"El obsesivo... perdido en el laberinto de un tiempo muerto donde lo significativo queda siempre para después, reforzando su fantasía de inmortalidad, vive sometido al régimen de la duda, a la exuberancia retórica, a un mundo cerrado donde no hay lugar, en suma, para las vicisitudes de la dramática amorosa."
-Elina WechslerLAURA Y DALILA observaban las noticias, sentadas en el sofá de la sala de estar, como era de costumbre desde que la más joven se había mudado. Se había acostumbrado muy rápido a la casa, y más por los buenos tratos de la que durante el día era su profesora.
Alguien tocó a la puerta y ambas se miraron.
- Yo abro. - Se ofreció Dalila.
- No, tranquila. - Interrumpió Laura, poniéndose de pie antes que la joven. - Yo voy.
Caminó hasta la entrada, y al abrir, no había nadie. Miró para todos lados y notó, una vez más, otra carta en el suelo. La tomó, y cerró la puerta con rapidez.
- ¿Quién era? - Quiso saber Dalila desde el sofá.
- Mi ex. - Contestó sin ganas.
Dalila se paró del sofá, y corrió hacia Laura.
- Solo dejó una carta, es la segunda vez que lo hace.
- ¡Ábrela! - Ordenó emocionada.
Laura rompió el sobre para leer la carta:
Soneto V
Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.Cuando tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.El poema no tenía el nombre del autor, y fue con toda la intención del que lo había redactado en papel.
- ¿Y este poema? - Preguntó Dalila.
- Es de Vega, Garcilaso de la Vega. - Suspiró. - Miguel sabe mucho cuánto me gusta este poeta.
- Pues debería esforzarse más para que lo perdones. - Interrumpió Dalila. - Lo que hizo no se olvida solo con poemitas que ni siquiera son suyos.
- Lo sé. - Arrugó el papel para botarlo.
La puerta sonó nuevamente, las chicas se miraron. Laura abrió con suavidad, esperando encontrar a Miguel.
- ¡Hola! - Saludó Ricardo muy contento. - ¿Interrumpo?
Laura se sorprendió. Era la segunda vez que ocurría algo similar. La situación actual parecía un déjà vu.
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Fuego Ardiente
RomanceCuando el amor, el estrés, y las responsabilidades se unen, no son muchas las opciones de escape saludables. Según el psicoanálisis, cada individuo reacciona a partir de los deseos y recuerdos reprimidos que existen en la conciencia. ¿Podría ser el...