Gruñí al verla. No iba a dejar que una joven bruja me venciera, así que le sonreí con un hermoso plan en mi cabeza. Sería mía, no solo ella, su alma sería mi alimento y mi regalo de mí para mi.
Ella venía de un clan de brujas de magia negra, solo debía escarbar un poco en ella para encontrar sus raíces y volverla auténtica. Ninguna bruja es capaz de resistirse al poder y la maldad, le daría tentaciones, haría sus dedos hormiguear y su cabeza confundirse entre lo bueno y lo malo, y por supuesto, ganaría lo malo.
Pasé mi lengua por mis labios, saboreando ya mi triunfo.
— Nos encontraremos otra vez, pequeña bruja. Tomaremos un café y hablaremos de nuestras aspiraciones en la vida. ¿Qué te parece?— me burlé. Ella jaló aire a sus pulmones y negó lentamente.
Desplegué mis alas frente a ella, mostrando mi majestuosidad y partí.
En mi guarida me senté a pensar con detalles mi plan, debía enviarle mensajes subliminales, debía lavar su mente, si era necesario, entraría en sus sueños y perturbaría sus pensamientos. Era un amante de los retos, y Enit era la combinación perfecta entre reto y satisfacción. Sus ojos, tan parecidos a los de mi querida Leocadia, aquella bruja que invocó mi presencia, que me dejó utilizar su cuerpo como medio para atormentar al pueblo, que me cambió su alma por el poder y la magia, le di todo lo que quiso y ella cumplió siempre con su parte, pero entonces ellos se entrometieron entre nosotros y la tomaron, parte de las desgracias y la maldición sobre este pueblo eran provenientes de mi ira hacia este lugar por sacrificar a la mujer que era mi medio de transporte al mundo. Por fortuna ella me dio suficiente poder para ir y venir cuando quisiera. Pero no pude salvarla, él también se entrometió, y mi padre también, enviándola a una de las prisiones del infierno, donde no me era permitido visitarla.
Decidí dar una vuelta y ver cómo estaban las horrendas, también necesitaba tomar aire que no fuera de la tierra. Observé el cielo oscuro, la luna era apenas visible y la oscuridad estaba intensificándose. Gruñí, esos idiotas.
Caminé por el bosque, lo conocía tan bien que podría cruzarlo con los ojos vendados. A la lejanía, escuché un par de lobos cantándole a la luna, intentando intensificar su brillo. Si la luna se apagaba, las bestias y los monstruos quedarían expuestos, unos caerían en la tierra, otros llegarían a juicio para mandarlos a celdas extremadamente pequeñas. Y yo... Sería mi fin.
Si traía a Enit aquí, si mi plan daba resultados, ella podría hacer la luna más brillante, ella podría alargar mis años de vida. Un motivo más para perturbar su cabeza.
El suelo bajo mis pies crujía, y las criaturas al verme se apartaban del camino y me observaban, eran pocas las veces que daba un paseo por mi reino, así que les resultaba conmocionante verme, algunos, en toda su estadía ni siquiera me habían visto hasta esa noche. Los observé, criaturas errantes, pecadores, monstruos de leyendas, todos ellos eran reales y estaban reunidos en un solo sitio, mi reino. A veces los dejaba salir, solo a algunos, no todos tenían ese privilegio. Era así como mantenía vivo el terror en Scary Town, nadie sabía cuando, al doblar una esquina se encontraría con un hombre lobo, o con una mujer llorando desconsolada la cual al acercarse, les robaría hasta el último aliento de vida.
Observé a los rebeldes, seres que fueron ángeles, que se resistieron y fueron echados del paraíso. Fui capaz de "rescatar" a algunos, los demás se quedaron con mi padre, en sus respectivas celdas. No veía el motivo de "castigarles" Para mí, eran seres valientes.
Aburrido de dar vueltas, regresé a mi guarida, aguardaría allí hasta estar seguro que Enit dormía, así empezaría mi plan esa misma noche.
Una vez que sentí como su energía bajaba considerablemente, supe que debía actuar. Me desintegré para materializarme en el sueño de Enit, que estaba a punto de convertirse en pesadilla.
Primero apagué su sueño y la coloqué en un ambiente diferente, la llevé a la época de su bisabuela, donde las personas eran despiadadas con las brujas e incluso, con ellas mismas. Observé a Enit curiosa andando por un camino señalado en el bosque, el camino que daba a la cabaña de Leocadia. Materialicé a la mujer que lucía exactamente igual a Enit.
La chica vio la cabaña y caminó hacia ella como si estuviera encantada. Enit llamó a la puerta, pero Leocadia no iba a escucharla o verla. Así que yo mismo abrí la puerta desde la lejanía, Enit miró a su alrededor, pero yo solo estaba presente en mi cabeza, no en la de ella, así que no podía verme.
En el interior de la cabaña, Leocadia escribía en las páginas de un libro viejo de brujería, libro que los mortales que venían a investigar buscaban, libro que yo tenía en mi poder.
Enit se quedó paralizada al verla, exactamente igual a ella, seguramente la pobre creía que se trataba de ella misma. Ella intentó hablarle, pero como dije, Leocadia no iba ni a escucharla, ni a verla. Solo quería mostrarle a Enit una cosa en específico.
De pronto Leocadia empezó a invocarme, al sentir el peligro acercándose a ella, pero yo no aparecí, estaba en una discusión con mi padre, y cuando llegué, llegué tarde.
La muchedumbre fuera se acercaba, ya se había recorrido el rumor de la bruja del bosque. Leocadia corrió hasta una habitación escondida en la cabaña dónde aguardaba una bebé.
—Vadwhare, escondela de todos ellos. Es tuya. — dijo ella mientras Enit miraba expectante a la que era su abuela en cuna.
La muchedumbre tocó a la puerta, cada vez más fuerte hasta que esta cedió. Enit daba pasos hacia atrás, asustada mientras todo ocurría. Tomaron a Leocadia y la sacaron a la fuerza, llevándosela al pueblo para ejecutarla.
Revivir eso me llenó de rabia y recordé el por qué había desatado mi irá sobre el pueblo.
Enit cubría su rostro mientras parecía pensar a toda velocidad y procesar lo que estaba pasando.
Segundos más tarde mi sombra se hizo presente y Enit se mantuvo en silencio, observándome andar entre las paredes hasta llegar a la habitación de la bebé, donde me materialicé, entonces Enit pareció comprender.
Esa bebé, su abuela, Leocadia la había concebido por mi, porque le pedí las almas de su descendencia, y ella accedió. Recuerdo haber tomado a esa niña, y recuerdo haberla puesto en un orfanato en el que dos años más tarde sería adoptada por una familia rica y poderosa que me habían pedido un pequeño favor, y a cambio ellos cuidaron de la abuela de Enit.
— ¿Por qué me muestras esto? ¿Cuál es tu propósito? — gritó al aire. Era una chica lista. — ¡Sal de donde estés!
Sonreí, si así lo quería. Desaparecí todo a su alrededor, dejándola en oscuridad total, y encendí pequeñas llamas que apenas y la dejaban ver.
Poco a poco me materialicé, emergiendo de una sombra en el suelo, mi silueta la asustó por un momento pero recobró su postura inmediatamente.
— ¿Me llamaste, pequeña bruja? — reí.
— ¿Qué quieres de mi? —murmuró.
—Mostrarte de donde vienes. Esa mujer era tu bisabuela, y la bebé en la cuna tu abuela. — caminé al rededor de ella.
— Osea que... ¿eres algo así como mi padre?
Me burlé. —No, niña estúpida, no soy tu padre ni nada parecido. Pero me perteneces. —dije lo último con una sonrisa. —No te resistas, tu bisabuela me dio tu alma, la de tu madre, la de tu abuela, la de tus hijos, la de los hijos de tus hijos, ¿Ya me entiendes?
Ella tragó saliva sonoramente.
—No lo creo, eso va a cambiar.
Me burlé sin pudor y me acerqué a su oído.
—Ya es de día, preciosa, despierta.
Tomé un mechón de su cabello entre mis dedos y tiré de él con fuerza, logrando despertarla y yo volví a mi guarida, riendo.
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En multimedia: Enit, biznieta de Leocadia.
Créditos del avatar: Rinmaru Games.

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Scary Town (Halloween 2018)
Paranormal¡No entres a Scary Town! ¡Ese pueblo está maldito! ¡Todos están condenados! Si pisas sus tierras, él pondrá los ojos sobre ti. El verdadero tormento en Scary Town está por comenzar cuando Enit, una joven bruja blanca está dispuesta a enfrentarse a V...