treinta y dos

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Fuimos hasta el hotel y pedimos una habitación en recepción. La chica que nos atendió se sorprendió por lo tarde que era, pero no puso ninguna pega y nos dio el juego de tarjetas.

Íbamos a tomar el ascensor porque la habitación quedaba en el sexto piso cuando Jungkook recordó el coche.

—Voy a traerlo hasta el parking del hotel. En nada estoy contigo, preciosa—me besó a modo de adiós y volvió sobre sus pasos.

Yo fui a la habitación sola y nada más entrar dejé las pocas cosas que había traído conmigo en la enorme cama. Era tentador, el colchón me gritaba que simplemente me tirara sobre él, pero apestaba a alcohol y necesitaba quitarme ese olor rápido o terminaría respirándolo toda la noche.

Me quité la ropa en un santiamén y fui al baño. No quería tardar mucho, pero era tan relajante que perdí la noción del tiempo mientras me enjabonaba el pelo.

—Ya estoy aquí, Hye —escuché la voz de Jungkook desde fuera del baño, por lo que cerré el flujo de agua. ¿Cómo había regresado tan rápido?—. ¿Te falta mucho?

—No, en cinco minutos estoy fuera —le dije.

—Eso es mucho —se quejó mi hermano mayor.

—Salgo enseguida. Lo prometo —alcé la voz antes de abrir de nuevo la llave de la ducha.

Terminé de aclarar mi cabello rápidamente porque no quería hacer esperar a Jungkook. Él debía estar cansado después de todo lo que había pasado esa noche y solo querría estar conmigo un rato mientras todavía aguantara despierto.

Ya no había rastro del mareo ni del agudo dolor de cabeza que me había acompañado todo el tiempo. La ducha había servido para despejarme y lo agradecía profundamente después de lo que habíamos vivido esas últimas horas. Solo quería dormir entre sus brazos y olvidar todos los problemas que se nos echaban encima, así que me apresuré para volver con él.

Apenas me faltaban unos segundos cuando llamaron de nuevo a la puerta del baño. Me giré hacia ella y la voz de Jungkook llegó a mis oídos.

—Cariño, ¿qué haces ahí dentro? Voy a quedarme dormido si no apareces.

—Ya voy, Kookie. Un momento y ...

—Me he cansado de esperar, Hye —soltó mi hermano, impaciente.

No pude responderle a eso, pues la puerta se abrió de par en par y la silueta de Kook surgió a mi izquierda. No podía verlo bien por el vapor de agua que impregnaba los cristales de la ducha, pero me encogí ligeramente al saber que había entrado.

—¡Jungkook! —vociferé al tiempo que cortaba el agua—. Yah ... ¿No puedes esperar ni un poco? —intenté retirar las gotas de mis ojos, pero al no conseguirlo, me moví y tomé la toalla que había dejado preparada. Me quité con ella el agua que caía por mi rostro y deslicé la mampara, abriendo la ducha—. Te dije que estaba a punto de ...

Él estaba allí, apoyado sobre la puerta que había cerrado de nuevo, con los ojos puestos en mí. Su camisa blanca estaba medio desabrochada, dejando a la vista sus clavículas desnudas. Tenía la misma mirada de un depredador que vigila a su cena, ese ardor que conocía tan bien.

Hizo una diminuta mueca de diversión al entender que su sola presencia me había hecho callar y dio un paso hacia adelante.

—Esos cinco minutos han pasado, Hye —me comunicó.

aphrodisia » jungkook |+21|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora