El olor... Ese maldito olor que era más fuerte cada día. Había estado visitando el pueblo todas las noches pero apenas sentía que me acercaba, el olor se iba y no podía perseguirlo más.
Era frustrante, pero hacía crecer mi hambre que se había vuelto voraz.
Me encontraba recorriendo las calles solitarias y oscuras como cada noche, sin un olor que seguir, pero tenía una misión. Los lobos y los vampiros necesitaban alimento, de nuevo. Debía atraer a unos cuantos para darles de comer a las criaturas. Al doblar una esquina pude escuchar risas y me desvanecí en uno de los muros, me volví una sombra para seguirlos de cerca.
Las voces de unos chicos sonaban en toda la calle, ellos reían y hablaban fuerte, borrachos. No sabía si a las criaturas les gustaría pero no tenía ganas de cazar nada para esos idiotas así que debían conformarse. Me arrastré por el suelo hasta transformarme en la sombra de uno de los chicos.
Mientras seguían riendo, uno de ellos me observó y me señaló.
— Johnny, mira, proyectas sombra en el sentido contrario a nosotros.
Todos se detuvieron para observarlo y una de las chicas comenzó a reír. — ¡Es un Dios!
El tipo comenzó a hacer movimientos extraños que imité sin ningún problema hasta que decidí jugar con ellos. Mientras el tal Johnny se movía, me quedé quieto, y sin ningún problema, comencé a crecer. Mis brazos se hicieron largos, mi torso y mis piernas. Me hice tan grande que tuvieron que alejarse para no tocarme con sus pies.
Los adolescentes estaban callados y pálidos mientras yo comencé a desprenderme del suelo y mis largos brazos tomaron a Johnny del cuello para empezar a asfixiarlo. Un grito desgarrador endulzó mis oídos mientras hacía salir más brazos de mi alargado torso para tomar a los demás. Cuando uno de ellos se orinó encima, me materialicé en carne y hueso, en una de mis tantas formas.
Me había vuelto una criatura enorme con una sonrisa de dientes afilados, con tres brazos saliendo de los costados de mi extraño y encorvado torso, mi cuello se estiró lo suficiente para acercarme a los rostros de cada uno de esos chicos pálidos y mirarles con los hoyos vacíos que eran mis ojos. Abrí mi boca para devorarlos uno por uno, era lo suficientemente ancha para tragarlos de un bocado. Cuando tenía la mitad del cuerpo de Johnny en mi boca, escuché una voz gritándome unas palabras que solo para mí tendrían sentido.
Me detuve y giré mi cabeza en dirección a la voz detrás de mi. La imagen de una chica se había plantado allí, al final de la calle. Mis enormes manos soltaron a los adolescentes y mis brazos volvieron a su tamaño humano, desvaneciendo los cuatro brazos restantes.
Mi cuello volvió a su lugar y adopté mi forma humana nuevamente para acercarme y mirar de cerca a la pequeña intrusa que me había interrumpido. Mientras congelé el tiempo para que los estúpidos adolescentes no se fueran de allí, me acerqué a la intrusa.
Al estar cerca de ella, pude darme cuanta de varias cosas. La primera, su olor, era el mismo que había estado percibiendo, pero de cerca me había dado cuenta que era una trampa. El olor que ella había desprendido era solo como una carnada, pues al verla, podía darme cuenta que no era una humana. Había percibido su esencia antes, mucho tiempo atrás... Segunda cosa, su aura de color opaco me recordaba a alguien. Y tercero, las palabras que me hicieron detenerme y mirarla.
— Tú... ¿Leocadia?— no era capaz de creerlo, era tan parecida.
Pero había algo, algo en su esencia, su maldad no era tan pura como la de Leocadia. No podía ser ella. Sonreí ampliamente mientras la recorría con la mirada, no podía evitar compararla con la mujer que conocí décadas atrás ¿Era ella su hija? ¿Nieta? ¿Bisnieta? ¿Cuántos años habían pasado desde entonces? Ser un demonio significaba no tener noción del tiempo.
La chica no dijo nada, así que aspiré su aroma tan similar al de ella.
— ¿Qué generación eres tú?— la observé con cuidado.
¿Ahora era muda? Me reí.
—Shh...— la mandé callar antes incluso de que dijera algo. Aspiré por la nariz y me acerqué a ella. Abrí los ojos y sonreí. —Eres su biznieta. Ja, ja, el tiempo pasa tan rápido.— no podía creer que estaba frente a la biznieta de Leocadia, aquella bruja que logré seducir mucho tiempo atrás.
Me detuve al notar algo en su cuello. —¿Por qué llevas un crucifijo, preciosa?
—Mi madre me lo dio para que no me hicieras daño.— murmuró y acarició la pequeña cruz en su cuello.
¡Vaya! Hablaba. No pude controlar una carcajada ante semejante estupidez.
—Que tonta es tu madre que cree que un pequeño crucifijo puede detenerme a mí.— ella no dijo nada pero me miró con recelo.—Pequeña idiota. Hay maldad en tu ser, tu bisabuela, tu abuela, eran malas, nacieron malas, tu madre y tú también, pero se resisten.—me reí.—En cierto punto, me agradas, eres como yo, te opones a tu realidad, de donde vienes.
—El bien es más poderoso. Y no soy ni un poco parecida a ti.
Me quedé en silencio un momento, observándola, esperando indicios de su broma. ¿Hablaba en serio? ¡Hablaba en serio! Una carcajada comenzó a crearse en la boca de mi estómago y terminé en una sonora risa divertida. La jodida niña creía que... No, no podía, me dolía el estómago de tanta risa.
—Qué tierna eres.—dije una vez que terminé de reír —¿Por qué tu cabello es morado oscuro? Oh... lo tiñes, cierto. Déjame adivinar ¿Temes correr el mismo destino que tu bisabuela? Son otros tiempos, no deberías acomplejarte por tu cabello blanco. Deberías preocuparte por tus ojos, ellos son los que te delatan, bruja miserable. Ese tono... no lo había visto desde hace años.
Intenté acercarme para acariciarle la mejilla pero la maldita bruja sacó desde detrás de ella un crucifijo nuevo que al contacto con mi piel, la quemó. Me separé inmediatamente dando un brinco varios metros atrás.
— ¡Maldita!— grité sujetando mi piel ardiente. En cuestión de segundos, esta se curó sin dejar marca.
—No podrás acercarte a mí, tal vez mi bisabuela cayó ante ti, pero yo no. No eres más que un ente maldito que fue castigado.
Solté una carcajada. —Soy el amo de la noche, y el dueño de este pueblo maldito, y no solo eso, gobierno un mundo entero de criaturas horrorosas. Nunca me ha ido mejor.
—Acéptalo, Harry, eres desgraciado.
La miré con un toque de sorpresa y alegría.
—Conoces mi nombre. —sonreí burlón. La estúpida bruja me había investigado.
—Es el que usas con frecuencia, ¿Prefieres que te llame por tu verdadero nombre? Vadwarhe.— pronunció con lentitud. Una sonrisa se había dibujado en la comisura de sus labios.
Esta vez si la observé sorprendido. La rabia se apoderó de mí y solté un gruñido, acabar con esa bruja iba a ser satisfactorio. La mataría y la llevaría conmigo a mi reino, la haría mi esclava por toda la eternidad.
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En multimedia: La bruja Leocadia.
Creditos del avatar: Rinmaru Games

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Scary Town (Halloween 2018)
Paranormalne¡No entres a Scary Town! ¡Ese pueblo está maldito! ¡Todos están condenados! Si pisas sus tierras, él pondrá los ojos sobre ti. El verdadero tormento en Scary Town está por comenzar cuando Enit, una joven bruja blanca está dispuesta a enfrentarse a V...