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La luna tomó el alma de la anciana, dándome unos días más de paz. Los lobos ahuyaron y algunas criaturas brindaron sus sinceras oraciones y algunas posesiones. 

Me escabullí hasta mi guarida y descansé en el desgastado sofá, produje en mi mente las imágenes de Leocadia y repetí una y otra vez el momento en que murió y fue llevada por mi padre a las prisiones del infierno, en donde estaría por 40 siglos más. No pude hacer nada. 

El fuego consumiéndola y sus maldiciones desatándose, llegando a mis oídos para hacerlas realidad. 

Solté un gruñido. 

Y Enit... Maldita sea, Enit. Ella tenía que comprender, ella tiene que estar de mi lado, es su destino. 

El tiempo se escurrió y decidí vigilar a la bruja, había decidido salir de casa. Mantenía su cabello oculto en el gorro de su suéter y sus ojos en el suelo, tratando de evitar ser vista por los pueblerinos. Demasiado tarde, pequeña Enit, todos tienen los ojos sobre ti. 

Podía notar como se susurraban entre sí, Enit les producía bastante curiosidad y malos presentimientos. La joven bruja también notaba las miradas sobre ella. 

Pensé en jugar un poco con ella, tal vez podría ponerla en peligro, pero necesitaba que se diera cuenta que me necesita y que conmigo no se juega. O está de mi lado, o sufrirá las consecuencias. 

Me planté a su lado, caminando a la par de ella, dejándola sentir mi presencia. 

— Lárgate, Harry.— susurró bajo, pero atrajo la atención de quienes la escucharon. Maldijo en voz baja y se aferró a su sudadera. 

Iba a ser divertido. 

Bajo la planta de sus pies inserté fuego, no la quemaría, solo provocaría la furia y el asombro de los pueblerinos. 

Enit fue dejando un rastro de fuego en sus pisadas que se consumía rápidamente, pero se quedaba el tiempo suficiente para ser percibido por las personas. 

Leves sonidos de sorpresa la perturbaron y alzó la mirada desesperadamente al notar como unos cuantos la señalaban. 

— ¡Oh, Dios santo!— blasfemó una mujer, señalando las llamas que la bruja había dejado al pasar y se percinó. 

Enit entre abrió los labios perturbada y giró su cabeza en mi dirección. Sus ojos se abrieron en sorpresa y terror al notar lo que yo había hecho. 

— ¡Era ella! ¡Ella es la bruja! ¡Ha vuelto!— un hombre salió de entre la multitud señalándola y gritando. 

Observé el momento con gracia, ella me había obligado a jugar sucio, ahora solo me quedaría a esperar sus palabras suplicándome por ayuda. 

— No, no, no...— tartamudeó.  Sus pies retrocedieron torpemente al darse cuenta del peligro que empezaba a correr. 

Soplé un poco de aire para tirar el gorro que cubría su cabello. Las hebras blanquecinas flotaron un momento con el viento, rebelando ante los ojos sorprendidos de todos una representación en carne y hueso de aquella antigua y temida bruja que murió mucho tiempo atrás. 

Enit soltó un jadeo de sorpresa y se llevó los dedos al cabello. El silencio se hizo pesado mientras escuchaba la agitada respiración de la bruja. Las personas se acercaron a su alrededor hasta que apretó la mandíbula y después de darle una mirada de odio a la nada, huyó. 

La seguí, pude sentir su odio hacia mi, no era exactamente lo que quería pero al menos estaba provocando en ella deseos oscuros. Sed de venganza. Solo debía ayudarla a dirigir esa sed hacia el pueblo. 

Scary Town (Halloween 2018)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora