veinte

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marathon 2/4

»Masturbación
»Juego sexual
»Dominación
»fluff
»Orgasmo masculino y femenino

»Sexo 🔞








—Ju-Jungkook ... —era un castigo. El mayor de todos.

Su otra mano me sostuvo del cuello, acercándome a él hasta que mi lumbar quedó apoyada en su pecho. Acarició mi garganta sin dejar de besarme la piel sudada, y yo comprendí que él estaba viviendo una experiencia que había planeado ya demasiadas ocasiones.

Subió mi falda para poder amasar mi trasero y un gruñido huyó de mi boca al percibir su empapada piel en mi entrada, ayudándose de los dedos para encontrar el punto por el que irrumpir en mí.

—¿Sí, hermanita?

—Hazlo, Daddy ... No quiero ... Este c-castigo —dije, impotente. Sus dígitos jugando con mi clítoris—. Mierda ...

—No blasfemes, cariño. Suena mal viniendo de ti, ¿sabías? —hizo el amago de intentarlo, empujando levemente su virilidad contra mis sensibles labios, y no pude retener un sollozo.

Terminé apoyada en su hombro, exhausta de luchar a contracorriente y deshecha en un mar de súplicas y gimoteos endebles.

Ahí fue cuando comenzaron las falsas embestidas. La primera vez que arremetió contra mí se sintió nueva y estimulante, con su punta abriéndose paso, pero las que las secundaron se volvieron necesitadas y martirizantes para mí. Kook jadeaba, excitado por aquel contacto íntimo que no habíamos compartido antes, pero yo era un caso bien distinto. Abría más y más mis piernas, rezando por que se decidiera y se hundiera en mí de una vez. Cada vez que se lo pedía, recibía un golpe más intenso, castigándome por no ser silenciosa.

Mis manos continuaban encarceladas y yo había terminado por desistir, así que escuchando los fuertes gemidos de Kook en mi oído, decidí ser la niña sumisa y perfecta que él quería.

En lugar de acercarme más a su estómago, me alejé, cogiéndome al respaldo de la cama con ambas manos. Casi a cuatro frente a él, escuché su gruñido por la vista que le concedía, servicial y atenta a las demandadas de mi amo. Alcé todo lo que pude mi trasero, desesperada por complacer a mi hermano mayor y agotada de aquel juego que se turnaba entre un placer enfermizo y una desazón maldita.

Sus grandes manos recorrieron mi trasero, evaluando si la posición era correcta, pero no tuvo que meditarlo demasiado, pues las ansias lo devoraban por dentro y tenerme así de abierta era todo lo que necesitaba.

—Daddy, quiero mi castigo —recobré aire.

—Tu castigo es no tocarme, Hye —besaba y lamía mi espalda baja—. ¿Acaso quieres más?

Era un suicidio, algo me decía que si lo invitaba a seguir con su dicha personal yo terminaría en la peor de las condiciones, pero el juego era tan vivo, tan vibrante para ambos, que no me importaba sufrir aquel vacío un poco más de tiempo.

—Por favor ... Juega conmigo, Daddy.

Un instante después, sus manos descansaban en mis caderas, agarrándome, y su falo se había colado en mi entrepierna de nuevo. Jungkook se movía, masturbándose sin parar con mi dilatada entrada, que yacía lista para que él la hiciera suya.

Con su pene erecto, amenazando constantemente con terminar el extenso calvario, yo solo podía contener el aliento. El vientre bajo de mi hermano golpeaba mis nalgas, con la fricción haciéndose insoportable y mis ojos nublándose de lágrimas. El ardor había dado paso a un deseo insufrible que me rebasaba los sentidos.

aphrodisia » jungkook |+21|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora