tres

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»Estimulación verbal
»Estimulación física





A la mañana siguiente, me desperté como en una nube. En un primer momento, somnolienta, creí haber soñado todo aquello, pero al entrar al baño, vi mis braguitas sucias junto al resto de ropa para lavar, y me di cuenta de que había pasado de verdad.

Decidí echarme agua en la cara, asustada por lo que vi, lo que escuché, y lo que hice por mi cuenta. Me había ... Me había masturbado con la imagen y los gemidos de mi hermano mayor.
¿En qué mierda estaba pensando para hacer algo así?

La casa estaba en silencio. Por un momento, temí encontrar a esa chica por alguna parte, pero aquella idea se desvaneció tan pronto como llegó. Debía haberse marchado ya. No había chaquetas en la entrada a excepción de la mía y la de Kook.

Tras preparar mi desayuno, me senté a la mesa de la cocina, pensando en cómo dirigirme a mi hermano después de haberlo visto entre las piernas de una mujer, dándole un placer que yo no lograba entender.

Di un mordisco a mi galleta y justo entonces, Jungkook bajó las escaleras. Su pelo estaba mojado y revuelto; acababa de darse una ducha. Además de que su pecho estaba desnudo. Normalmente, verlo sin camiseta no me habría supuesto un problema. Resultaba haberme acostumbrado a ver su pecho desde que regresó a casa y no me importaba. Sin embargo, algo cambió después de lo que había presenciado, y no fui capaz de sostenerle la mirada.

Bajé la barbilla, terminando mi comida, avergonzada por lo que hice en mi cama horas atrás.

—Buenos días, Hye —me saludó con naturalidad.

—Hola ...

Yo no quise mirarlo, pero cuando se giró para buscar un vaso en el armario, mis ojos viajaron solos a su trasero, descubriendo la fina tira de sus bóxers negros que se veía sobre sus pantalones de chándal.

Escandalizada por hacer de una capa un sayo, clavé mis pupilas en el tazón de cereales, maldiciéndome por continuar pensando en él como si no fuera mi hermano.

¡Abre los ojos, Hye! ¡Compartís la misma sangre!

Al cabo de un minuto, la silla a mi lado se corrió. Jungkook se sentó en ella junto a una tostada y una taza de café. Yo me atiborré a cereales para salir de allí cuanto antes, lo que provocó que estuviera a punto de atragantarme.

Jungkook estalló en carcajadas por mi torpeza y yo, roja como un tomate, quise que la tierra me tragara antes que enfrentarme a él. Con esfuerzo y algo de leche, conseguí tranquilizarme y calmar mi irritada garganta. Tomé una profunda bocanada y suspiré, aliviada.

Entonces, los labios de Kookie se plantaron en mi frente, sorprendiéndome. Tras dejar un suave beso, se encargó de recoger mi plato y llevarlo al fregador para limpiarlo. Yo lo seguí con la mirada y acabé embobada con su espalda. La forma en que sus músculos se contraían, en que sus omoplatos se movían, me tenía completamente absorta. Pensé en cómo sería delinear su piel. Él era cálido y yo quería que su calor me impregnara con una ansiedad insana.

En un abrir y cerrar de ojos, él se secó las manos y me encontró mirándolo. Una media sonrisa se apoderó de su boca al descubrirme, lo que me hizo desviar la mirada. ¿Qué me pasaba? ¿Por qué no podía dejar de mirarlo?

—¿Hye? —sus dedos alzaron mi barbilla, obligándome a mirarlo a los ojos—. Ven conmigo al sofá.

Sin rechistar, me dejé guiar por él una vez hubo tomado mi mano entre la suya. Me llevó hasta el salón, y allí, se sentó en el sofá más grande. Jungkook se tumbó sobre él, logrando que la boca se me secase al observar sus abdominales contraerse por el movimiento. Estiró su brazo en mi dirección, y así fue como el sonrojo aumentó. Yo no supe decir que no, pues no era algo nuevo estar en el mismo sofá que él, sin embargo, al apoyar una rodilla en el almohadón, Jungkook siguió tirando de mí hacia él. Me apoyé sobre su torso para evitar tropezar, obligándome a caer sobre él.

aphrodisia » jungkook |+21|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora