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treinta y uno

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Flashback

El señor Jeon sonrió, cortés.

No había nada que no pudiera conseguir y aquella cena era una magnífica forma de persuadir a varios de sus posibles futuros socios. Sin embargo, su secretario personal interrumpió una de las conversaciones que compartía con algunos de los invitados. Se disculpó después de ver la intensa mirada de su mano derecha, comprendiendo que se trataba de un asunto de alta prioridad.

Ambos salieron del salón bajo la vista de la señora Jeon, que se quedó charlando como si nada.

Una vez fuera y lejos de la vista de todos los asistentes, Jongsu le pidió explicaciones al señor Shin. En su semblante se podía ver la turbación acerca de un problema que no sabía cómo resolver. Jongsu sabía bien que el señor Shin nunca dudaría sobre algo si no fuera de extrema delicadeza.

—¿Qué es? ¿Qué ha pasado?

El señor Shin dudó por unos segundos, pensando cómo debía explicarle al señor lo que acababa de ocurrir.

—Verá, señor ... —se soltó un poco el nudo de la garganta, preocupado—. Se trata de la señorita YoungMi.

Jongsu comenzó a asustarse también. Siempre que esa ramera salía de su encierro, provocaba algo de lo que debía ocuparse al instante si no quería que el mundo entero se enterara del mayor de sus secretos.

—¿Qué pasa con ella? —podía sentir la ansiedad alterando su organismo de arriba a abajo—. ¿Qué ha hecho esta vez?

—Bueno, no es algo que ella haya buscado, señor —el señor Jeon frunció el ceño, apenas entendiendo a lo que se refería su secretario—. Uno de los chóferes ha hablado conmigo hace un momento y ... Al parecer, la señorita YoungMi ha ... Ha conocido a Jungkook, señor.

La tez de Jongsu pasó a ser de la misma tonalidad que el papel en cuestión de milésimas de segundo.

¿Cómo ...? ¿Cómo demonios había podido ocurrir? Siempre había sido meticuloso, había estado pendiente de todo para que YoungMi ni siquiera pudiera cruzarse con Jungkook de lejos. Además, su hijo ni siquiera estaba allí ... ¿Verdad?

—¿Acaso mi mujer ha traído a los niños a la cena? —preguntó, histérico.

—Eso parece, señor —respondió el señor Shin.

—Esa maldita mujer ... —maldijo sin alzar demasiado la voz. No pretendía que nadie lo viera perder el control—. Le dije que no los trajera y solo por desobedecerme lo ha complicado todo ... —se quedó pensando, abrumado por una situación tan crítica—. ¿YoungMi se ha marchado?

Si ella seguía allí, podía intentar hacer algo al respecto, pero el señor Shin negó con la cabeza y Jongsu supo que las opciones eran más escasas de lo que había creído.

Cabía la posibilidad de que YoungMi no hubiera identificado a Jungkook por su nombre. Ella no conocía su aspecto físico, no había visto ninguna foto del chico y menos aún había oído anteriormente su voz. Podían haberse encontrado por casualidad simplemente, sin embargo, no podía arriesgarse al beneficio de la duda. Estaba en juego todo su imperio, esa familia rota que seguía soportando sobre unos cimientos que se tambaleaban a diario y el legado que debía dejar a su hijo varón costara lo que costara.