6.05

119 9 0
                                    

La bruja se despertó pensando que todo había sido un sueño, y por más que buscó pruebas en su habitación, todo estaba como antes de que yo me apareciera frente a ella. 

Por otro lado en el pueblo se había encontrado ya el mensaje, pude ver los rostros de horror de cada uno cuando se enteraron. La ejecución de Leocadia era una leyenda, las personas de esa época les contaron esa historia a sus hijos, y sus hijos a sus propios hijos más tarde, y asumía que sería así por el resto de los siglos, o hasta que me harte de todos y decida aniquilarlos. 

Vigilé a Enit con una burlona sonrisa en mi rostro, no podía esperar para verla salir y darse cuenta que yo realmente había poseído su cuerpo, que había asesinado a un gato y que había usado su sangre para escribirle al pueblo un lindo mensaje en uno de los muros.

Las personas empezaban a murmurar, entre el suicidio de la adolescente, los malos presentimientos de algunos ya se habían manifestado, y ahora el mensaje, los más listos no tardarían en vincular todo a la extraña chica que acababa de llegar al pueblo. Si mi predicción era cierta, tendría a Enit rogándome por ayuda, pidiéndome que la salvara de la furia del pueblo, pero no lo haría, o al menos eso creería ella, por supuesto que iba a salvarla, era parte de mi plan, que ella me necesitara. 

Los lobos aullaron a la luna y di un vistazo a través de la ventana de mi guarida, la luz era casi nula. Gruñí. Necesitaría traer refuerzos, sacrificios, si esa maldita luz se extinguía, yo también. Debía apresurarme con mi plan. Enit sería mi salvación, y aunque me causara rabia admitirlo, la necesitaba, y la iba a conseguir.  

Tal vez haría una visita a algunos posibles candidatos para alimentar a la luna, aunque pareciera que Enit tenía otros planes y eran más interesantes. Con curiosidad me escondí para observarla de cerca. 

— Puedo sentir tu presencia, Harry.— murmuró sin dejar de darme la espalda. 

— ¿Qué te sucede, bruja? Pareces de mal humor.— me burlé sentándome en el sofá frente a ella. 

Su cabello blanco caía por sus hombros, suelto y enredado, y sus ojos amarillos brillaban de una forma que pude reconocer, estaba molesta, no, enojada. Alcé una ceja y la miré divertido.

— No pintes tu cabello. El color blanco me trae recuerdos.

— Yo no soy mi bisabuela, Harry.

— Por desgracia.— señalé. 

— ¿Qué me hiciste anoche?— me acusó cruzando sus brazos y mirándome detenidamente. ¿Podía sentir su odio, acaso? Estábamos avanzando. Tendría que ver hasta donde llegaba su límite. 

Me encogí de hombros y crucé mi pierna sobre la otra, restándole importancia a la respuesta y haciendo un corto ademán.

— Llevé tu mensaje al pueblo.

— ¿Qué mensaje? Vadwarhe. Yo vine a rescatar este lugar de tus asquerosas uñas, demonio.— señaló el suelo al referirse al pueblo y no pude contenerme.

Me reí burlón, pobrecilla, ella se pensaba que sería la salvación de Scary Town, yo iba a ocuparme que fuera lo contrario, y dados los pensamientos de los pueblerinos, lo estaba logrando. 

— Oh, cariño. Eres tan ingenua, ¿No te das cuenta que no hay nada que puedas hacer? Resígnate, no hemos comenzado y ya estás perdiendo. 

Ella caminó lejos de mí y se miró al espejo. 

— Eso va a cambiar, la gente aquí necesita alguien en quien confiar, y esa voy a ser yo.

Me quedé en silencio, ensanchando mi sonrisa hasta que estallé en una carcajada. Su seguridad era admirable, tenía que aceptarlo, pero su ingenuidad era hasta tierna. 

Scary Town (Halloween 2018)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora