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La chica se levantó del suelo con la ayuda del desconocido y se quedó un momento perdida, admirada por su belleza inhumana. Una mata de rizos castaños decoraba su cabeza, unos preciosos ojos entre un color jade y esmeralda emitían una mirada fuerte que hacían sentir mareada a la chica, una nariz recta y perfectamente estructurada, además de una fina mandíbula pronunciada que la hacía derretirse ¿Quién era el atractivo hombre? 

— ¿Q-quién es usted?— se animó a preguntar. 

El desconocido le sonrió, perfectas perlas blancas como dientes se asomaron detrás de sus rosados labios, y Leocadia a penas fue capaz de alejar su mirada. En cualquier caso, él parecía joven, no más de 30 años. 

—Me llamo Harry.— le respondió y subió su mano hasta sus labios para dejar un beso en su dorso. 

Leocadia sintió un calor extraño en su mano, agradable. Casi incluso se le había olvidado lo sucedido un minuto atrás, la forma extraña en la que los chicos que la seguían comenzaron a sangrar.

—Dime, ¿Esos chicos te estaban molestando?— le preguntó el sin soltar su mano. Leocadia sintió vergüenza de inmediato y bajó la cabeza, cuando el apuesto hombre supiera quién era y porque la agredían sentiría asco de ella y se marcharía. 

El hombre la tomó por el mentón con dulzura y enterneció sus ojos al mirarla.

—Yo te puedo ayudar.— le dijo con una sonrisa tan despampanante que la confianza de Leocadia se disparó hasta los cielos y le devolvió la sonrisa. —Confía en mí, Leocadia, puedo hacer que paguen por el daño que te han hecho.

Las cejas de la chica se fruncieron. — ¿Cómo sabes mi nombre?— le preguntó. 

Harry le regaló una sonrisa antes de responder. —Sé todo lo que tengo que saber de ti ahora, preciosa. Déjame ayudarte a vengarte.

— ¿Vengarme?— sacudió la cabeza.

— ¿No es eso lo que quieres? Venganza, que todos ellos paguen por todo lo que te han hecho.— Harry alzó una ceja. —Puedo darte todo el poder que necesitas para vengarte... a cambio de algo.

Leocadia sospechaba que nada sería gratis, pero estaba cansada de las burlas, ella jamás le había hecho daño a nadie, pero no podía retener más tiempo las ganas de hacerles daño a todos. 

— ¿Qué tengo que hacer?

Los ojos de Harry brillaron y se lamió los labios. —Sígueme. 

La joven se dejó guiar por el hombre sin rechistar y con una sonrisa por el bosque, anduvieron y anduvieron hasta que las piernas y pies de Leocadia dolieron. — ¿Falta mucho?— preguntó cansada, habían avanzado bastante y sentía que estaban en lo más profundo del bosque. 

—No, ya llegamos.

La joven miró hacia el frente para percatarse de una cabaña abandonada que segundos antes no había visto. A pesar de la sorpresa no dijo nada y siguió a Harry al interior del lugar. La puerta se abrió para ella y dio sus primeros pasos en lo que sería su hogar a partir de ese momento. 

Abrí los ojos asustada, sintiendo que el aire faltaba en mis pulmones. Cuando recuperé la compostura me encontré con unos ojos verdes... Harry. 

Todo había sido... extraño...yo, me sentí como una espectadora en una película, como una lectora leyendo un libro, acababa de ser testigo de una parte de la vida de mi bisabuela, había vivido la experiencia de una forma diferente esta vez, no lo había presenciado como su muerte, ni me había apropiado de los recuerdos y el cuerpo de ella como sucedió cuando Vadwarhe me hizo decidir sobre la vida de personas desconocidas. 

— ¿Lo entiendes ahora, pequeña Enit? Tu bisabuela no es la mala de la historia, era la víctima. Dime ahora, ¿Seguirás defendiendo al pueblo que abusó y acosó a una chiquilla? 

Los dedos de Harry acariciaron mi mejilla, retirando el cabello que se había humedecido con mi sudor. Justo acabando de darme cuenta que me encontraba tendida en una cama. Todo me daba vueltas, las cosas en mi cabeza se mezclaron y no pude dar una  respuesta porque no sabía qué pensar en ese momento. Un debate interno se inició y comencé a asustarme, ¿de qué lado estaba? ¿El bien, el mal? ¿Qué era cada uno? ¿Cómo podía diferenciarlos? Ella... ¿No era mala? Solo le hicieron daño, mucho daño pero... No... No es una excusa, yo... Todas estamos condenadas por su culpa.

— ¿Realmente tus poderes te parecen una condena?— Harry interrumpió la voz de mi cabeza. Había olvidado que era capaz de leerme el pensamiento. — Dime, ¿Acaso tu abuela lastimó a alguien a propósito usando la magia que le di? ¿Tu madre lo hizo? ¿Tú lo haz hecho? Tu bisabuela solo se vengó de quienes la humillaron, no le hizo daño a nadie más. ¿Sigues pensando que yo soy el malo? 

Pensé a toda velocidad. No, maldita sea, no. Mi abuela jamás lastimó ni maldijo a nadie, mi madre se rehusó a utilizar sus poderes y yo... Bueno yo ni siquiera he aprendido correctamente  a usarlos. No, no, no, no podía ser, el demonio no es bueno, los demonios no son buenos, Enit, te engañan, te mienten, te utilizan, te...

Besan... Me besó, Harry me besó. Sus manos sostuvieron mi rostro mientras sus labios besaban los míos, me paralicé, no supe qué hacer, estaba... Estaba besándome. El demonio al que debía destruir y al que debía odiar estaba besándome y yo no estaba haciendo nada para apartarme o apartarlo y... me sentí culpable porque me empezaba a gustar el beso y lo seguí.

—Déjame enseñarte a usar tus poderes.— murmuró antes de volver a besarme con locura. 

No pensé mucho en sus palabras, sus labios eran más interesantes cuando estaban sobre los míos y la tormenta de mi cabeza se calmaba, no había otra cosa que quisiera hacer en ese momento, no había otro lugar en el que quisiera estar a esa hora. 

La mano de Harry bajó a mi vientre mientras con la otra se apoyaba a un lado de mi cabeza, sus dedos subieron mi blusa, pude empujarlo lejos, pude apartarme, pude despertar de esa absurda ensoñación pero no quise, una fuerza extraña, una especie de magnetismo me impedía alejarme de él, de sus labios, de sus manos, de su contacto con mi cuerpo. Mi piel respondió a su caricia erizando mis vellos y me atreví a tirar de él para acercarlo más a mí. Una parte de mi cabeza me pedía que parara, que era una locura lo que estaba haciendo, y lo era, pero otra parte, la más fuerte me decía que me dejara llevar ¿Qué de malo podía pasar? sí la sensación era tan buena ¿Por qué detenerme? Si me estaba gustando ¿Por qué negarme? 

Sentí su cuerpo sobre el mío y la impaciencia se hizo lugar en mi sistema.

—Has sido una bruja mala— besó mi cuello. —Pero eres mi favorita.— mordió mi piel. 

Fue doloroso y me quejé, pero estaba deseando que lo hiciera de nuevo. En algún momento perdí toda mi ropa, y quizá cometí un grave error, o quizá no. De todas formas ¿No es eso lo que hacían las brujas? Entregarse a los demonios ¿Acaso no es parte del trato? 

Tiré mi cabeza hacia atrás cuando deslizó su lengua entre mis pechos, no cabía el arrepentimiento, no por ahora.

*****

Solo les recuerdo que Vadwarhe es un demonio, y los demonios no sienten amor ;) So, ni se emocionen xD 


Scary Town (Halloween 2018)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora