casa.

***

Lysander se negaba, pero los chicos le insistían. Ya no era solo Jonathan, sino que Daniel también rogaba por hacer un video.

- No puedo. ¿Por qué no entienden? - Decía Lysander desesperado. - Tengo muchos planes para el futuro. Una cosa como esta, por más excitante que sea, arruinaría mis sueños.

- Claro que no, es solo porno. Es algo muy natural en estos días. - Insistía Jonathan. - Si lo haces una vez, te encantará tanto que querrás seguir. ¡Ya verás!

- ¡No! No puedo.

- Espera... - Interrumpió Daniel. - ¿Te preocupa que salga tu rostro? ¿Es eso?

- Sí.

- Hay solución para eso. El primer video puede ser contigo enmascarado. De hecho, sería algo excitante.

Fuego ArdienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora